El pintor de la gabarra: «Me ofrecen 3.000 euros por mi acuarela, pero me gustaría donarla al museo del Athletic»

«Me dije que tenía que hacer algo, llevarlo a una obra». La potencia del acto alimentó su inspiración. Fiel a las leyes de su técnica de acuarelista decidió trasladar la gabarra a una obra de 23x30,5. Primero dibujó a lápiz sobre algodón puro, luego pintó por encima con acuarelas y finalmente lo repasó a plumilla con tinta.

Invirtió cinco días a siete horas de media por jornada. «Me dije que tenía que contar una historia y es lo que he tratado de hacer porque aquel fue un acontecimiento que será recordado muchos años y que atrajo a muchísima gente».

Y pone un ejemplo cercano. «En Medina no había chavales esa tarde. Todos se fueron a Bilbao. Los jueves hay ensayos de Medinarachas (un grupo de percusión local) y sólo estaban el director y un chico», resalta.

En el pequeño espacio de su pintura se desarrolla todo lo que sucedió en el recorrido de la gabarra. Un momento reciente pero ya mítico. Arranca en la parte superior derecha con la llegada al aeropuerto de Bilbao de un avión con la Copa atada a su cola. «Una de las varias bilbaínadas que hay», proclama con una sonrisa.

Luego se suceden las imágenes más recordadas, con todo el universo rojiblanco y vizcaíno: el Puente Colgante, el mural de Soñar, el estadio de San Mamés con los hinchas en el tejado, un puente de La Salvé atestado de gente, el Guggenheim, Puppy, el mirador de Artxanda, la camiseta gigante que lució frente al Ayuntamiento, la puerta de la Casa Consistorial abierta para recibir a los campeones, las traineras que acompañaron al equipo...

La visión de la gabarra de Santamaría incluye a «sólo dos personajes con txapela roja». Uno es Iribar, que aparece con ella en la gabarra mientras sujeta la Copa y el otro es Don Celes, a quien tributa homenaje. «Es un personaje mítico al que he seguido muchos años a través de El Correo», explica. Tiene incluso un detalle antirracista, Muniain y Williams dándose la mano para «demostrar que no hay colores».

«He elaborado además un vídeo (se puede ver en el correo.com) de cómo lo hice porque hay gente que no se cree que sea pintado en acuarela y que lo he hecho por ordenador», explica.

Su novia, con apenas quince seguidores en su cuenta de X, colgó la preciosa imagen de la acuarela en la red social. Como se dice hoy en día, lo petó. En apenas 24 horas llevaba 150.000 visualizaciones. «Es una obra que ha encantado. No me esperaba una repercusión semejante».

La obra ha despertado un gran interés. «Me han llegado a ofrecer 3.000 euros por el original». Pero los ha rechazado rotundo. «No está en venta». Tiene un sueño. «Me gustaría que acabara en el Museo del Athletic, que lo disfrute la afición. Si en un sitio tiene que estar es allí, no en el salón de estar de una persona para deleite sólo de un particular. Estoy empezando y no soy nadie en este mundo, pero si me lo piden se lo donaría encantado porque entiendo que el arte debe estar al alcance de todo el mundo», proclama tajante.

Por el momento ha puesto a la venta reproducciones a dos tamaños, ambos mayores que el original, a 40 y 60 euros. Las hace él mismo en el garaje que ha convertido en su taller y en el que trabaja cada tarde. Ha vendido 85 a través de su web undibujodiario.es.

Hay además una reproducción limitada a 50 unidades (150 euros) para quien desee personalizar la obra con un nombre en la calle. Ha tenido un gran éxito y hay gente que le ha pedido incluir allí a familiares desaparecidos. «Es una forma de hacerles participes también de la gabarra».

Santamaría es un artista autodidacta. Estudió informática y se formó hasta los 12 años en el pueblo con Mari Mar Prieto, «una institución en Medina».

En marzo de 2018 dio un giro a su vida, pidió una reducción de jornada en el bar y desde entonces se refugia unas horas al día en un garaje que ha reconvertido en estudio y en el que saca adelante una acuarela diaria. La de hoy será la número 2.555. «Aquí soy feliz», celebra.

La gabarra del Athletic es la que más repercusión le ha dado, pero no es la primera vez que adquiere celebridad. La tuvo a nivel nacional cuando tras la pandemia Medina de Pomar fue el primer pueblo en organizar verbenas en fiestas. «Hice una con la idea de la lupa y la pequeña aldea gala de Asterix y se habló muchísimo de ella».

El pasado año dio el paso de vender obra. Pintó una serie para el cincuentenario del equipo local, el Alcázar. Fue su primera incursión en el fútbol.

Pese a no ser futbolero, la gabarra disparó su imaginación. Pintó tres obras con referencias al éxito rojiblanco antes de lanzarse con la que le ha dado celebridad. Ya nada será lo mismo para él. «La repercusión que ha tenido me ha dado autoestima y fuerza para seguir adelante en mi carrera de pintor. Sueño con que mi acuarela de la gabarra acabe un día en el Museo del Athletic y que yo pueda un día vivir de esto».