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«Mi padre fundó un partido, Jóvenes Marxistas Anarquistas de Andalucía». La represión de los vencedores de la Guerra Civil le llevó a la cárcel ... de Málaga. Su abuela intercedió por él ante un general y logró que le trasladaran a una cárcel vizcaína. «En Málaga, a las cuatro de la mañana, se llevaban sacas de presos a fusilar. En el norte estaba más seguro. Y fíjate lo que son las cosas, un hermano suyo murió en Leningrado luchando con la División Azul».
Al poco de salir jugó en el Arenas unos pocos partidos, según recuerda su hijo, Rafa Cabrera (Melilla, 73 años). «Sé muy poco sobre eso, apenas lo que me contó él», explica en su restaurante El Rincón de Rafa, un templo de cocina española en el centro de Manchester.
Harto de la dictadura, su padre puso pies en polvorosa y emigró a Manchester en 1961. «Yo llegué con 12 años y él no regresó a España hasta 1977».
Con 14, fichó por la cantera del Burnley, recién ascendido a la Premier. Matt Busby, el mítico entrenador del United y cuya estatua preside Old Trafford, «me vio y me llevó al United». Allí jugó en sus equipos juveniles A y B durante dos campañas. «Era centrocampista ofensivo. Soy el primer español que ha jugado en el United e incluso lo hice para una selección inglesa de estudiantes». Luego continuó su carrera en el Stockport County, entonces en la segunda inglesa.
Su padre abrió un restaurante y Cabrera siguió por la misma senda. Hace treinta años puso en marcha el Rincón de Rafa, parada obligatoria para muchos de los personajes más importantes del fútbol en Manchester.
«Ferguson es muy amigo mío. La última vez que lo vi fue hace tres semanas cuando jugamos City y United», explica. Aquí aparece una de las muchas singularidades del hostelero. «Jugué en el United y el primer partido que vi aquí fue un United-Arsenal con entonces el City en Segunda, pero soy del City. Vivíamos en el sur de Manchester y allí la mayoría de la gente es del City. Mis compañeros de clase eran blues y me hice blues». De hecho, incluso llegó a hacer labores de representación del club en algunos palcos antes de que fuera comprado por Emiratos Árabes en 2008. «Entonces teníamos 20 peñas, hoy más de 500».
Cabrera explica las diferencias entre ambos clubes. «Los dos vienes de barrios obreros, el United fue creado en el norte y el City en el sur de la ciudad por un párroco protestante. Se decía que el United era el club de los católicos y el City de los protestantes. Pero no es así. El City tenía el estadio más grande del país en la II Guerra Mundial, pero tras ella el United empezó a crecer. Hasta que llegaron los árabes el United era el Real Madrid y nosotros los pobres del Atlético, pero eso ha cambiado».
Como su amigo Ferguson, es un gran aficionado a los caballos. De hecho, el entrenador del United le solicitó un favor. «Tuve mis propios animales, pero lo dejé en el 2000 porque cuesta mucho dinero. En un cumpleaños en el restaurante, Ferguson me pidió el favor de permitirle poner a una de sus cuadras el nombre El Rincón. Desde luego, le dije que sí encantado. He viajado con sus socios y con él a ver carreras».
Ferguson es un gran conversador. «Cuenta unas historias muy divertidas. Se queda con dos. »Cuando empezaba como jugador en el Rangers se sentó camino del estadio frente a un hombre que sacó una petaca y se puso a beber. Era el árbitro«.
La otra habla del temperamento del escocés. «Tenía un jugador de la cantera que iba a entrenar con un pequeño coche y a los pocos días apareció en un cochazo. Hizo llamar al chico y le preguntó '¿de quién es el coche? Vete a casa, apárcalo y vuelve con el pequeño'».
En 2012 le llamaron desde el Atlético de Madrid para que mediara en el intento de fichar a Pogba. «Estábamos en una comida y le pregunté cómo estaba la cosa. Me respondió 'contéstales que ahora mismo está firmando por la Juventus'».
Ferguson creó un United magnífico a base de disciplina y de controlar todo. «Desde su despacho en la ciudad deportiva veía los campos en donde entrenaban todos los canteranos».
Su salida fue el inicio del hundimiento del club. «Marcaba las pautas y lo controlaba todo. Sin él, se ha perdido el rumbo.» Sobre todo en estos tiempos en los que hay unos propietarios estadounidenses, «que no tienen ni idea de fútbol y a los que lo que más les preocupa es que el club valga cada día más».
«Los del United ven ganada la eliminatoria. Conozco gente que busca hoteles y viajes para la final. De hecho, los precios de los aviones a Bilbao se dispararon en cuanto se pusieron 0-3. Ellos están mentalizados de que ya se han clasificado. Ojalá no, pero el Athletic lo tiene complicado», resume.
Los 3.700 rojiblancos que se desplazan a Manchester serán tratados por todo lo alto. «Los ingleses y los vascos tienen un pasado industrial de siderurgia en común y eso genera semejanzas. El Athletic ya metió aquí 7.000 espectadores en 2012. Se portaron muy bien y dejaron un gran recuerdo. De los seguidores que han venido aquí, han sido de los mejores. No dieron ningún problema. Además, los que estuvieron en Bilbao en la ida dice que fueron muy bien tratados. Todo eso hace que los del Athletic sean muy apreciados y estén muy bien vistos», indica.
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