Iñaki cabeceó en el segundo palo para firmar su quinto gol en la Europa League. UEFA

Roma 2-1 Athletic

El Athletic se obliga a remontar en San Mamés

Los rojiblancos encajan el gol de la derrota en la última jugada de un partido apretado en el que a su fútbol le faltó el vuelo que necesitaba

Viernes, 7 de marzo 2025, 00:24

El billete para los cuartos de final se sacará en la ventanilla de San Mamés. Era algo que estaba más o menos aceptado por los ... dos equipos y así lo reconocieron Valverde y Ranieri en la víspera. Ahora bien, esto no significa que los rojiblancos no se fueran de Roma con un serio disgusto, el que llevan aparejado las derrotas que llegan en la última jugada, y los giallorossos, por contra, se fueran a casa felices y contentos con su victoria in extremis. Quizá el empate no hubiera sido injusto en un partido muy cerrado en la primera parte y descontrolado en la segunda, pero que acabara ganando la Roma tampoco extrañó demasiado.

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Los italianos estuvieron un peldaño por encima. Y no hablamos tanto de ocasiones como a la hora de interpretar el guion que más les convenía. Dieron sensación de sentirse más cómodos, de que llevaban el partido a donde querían, a la zanja, al taller de tornillos, a la espera de su oportunidad. Todo lo contrario que el Athletic, mal en la circulación, sin profundidad por las bandas y sin apenas ocasiones ante la portería de Svilar. Y no sólo eso: también tuvieron problemas para cerrar sus bandas en defensa.

Roma

Svilar; Celik, Mancini, Ndicka; Rensch (Saelemaekers, m.60), Pisilli (Koné, m.78), Cristante, Angeliño; Dybala (Soulé, m.72); Baldanzi (El Shaarawy, m.60) y Dovbyk (Shomurodov, m.72).

2

-

1

Athletic

Agirrezabala; De Marcos, Vivián (Paredes, m.23), Yeray, Yuri; Jauregizar (Prados, m.63), Galarreta; Iñaki, Unai Gómez (Vesga, m.77), Nico (Berenguer, m.77); y Maroan (Guruzeta, m.63).

  • Goles: 0-1, m.50: Iñaki Williams; 1-1, m.56: Angeliño; 2-1, m.94: Shomurodov.

  • Árbitro: Sandro Scharer (Suiza). Amonestó al local Shomurodov, y a los rojiblancos Jauregizar y Maroan. Expulsó por doble amarilla a Yeray.

  • Asistencia: 68.000 espectadores en el Olímpico de Roma.

El equipo de Valverde, en fin, no fue lo competitivo que necesitaba un choque muy apretado ante un rival en racha y en un estadio volcánico. Peleó y se sacrificó como siempre, pero a su juego le faltó vuelo, un cierto toque de distinción; una pena que hay que sumar a la pérdida de Vivián por lesión en el minuto 22 y a la de Yeray. El baracaldés estaba completando un gran partido, pero en el minuto 85 se ganó de repente una segunda amarilla absurda. El caso es que dejó al equipo con diez, una situación de inferioridad que se notó en la jugada del gol de Shomurodov ya al final del descuento.

El partido fue desde el principio lo cerrado, siderúrgico y disputado que se esperaba. Al estilo del que se jugó en septiembre. Ninguno de los dos equipos engañó al otro, ni probablemente lo pretendió. Valverde sorprendió con la titularidad de Unai Gómez, de nuevo en su misión de rottweiler desatado en la media punta. Y además le colocó por delante a Maroan, capaz de chocar contra un tractor si se tercia. La apuesta, por supuesto, era presionar alto a los tres centrales romanos y dificultarles la salida del balón. Los de Ranieri, por su parte, dieron cera desde el principio, sobre todo a través de su capitán Mancini. También se afanaban en tapar bien las bandas con buenas ayudas y a Galarreta y Juaregizar con Baldanzi, Cristante y el joven Pisilli, novedad en su alineación. Respecto a su juego ofensivo, su máxima era la sencillez: que Dybala frotara su lámpara y Dovbyk pescara alguna.

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Problema

Los rojiblancos pelearon con intensidad pero no tuvieron buena circulación ni juego por las bandas

Los dos equipos consiguieron anularse el uno al otro y de esta manera la primera parte fue un cocido de lo más indigesto. Garbanzos de cuartel. Otra cosa es que tuviera mucha emoción, que todo lo que sucedía sobre el césped pareciese valioso e importante y que en las gradas del Olímpico, a rebosar, se viera un espectáculo de banderas al viento y gritos de ánimo. Pero todas las acciones de algún mérito fueron aisladas: una galopada de Dovbyk, que se resbaló a la hora de chutar, en la jugada en que se lesionó Vivián; un balón al larguero de Dybala en el minuto 41, una ocasión de Maroan en el 43... Al igual que Unai Gómez, en su mejor versión de la temporada, el exjugador del Barakaldo hizo un gran trabajo. Y eso que le tocó bailar con las más feas del rival y con el árbitro suizo Sandro Scharer. Que la Roma no viera su primera tarjeta hasta el minuto 72 fue como para comer cerillas.

Cambio de escenario

Tras el descanso, el partido pasó de ser un convento de clausura a la plaza de un pueblo en día de fiesta. Se abrió de par en par y en ello tuvo que ver la buena actitud de los rojiblancos en la reanudación. Apareciendo en el segundo palo, Iñaki Williams abrió el marcador en el minuto 50 tras un córner muy bien puesto por Unai Gómez y desviado por Paredes. Tal y como se había desarrollado hasta entonces el partido, al Athletic le había tocado la lotería. Era el momento para aprovechar esa ventaja e intentar controlar y mejorar su juego, incluso para dar la puntilla. Los de Valverde, sin embargo, no fueron capaces de hacerlo. Todo lo contrario. El toque de corneta de los romanos les sentó fatal y el empate se vio llegar en dos ocasiones claras de Baldanzi y Pisilli hasta que llegó en el minuto 55, obra de Angeliño.

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La jugada

Yeray vio una segunda amarilla perfectamente evitable y el Athletic acabó perdiendo con diez

Tras el 1-1, a los de Ranieri les salió de dentro su alma especulativa y se dejaron de aventuras. De manera que el choque volvió a equilibrarse. El Athletic lo agradeció, como agradeció la entrada de refresco de Prados y Guruzeta. Unai Gómez en un cabezazo tuvo una buena oportunidad, como la tuvo Nico Williams en el minuto 69. El menor de los dos hermanos no la aprovechó. En realidad no aprovechó nada en un nuevo partido muy decepcionante por su parte. Todo parecía destinado a un nuevo empate a uno entre dos equipos que volvían a anularse. La marcha de Dovbyk y Dybala, además, tranquilizó a los rojiblancos. El fútbol, sin embargo, es muy voluble y tuvo que ser el sustituto del delantero ucraniano el que diera la victoria en la última acción del partido, es decir, cuando más duele.

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