Cada partido es una historia en el Athletic
Los rojiblancos están en una buena línea, pero desde el choque contra el Girona sus actuaciones no han podido ser más dispares
Todos sabemos que en el fútbol no hay dos partidos iguales, pero nos entran dudas de que puedan ser tan distintos como los cinco últimos ... que ha jugado el Athletic. Este miércoles se cumple un mes del choque en Montilivi, que quedará para los anales por los tres penaltis fallados. A aquella derrota irritante le siguieron una sencilla goleada al Espanyol, una inmerecida victoria en San Mamés ante un Slavia Praga muy superior, un indigesto empate a cero ante un Mallorca en inferioridad durante 70 minutos y lo del domingo con el Betis, es decir, el mayor desperdicio de ocasiones claras que se recuerda a los rojiblancos en los últimos años. En total, dos victorias, dos empates y una derrota.
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En lo único que se parecen esos partidos citados, tal y como discurrieron, es que los jugó el Athletic de Valverde, un equipo reconocible en muchos aspectos: intensidad, dinamismo, capacidad de sacrificio, espíritu ofensivo... Los rojiblancos son una garantía de partidos abiertos, entretenidos, muy apetecibles para el espectador neutral. Por verles se puede pagar una entrada. Con ellos hay que asumir siempre un margen de descontrol. Ahora bien, el de este último mes ha sido exagerado, hasta el punto de que sus partidos se han convertido en un enigma.
Quien mejor lo ha reflejado es Ernesto Valverde con sus gestos en el área técnica. El técnico rojiblanco no es que sea muy expresivo. Al revés. Es un hombre bastante contenido. Pero hay situaciones insuperables hasta para el más templado. Tras el tercer penalti fallado en Girona se le vio mirar al vacío y esbozar una sonrisa dirigida a no se sabe quién, pero desde luego a alguien importante en la toma de decisiones de este mundo, al gran bromista universal. Contra el Slavia, por el contrario, sus gestos fueron de contrariedad y alivio, como quien se siente molesto por una tormenta, pero se alegra de llevar un buen paraguas, uno de esos grandes de golfista. Y qué decir del domingo. A medida que sus pupilos iban desperdiciando ocasiones se le iba poniendo un extraño gesto, entre angustiado y vacilón, hasta llegar a ese punto en el que uno duda seriamente entre ponerse a hacer asanas de yoga o gritar y pinchar balones con un cuchillo de cocina.
12 goles
ha marcado el Athletic en las primeras partes por seis en las segundas
Uno se pone a buscar las causas de esta serie de partidos tan dispares y se acaba metiendo en un camino complicado. Podríamos pensar en que la mala puntería ha sido la clave. Desde luego lo fue en Girona, donde aparte de los tres penaltis el Athletic desperdició otras cuatro ocasiones claras en la portería de Gazzaniga. Y desde luego, lo fue ante el Betis de una forma exagerada. Sin embargo, ante el Espanyol sucedió todo lo contrario. El equipo funcionó como un reloj suizo en el área rival y marcó cuatro goles con sólo seis remates entre los tres palos. Contra el Slavia Praga también tiró de eficacia. Sólo tres disparos le bastaron para marcar un tanto, el de la victoria, mientras que los checos no vieron puerta en siete lanzamientos.
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Fluctuaciones
La calidad del juego también ha fluctuado más de lo normal. El Athletic ha aprendido a competir a un alto nivel. Hasta cuando se ve superado por el rival, mantiene la compostura y tira de oficio para aguantar. Incluso para ganar, como hizo ante el Slavia. Su fútbol, sin embargo, no es tan regular. En general, las primeras partes son bastante mejores que las segundas. De hecho, ha marcado en ellas el doble de goles: 12 frente a seis. Y lo mismo puede decirse de los tantos encajados. En los primeros 45 minutos de los partidos ha recibido tres y en los segundos, directamente el triple, nueve.
La falta de puntería está penalizando mucho a los rojiblancos, sobre todo ante rivales directos
Quiere esto decir que el equipo de Valverde no ha sabido aprovechar en las segundas partes situaciones ventajosas en las que el rival tenía que abrirse tras verse en desventaja. Y tampoco lo ha hecho cuando el rival ha echado el cerrojo, como hizo el Mallorca desde el minuto 20 cuando se vio con uno menos tras la expulsión de Samú Costa por doble amarilla. En aquel partido la falta de claridad de ideas en ataque fue sangrante. El equipo creó muy pocas ocasiones. La mayoría de sus 20 remates fueron forzados y defectuosos. Todo lo contrario que el domingo, cuando las ocasiones creadas ante la portería de Rui Silva no pudieron ser más diáfanas.
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Los de Valverde han sumado dos victorias, dos empates y una derrota en los cinco últimos partidos
Hablamos, pues, de un Athletic fluctuante, por momentos impredecible. Eso sí, siempre dentro de un alto nivel competitivo que le permite marchar sexto en la tabla y llevar muy bien sus deberes en la Europa League, donde figura entre los ocho mejores. Es probable que esta situación tan curiosa no pase de ser una consecuencia lógica de un calendario más exigente y de las rotaciones que lleva aparejadas. En cualquier caso, el Athletic necesita dar una mayor regularidad a su juego para poder avanzar con un paso más firme.
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