Una temporada para las rotaciones
Garitano tendrá que repartir mucho los minutos si quiere que su equipo sostenga toda la Liga el tono físico que le hace competitivo
Aunque sólo se llevan disputadas cinco jornadas, en el Athletic ya se han podido extraer algunas conclusiones. Puede decirse que son importantes, pero lo cierto ... es que tampoco representan una gran novedad. Este equipo es el que es, con muy pequeñas variaciones. Sus virtudes y sus defectos son de sobra conocidos y están más analizados que los acuíferos de Chernobil. Pocas aficiones conocen tan bien a su equipo y le ven venir desde tan lejos como la del Athletic. En cuanto observaron el trote cochinero con el que la tropa de Garitano salió ante el Cádiz, por ejemplo, muchos hinchas se hicieron cruces temiéndose lo peor. Y acertaron de pleno, como es natural. El domingo, por el contrario, se sintieron esperanzados desde el principio con el ritmo de su equipo. Y acertaron de nuevo.
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La cuestión del ritmo es fundamental en el Athletic. Lo es en muchos otros equipos, por supuesto, pero en el rojiblanco se transforma en una disyuntiva trascendental. O es capaz de jugar con mucha intensidad o se diluye en la vulgaridad. De ahí que una pretemporada fallida, que impidió a un buen número de futbolistas ponerse a punto, acabara teniendo unas consecuencias tan nefastas en las primeras jornadas. Y de ahí también que, después de este parón de Liga, con algunos jugadores más frescos y afilados -el caso de Williams fue evidente-, el Athletic diera el domingo una imagen mucho más aceptable. Lo cual tampoco era muy difícil, la verdad.
En estas primeras cinco jornadas Garitano ha utilizado ya a 23 jugadores, una cifra muy alta
estadística
Hay algunas estadísticas que explican muy bien la estrecha relación que existe en el Athletic entre la intensidad y su nivel de competitividad. Tan estrecha que se puede hablar directamente de una relación causa-efecto. El Athletic necesita correr. Las posesiones largas le sientan mal porque no tiene recursos técnicos como para hacerlas con la suficiente velocidad y se acaba adormeciendo. Hagamos un esfuerzo heroico para empezar la semana y recordemos las tres derrotas de esta temporada ante Granada, Cádiz y Alavés. Pues bien, en el primero los rojiblancos tuvieron el 60% de la posesión, en el segundo el 72% y en el tercero el 58%. Tener el balón, en fin, no les sirvió de nada. Las dos victorias ante el Eibar y el Levante han llegado, en cambio, con posesiones equilibradas, del 50% y del 51%.
Alguien podrá decir que las estadísticas de cinco partidos son muy poca cosa para demostrar algo sustancial. Y tendría razón. Lo que ocurre es que hay muchas más. ¡Sobran las estadísticas en este sentido! Pensemos en la pasada temporada. Recordarán que el último partido antes del confinamiento fue una goleada en Valladolid por 1-4. Pues bien, la posesión fue del 42%. A la vuelta, ya con partidos a puerta cerrada, se vivieron más situaciones curiosas. La magnífica victoria en Mestalla llegó con un 48% y el 1-2 en el campo del Levante, con un 44%. En ambos casos, eso sí, con 12 remates de los rojiblancos. Por contra, las dos derrotas que dejaron a la hinchada rojiblanca con la moral por los suelos, el 0-2 del Leganés y el 4-0 en Granada, se produjeron con posesiones favorables a los rojiblancos del 61 y del 64%.
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La esperanza
Queda claro, por tanto, que este Athletic es un equipo hecho para presionar, correr, llegar por las bandas, centrar... Todo ello con vigor, vehemencia y velocidad. Salvo que seas el Barça de Guardiola o el Athletic de Bielsa en Old Trafford, este estilo tan intenso hace casi inevitable que se produzcan más imprecisiones y el tiempo de posesión sea más bajo, pero tampoco hay que darle a ello mayor importancia. Lo importante es ser capaz de ejecutar ese despliegue, que en sí mismo ya retrata una gran ambición. Como es obvio, para realizarlo y sostenerlo en el tiempo se requiere de una plantilla con un gran tono físico y suficientemente larga. Y a este respecto en el Athletic está naciendo una esperanza. Lo decimos por la irrupción de los jóvenes canteranos.
No deja de ser revelador que, cuanta más posesión tiene el Athletic, más probable es que pierda
paradoja
Hay un dato que puede ser muy revelador. Garitano ha utilizado ya a 23 futbolistas en estas cinco primeras jornadas. A unos más y a otros menos, por supuesto, pero la cifra es muy alta, más que la de la pasada campaña (19) y que de la anterior (20). Sólo Ziganda empleó a tantos efectivos, pero lo hizo porque tuvo que compaginar la Liga con la Europa League y decidió hacer muchas rotaciones. El técnico de Derio no tiene la exigencia de alternar la competición doméstica con la continental, pero en el fondo va a verse abocado a actuar del mismo modo, es decir, a exprimir a fondo su plantel.
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Y ello por dos razones. La primera es la lección que se pudo extraer de la pasada temporada, cuando la llegada de los partidos de Copa tuvo en los rojiblancos el efecto del cloroformo. Hasta diez encuentros consecutivos estuvieron sin ganar. La segunda razón es más agradable: la aparición de una serie de promesas que están llamando a la puerta con fuerza: Morcillo, Vencedor y Zarraga, además de Sancet y Villalibre, que ya estuvieron el pasado año. Sumemos a la lista al recién llegado Berenguer y nos encontraremos con una plantilla con alternativas que, bien gestionada, con la carga de trabajo bien repartida, puede permitir que el Athletic sostenga durante toda la temporada el tono físico que necesita para ser competitivo.
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