El otro Stoichkov de la Liga se mide al Athletic: llegó a Primera con 31 años y utiliza un apellido que no es el suyo
Juan Diego Molina Martínez ha pasado por todas las categorías hasta lograr con 31 años su sueño de jugar en Primera, en las filas del Alavés
La vida de Juan Diego Molina Martínez (San Roque, 31 años) estuvo marcada desde niño por un ídolo del Barcelona, al punto de que llegó ... a pensar que realmente se llamaba Stoichkov. «A mi padre le gustaba mucho Stoichkov. Le encantaba. En la época del Dream Team tenía un bar en Barcelona, en el que, además, conoció a mi madre, al que un día fue a desayunar Stoichkov, su gran ídolo, con dos amigos. Le cayó muy bien. Muchísimo. Y a raíz de todo aquello decidió que cuando tuviera un hijo le pondría su nombre. Mi madre, que es, junto a mi novia, la única que me llama Diego, no le dejó; pero todo el mundo me llama Stoichkov. De niño incluso creía que me llamaba así, que era mi apellido», reconocía en la revista 'Panenka' el delantero del Alavés, que este domingo vivirá su primer derbi ante el Athletic.
Pero la trayectoria del gaditano, nacido en el Campo de Gibraltar, ha sido muy diferente a la del búlgaro que fue uno de los referentes de la Liga en aquella máquina que lideraba Johan Cruyff. A Juan Diego Molina las puertas de Primera se le han abierto esta temporada con su fichaje por el Alavés, a los 31 años y después de muchos goles y un gran esfuerzo por las diferentes categorías del fútbol nacional. «Cuando estaba en Tercera me decían que ya no iba a llegar a ningún lado y yo decía, 'imposible, yo voy a llegar'. Lo tenía muy claro. Yo veía a mis compañeros que con esa edad se iban de fiesta y yo les decía: 'Sé que voy a comer de esto'. Me ha costado muchísimo», admitía en pretemporada a este periódico.
Stoichkov se refiere a uno de sus momentos más complicados, cuando regresa a casa después de haberlo intentado en el Espanyol. Porque Juan Diego Molina, tras destacar en las categorías inferiores del San Roque, viajó a Barcelona en busca del sueño de ser futbolista profesional. Estuvo cerca, llegó a debutar en un amistoso con el primer equipo cuando todavía tenía 18 años, pero las cosas no terminaron bien. La distancia de su San Roque natal jugó en su contra a la hora de la adaptación en la residencia del Espanyol. Por cierto, en el club periquito no podía ser Stoichkov por razones obvias. «Me acuerdo de que el hombre que me llevó al Espanyol me dijo que me iban a llamar Diego».
En la temporada 2012-13 jugó cedido en el Cacereño, de Segunda B, pero apenas sumó 25 minutos en ese año perdido y pese a que tenía contrato con el Espanyol decidió rescindirlo para volver a casa. Pero la prueba con el Algeciras tampoco salió bien y Stoichkov, que había sido padre a los 19 años, regresó a la casilla de salida, a jugar en el San Roque de Tercera y a buscar ingresos para mantener a su familia. Llegó a disputar dos partidos europeos con el Europa de Gibraltar, pero prefirió apostar por estar en su pueblo y buscar un trabajo en el Peñón, en un supermercado que le permitía compatibilizar las dos actividades y aportar a la economía familiar. Hasta la temporada 2015-16, clave para el cambio en su carrera futbolística.
La hora de la Balona
El delantero gaditano llevaba 16 goles anotados en 24 encuentros cuando Alfredo Gallardo, entonces presidente de la Balona, se fija en él y pide credenciales a su directivo Mario Galán. Este le cuenta la trayectoria de Stoichkov y Gallardo no lo duda. «Hay que ficharle ya con dedicación exclusiva en la Balona», pide a su directivo. Así es como a mediados de temporada se enfunda la camiseta blanquinegra –La Línea está a 8 kilómetros de San Roque– y sube a Segunda B. En 81 partidos marca 24 goles y se convierte en el ídolo del Municipal, adonde cada vez llegan más ojeadores para ver al delantero. Gallardo vuelve a maniobrar y renueva por dos temporadas a Stoichkov, algo fundamental para que la Balompédica Linense se embolse 150.000 euros en el verano de 2018, cuando el Mallorca apuesta por él para reforzar su ataque.
A partir de aquí, Stoichkov comienza el camino inverso y empieza a subir la escalera hacia la élite. En la siguiente campaña juega 40 partidos en Segunda con el Alcorcón y marca 16 goles, y en la 2020-21 suma 37 partidos y 11 goles con el Sabadell. El Eibar cree que el gaditano puede ayudar en el intento de regresar a Primera y le ficha, pero tras 123 partidos, 46 goles y tres intentos fallidos de cumplir su sueño de alcanzar la máxima categoría del fútbol nacional, llegó el momento de cambiar de aires. «Este verano iba a quedar libre, pero renové en diciembre porque el Eibar es un club en el que he estado espectacular. Si salía, era para dejar dinero porque conmigo se han portado muy bien, me han demostrado muchísimas cosas y qué menos que dejar algo», declaró en EL CORREO.
En verano tuvo tres opciones, pero la apuesta del Alavés y el empeño de Luis García Plaza terminaron por vestirle con la camiseta albiazul. Y el viernes 16 de agosto de 2024, en Balaídos, Stoichkov saltó al terreno de juego en el minuto 68 como reemplazo de Jon Guridi. Sus primeros minutos en Primera, esa categoría por la que tanto había peleado. Ahora solo le queda un asunto pendiente: marcar su primer gol, algo que no ha conseguido en 13 encuentros.
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