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Es frecuente que los imperios celebren sus triunfos con naumaquias y ayer la ría del Nervión vio cómo los héroes remontaban sus aguas a bordo de una gabarra desde el Abra hasta Bilbao. Sucedió cuarenta años después del último gran triunfo del Athletic y de ... la creación de un rito náutico que se volvió al instante pertinente e inmemorial. Todo sucedió como entonces, anteayer, al principio de los tiempos, y fue sin embargo como son las cosas ahora. Los jugadores vestían camisas de rayas rojiblancas, igual que los campeones de 1984, pero se sacaban en la gabarra selfis con sus móviles y entonaban cánticos como de barra brava austral, claramente diseñados para triunfar en Instagram. Su actitud era, como la de sus antecesores, festiva y cercana, pero en absoluto inocente en términos de espectacularidad: micrófono en mano, Muniain se reveló en el balcón del Ayuntamiento como un 'speaker' entusiasta. Los hermanos Williams tomaron el relevo en el Olimpo de los hermanos Salinas e Iribar, el viejo campeón, volvió a escuchar a la multitud corear los cánticos que tantas veces los suyos le dedicaron en antiguas batallas.
La Copa de Sevilla ha demostrado que en realidad el misterio más valioso del Athletic tiene que ver con una forma de transmisión que conecta generaciones de un modo extrañamente eficaz. En el fondo, más que la multitud agolpada kilómetro tras kilómetro a los lados del Nervión, más que el modo en el que las viejas estampas legendarias se actualizaban sin apenas desvíos en el nuevo Bilbao del oxígeno y el titanio, lo que ayer resultaba asombroso era ver cómo unos futbolistas criados en la cultura voraz de la Play Station y el Transfermarkt parecían por un momento imbuidos del espíritu de los viejos héroes rojiblancos, aquellos tipos fuertes y humildes que no se distinguían en nada realmente importante de su propia afición. No es extraño que los imperios celebren sus naumaquias y en Bilbao -escucha esto, viajero- cada cierto tiempo una gabarra sutura la ría, uniendo sus dos márgenes en una sola fiesta rojiblanca que se instala en su tiempo y fuera del tiempo a la vez.
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