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Día agridulce en cuestión de seguridad. Antes del partido las cosas discurrieron con normalidad, a diferencia de lo sucedido en el anterior partido europeo del Athletic. La afición del Rangers llegó a San Mamés poco antes de las 7 de la tarde, dos horas antes del inicio del partido. Al contrario que hace un mes en el encuentro contra la Roma, esta vez el dispositivo de seguridad evitó altercados y peleas entre los aficionados más radicales de ambos equipos. Se produjo algún grito e insulto entre algunos hinchas. Pero lo que predominaba eran las risas y el buen ambiente. Las únicas cosas que se salieron de lo común fueron los escoceses que llegaron al campo dando tumbos con varias cervezas de más y los aficionados que fueron sorprendidos con drogas gracias al olfato de los perros de los servicios privados de seguridad. «Puto perro. Me ha arruinado el fin de semana», repetía un joven al que le cazaron con marihuana y cocaína.
La situación cambió de forma radical por la noche, tras la victoria del Athletic. Una pelea entre radicales de ambos equipos en la explanada de San Mamés obligó a intervenir a la Ertzaintza y en ese momento, según ha podido saber este periódico, se produjo un lanzamiento de objetos contra los agentes por parte de un grupo de encapuchados locales. Los agentes tuvieron que protegerse con los escudos y cargaron contra los agresores para despejar la zona.
A partir de ahí, los altercados se trasladaron a calles aledañas como Sabino Arana, Pozas, María Díaz de Haro y Doctor Areilza. En la primera de ellas, un grupo de radicales lanzó a los ertzainas botellas de vidrio, y en la segunda cruzaron y quemaron varios contenedores a modo de barricada. Los policías se retiraron para evitar agravar la situación, mientras los embozados aplaudían a los bomberos que llegaron para sofocar el incendio que ellos habían causado. Pocos minutos después los altercados saltaron a María Díaz de Haro, donde se quemaron más contenedores en el cruce con Rodríguez Arias. También se produjeron choques puntuales en el entorno de Doctor Areilza, cerca de un pub donde se reunía un grupo de escoceses. En el conjunto de todos los incidentes se registraron al menos cuatro detenidos, tanto de origen vasco como escocés.
Hasta esas algaradas, el operativo de seguridad diseñado entre la Ertzaintza, la Policía local y el Athletic, pensado como prueba de cara a la gran final de la Europa League del próximo mes de mayo, había pasado con nota la prueba. Se volvió a citar a los aficionados del Rangers en la calle Iparraguirre horas antes del duelo. En esa zona habían numerosos policías (también escoceses), de uniforme y de paisano. Los agentes de la Policía local controlaban las inmediaciones.
Tras el partido Una treintena de radicales locales lanzaron objetos a la Ertzaintza y quemaron contenedores
Posible agresión Encapuchados vestidos de negro agredieron a un aficionado del Rangers en la calle María Díaz de Haro
La entrada Los agentes lograron separar a las dos aficiones antes del partido y evitaron incidentes
En los prolegómenos del partido hubo apenas un incidente relevante: un grupo de encapuchados vestidos de negro atacó a un aficionado del Rangers en la calle María Díaz de Haro, cerca de la plaza Kirruli, de donde partió la kalejira. Al parecer, le rodearon y le golpearon provocándole una herida abierta debajo del ojo y numerosas contusiones en la cara que también le habrían afectado a la mandíbula.
Mientras, al resto de hinchas escoceses se les condujo hacia el estadio, escoltados en todo momento por numerosos ertzainas de Seguridad Ciudadana y Brigada Móvil (los antidisturbios). La diferencia fundamental entre el partido frente a la Roma y el de ayer fue la llegada a San Mamés. Ante la Roma los primeros enfrentamientos se produjeron en la intersección entre la calle Felipe Serrate y Sabino Arana. Después los aficionados italianos fueron conducidos a la valla de seguridad instalada en la calle Luis Briñas. Allí había muchos radicales esperándoles en la intersección de la calle Poza. Apenas les separaban diez metros. Entre las vallas y los bares y comercios tampoco hay mucho espacio. Todo ello provocó un gran de embudo que desembocó en golpes, lanzamiento de bengalas y botellas, y heridos, e incluso personas mayores que viven por la zona que acabaron en el suelo. Dentro de la zona restringida también hubo altercados.
Ayer, más allá de lo que ocurriese entre los aficionados que no tenían entrada, una de las principales medidas fue evitar que los hinchas radicales de ambos equipos se acercasen demasiado. Era imposible que lo hicieran porque ambas aficiones estaban a unos 100 metros de distancia. Esta distancia se consiguió gracias a que, con un tramo de la calle Luis Briñas cerrada, la afición escocesa fue conducida directamente hacia las puertas 21 y 22. Allí les esperaban férreos controles de seguridad y perros adiestrados para detectar drogas y material pirotécnico.
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