Más que una derrota, una reivindicación

El estadio Alfredo Di Stéfano de Valdebebas se antojaba un escenario más favorable para el Athletic que el Santiago Bernabéu, donde no gana desde hace quince años y acostumbra a salir escaldado. Sin público, en sesión nocturna, once contra once en el frío páramo madrileño, las posibilidades parecían mayores. Pero no. El viejo guión se cumplió y los rojiblancos perdieron. Ahora bien, hay derrotas y derrotas y la de ayer fue la mejor posible. Y es que se produjo con una reivindicación en toda regla del Athletic, competitivo hasta el final pese a jugar en inferioridad desde el minuto 13. La imagen de los pupilos de Garitano, por decirlo de forma resumida, fue justo la contraria de la de un equipo en crisis. Más bien fue la de uno rebosante de convicción y carácter. Una gran noticia, sin duda, que pudo haber sido todavía mejor si Vesga no hubiese desperdiciado una ocasión fabulosa en el descuento, justo antes de que Benzema marcara el 3-1 definitivo. No olvidará fácil el vitoriano esa oportunidad.

La idea ayer de Garitano fue la que el Athletic ha tenido tantas otras veces en sus visitas al Real Madrid:

A lo largo de la temporada, hemos hablado hasta la saciedad de los errores de bulto que condenan a los rojiblancos. Los ha habido de muchos tipos, pero el de ayer fue probablemente el más irritante e insospechado. Que un futbolista de la experiencia de Raúl García deje tan pronto a su equipo en inferioridad por dos tarjetas amarillas absurdas, sobre todo la segunda teniendo en cuenta que ya se había ganado la primera sin ninguna necesidad,

El golpe fue brutal, ya que además llegó justo después de que el equipo de Garitano, impecable hasta ese momento, tuviera una magnífica ocasión para abrir el marcador en las botas de Iñaki Williams.

El Athletic hizo lo único que podía hacer a partir de ese momento: defenderse con la mayor solvencia posible y no meterse demasiado en su madriguera. Sólo lo inevitable ante el arreón del Madrid, que empezó a tener lo que no había tenido hasta entonces: espacios. La respuesta del equipo de Garitano no pudo ser más digna. Siguió compitiendo, dibujó incluso alguna contra -De Marcos estaba muy afilado y eso siempre es una buena noticia- y dificultó mucho la progresión del equipo de Zidane, que sólo encontraba soluciones con disparos desde fuera del área. El problema es que el Madrid fue cogiendo aire, mejorando sus combinaciones y llegando cada vez con más peligro. Valverde tuvo el 1-0 en el minuto 44 pero al final fue Kroos, con un derechazo perfecto, el que abrió el marcador justo en el descuento de la primera parte.

No podía esperarse mucho en la reanudación. El Athletic, sin embargo, volvió a sorprender de la mejor manera: con un atrevimiento espectacular, consciente de que tenía que asumir ese riesgo porque el otro, el de encerrarse, no le conducía a ninguna parte. Cuando el minuto 52 Capa logró el empate tras una buena gran cabalgada y el apoyo de un De Marcos estelar, la afición del Athletic recibió sin duda la mayor satisfacción de la temporada.

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