Así rugió ante el Athletic el muro amarillo, la grada de animación más potente de Europa
Las dos aficiones se despidieron con aplausos mutuos tras una jornada de hermanamiento entre ellas en Dortmund
El Signal Iduna Park vibra en cada partido con la pasión amarilla del Borussia Dortmund. Como sucedió en todos los encuentros de las últimas Bundesliga ... y Liga de Campeones, ante el Athletic se colgó el 'no hay billetes'. «Estamos llenos, 81.365 espectadores», anunció la víspera del partido el jefe de Prensa antes del inicio de la conferencia del entrenador, Nico Kovac.
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Casi un tercio de ellos (25.000) se colocaron en el Muro amarillo, la grada de animación más grande y mítica del fútbol mundial. Todos en pie. Es el mayor símbolo de identidad de Dortmund, una ciudad obrera sin ningún atractivo turístico. «Sabemos que nuestra ciudad no es bonita. Sabemos que los turistas nunca vendrían a visitarnos si no tuviéramos un club de fútbol», dijo a este periódico el escritor alemán Ulli Voss, autor del mejor libro sobre la historia del club y que anoche estaba en esa zona del estadio. Es una tribuna con vida propia, una manifestación de la identidad de Dortmund como ciudad obrera. Es un punto de orgullo local y un símbolo mundial.
«Desgraciadamente, no pude jugar en este campo y me hacía ilusión conocerlo. Los futboleros tenemos este campo como imagen de estadio en que se respira fútbol. Y verlo con el Athletic en Champions es una maravilla», dijo horas antes del partido Carlos Gurpegui, exjugador y entrenador ayer del equipo de walking football rojiblanco.
No fue el único ex que quiso vivir la experiencia. Markel Susaeta, Óscar de Marcos y Mikel San José se han retirado más recientemente sin jugar tampoco en Dortmund. Los tres estuvieron también ayer en las gradas del estadio.
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El portero Unai Simón lanzó un reto a la espectacular movilización rojiblanca. «La última experiencia que tenemos fue en Manchester y se les escuchó más que a la afición local. Estoy orgulloso de tener la afición que tengo, de tener a todos los aficionados al lado mío en un partido como este. Esperemos que se escuche más a la afición del Athletic que a la local», arengó. No callaron, pero desde luego estuvieron muy lejos de imponerse a los locales.
Juanan Delgado, Gorka Vivanco y su hijo Eneko fueron los primeros rojiblancos en llegar al estadio. Estaban ante el acceso en Tribuna Norte tres horas y media antes. «Queremos vivir cada instante de este ambiente tan especial», indicaron.
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Les mereció la pena. La grada estaba llena hora y media antes del duelo y comenzaron a animar con la marcha de Aida cuando sus jugadores salieron a calentar 45 minutos antes. Los hinchas rojiblancos en pie, situados en la zona Norte, no se amilanaron e hicieron lo propio con los suyos.
El muro hizo honor a su leyenda. Escucharles cantar el You'll never walk alone pone los pelos de punta. Jugaron en 1966 una final de la Recopa ante el Liverpool y se trajeron el primer título europeo de un equipo alemán y la canción de los ingleses que hicieron suya. Durante el duelo la zona estaba llena de banderas amarillas que ondeaban el viento de forma constante, alguna de ellas con una gran jarra de cerveza.
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Es el fondo más intimidatorio para los equipos visitantes en Europa. Visto desde el césped es una masa de gente que parece no acabar nunca. Hacen ruido en todo momento y para los contrarios es imposible abstraerse. Son respetuosos, pero aprietan desde el calentamiento. La pitada que se llevaron los rojiblancos cuando salieron a ejercitarse ya les hizo hacerse una idea de lo que les esperaba. Desde la tribuna de prensa queda la sensación de que allí no hay nadie en silencio.
Ritual al final
Es la única zona del estadio en la que los aficionados no dejan la grada. En el resto hay muchos que piden salchichas y cervezas en los numerosos bares que hay y en los que, al estilo deporte americano, hay monitores de televisión en los que se ve el partido.
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El Dortmund fue el primer equipo que empezó a hacer el ritual de que los jugadores se vayan al fondo de animación a cantar con sus hinchas, una práctica que ha ido extendiéndose a otros campos, entre ellos el Athletic. El momento final del partido fue emocionante. En el fondo sur estaban los alemanes con sus hinchas y en el norte, los rojiblancos con los suyos.
Las dos aficiones habían confraternizado en la ciudad y se despidieron como nuevos amigos. Hubo una sentida ovación entre las dos aficiones en reconocimiento a lo bien que se han caído entre ellas. Los hinchas del Athletic regresan con una derrota, pero con una nueva afición con la que se han hermanado.
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