El secreto de las camisas de la gabarra del 84

-«'Dime, Dani'», preguntó Vela.

- «'Oye, me tienes que hacer un favor. Me dice Fernando Ochoa (gerente entonces) que el 'presi' (Pedro Aurtenetxe) le ha encargado que alguien tiene que hacer 125 camisas para que los jugadores las luzcan el lunes en la gabarra, si ganamos. Quiere que vayamos uniformados y le he comentado que tú eres el más grande'», añadió.

-«'Pero, joder, Dani, que mañana es viernes y aquí, en Cataluña, el fin de semana no trabaja nadie'», contestó el sastre.

-«Pues hay que hacerlas como sea. ¡Hay que hacerlas!», repitió el '7'.

Vela disponía de menos de 48 horas y, además, tenía que entregarlas el domingo en Madrid. Buscó telas «por todo Barcelona», aunque acabó encontrándolas «a las afueras de Sabadell». Rojas y blancas, claro. Contactó con dos fábricas. «La primera me dijo que no abría», recuerda. Primer golpe. Con la segunda tuvo más suerte. Pero surgió un problema. ¿Qué camisa hacer? Porque había que elegir el diseño y preparar, a toda prisa, los patrones. Vela compró las telas y luego no salió durante dos días de la fábrica donde se las confeccionaron. «Joder, no me fiaba», bromea.

El debate del estilo se cerró con la fabricación de unos modelos de doble bolsillo y manga corta, los botones de nácar y «un algodón 100%, estupendo. Podía haber buscado un algodón sueco o egipcio, pero solo disponía de dos días. Compré lo mejor que había», recuerda Vela. Hicieron unas camisas «larguitas, para que les tapasen un poco», pero, como marcaba la moda de la época, casi todo los futbolistas las llevaron metidas por dentro de los pantalones. Se hicieron en todas las tallas: S, M, L, XL y XXL De este último tallaje se realizaron cuatro, de las que dos se reservaron para «los más grandes» del equipo: Goikoetxea y Liceranzu.

¿Sobre qué hombros se probaron? No había tiempo que perder. «Debían ser amplias para que los futbolistas estuviesen cómodos», detalla. Hacía mucho calor aquellos días. A última hora del sábado, mientras el Athletic se la jugaba en el Bernabéu, el 'encargo exprés' acabó de tomar forma. Pero quedaba un asunto logístico de importancia.

Las camisas debían llegar a Madrid a la mañana siguiente y entonces no existían empresas de envíos urgentes. Vela ató las camisas de 12 en 12 «con una cinta roja» y las metió en su «cochecito» -un R18 Familiar- que llevó «bastante cargadito». Apenas pegó ojo. Condujo casi toda la noche en dirección al hotel Mindanao. Al llegar a Madrid, le recibió Dani, con cara de cierta preocupación. «¿Lo has conseguido?», interpeló. Misión cumplida.

Sin embargo, quedaba aún un último trámite por cumplir: la aprobación de Javier Clemente. Vela debía comprobar si los modelos les sentaban bien a los jugadores. «Javi apareció con el presidente y me advirtió 'sube, pero no me alborotes a los chicos. Entra solo a la habitación de Goiko y Liceranzu, y no me molestes a ninguno más. Si les valen a esos, les sirven a todos, porque los demás son más pequeños'».

El defensa de Alonsotegi se la probó y dio el visto bueno. Vela hizo 150 camisas, 25 más de las previstas, ya que también las lucieron algunos directivos. Una de ellas pasará a manos de uno de sus nietos, pese a que el excapitán Dani soñaba con que se la regalase. Sin embargo, en este partido no hay amistades que valgan. Forman parte de una conmemoración histórica que, 40 años después. volverá a repetirse mañana.