«Me quitaba el sueño que el equipo bajara, no la dimisión»
A Fernando Lamikiz le tocó ser presidente del Athletic en una época convulsa y con el equipo en la zona baja. No acabó el mandato
iván orio
Domingo, 1 de mayo 2016, 06:24
La 'legislatura' de Fernando Lamikiz fue muy complicada «desde el minuto uno», pero la afrontó con entereza y se marchó del club de su ... vida «dando la cara» cuando la «crispación» por la mala situación del equipo era ya insoportable. Acertó con el fichaje de Javi Martínez y una «concatenación de errores por parte de todo el mundo» convirtió el contrato de Iban Zubiaurre en un culebrón. En su último año de mandato adelgazó «20 kilos». «La tensión que viví aquella campaña no se la deseo a nadie», admite.
Su padre era un forofo del Athletic y le inoculó ese veneno. ¿Quiénes eran sus ídolos en su infancia?
Fidel Uriarte y Txetxu Rojo. Eran dos jugadores excepcionales. Y luego, aunque no le he visto jugar, de lo que me han enseñado en casa y que luego he podido comprobar con la estadísticas, yo creo que el futbolista más importante que ha tenido el Athletic ha sido Piru Gainza.
¿Iba a San Mamés desde niño?
Sí. Mi padre y yo no éramos socios, pero iba a San Mamés cinco o seis veces el año. Me acuerdo del primer partido que fui. Jugábamos contra el Pontevedra y ganamos 3-0. Fui a General numerada y me llamó mucho la atención porque estabas muy cerca de los jugadores. Casi casi les podías dar la mano.
¿Ser presidente del Athletic siempre estuvo en su cabeza?
Es una evolución. Mi socio del despacho, Ibarrondo, y yo nos hicimos compromisarios y sin darte cuenta entras en la dinámica del club. Luego Arrate me llamó para su proyecto, en el que estuvimos siete años, y piensas: '¿Por qué no intentarlo?'.
Gana las elecciones en 2004 a Juan Pedro Guzmán y José Alberto Pradera. Los socios dieron la espalda a aquellos comicios, en los que hubo un elevado índice de abstención. ¿Ese dato pesó a la hora de gobernar?
Yo tuve tres experiencias en elecciones del Athletic. Unas como directivo con Arrate, que fueron muy reñidas. Las segundas, ya optando a la presidencia, con Javier Uria, que las perdí aunque disfruté muchísimo. Y luego las terceras, que gané. Sí me llamó la tención el índice de abstención, pero también contaba con ello porque nosotros en las encuestas teníamos una ventaja muy grande. En unas elecciones, cuando los sondeos dan resultados así, la gente se desmoviliza.
¿Influyó el 'caso Ochoa'?
No creo que hubiera 'caso Ochoa'. Cuando fui directivo nunca se habló del contrato de Fernando Ochoa. Y cuando me presento a las elecciones me encuentro con un problema en el que no tenía nada que ver. Nunca había visto su contrato y no fui quien prescindió de sus servicios. Siempre me he hecho una pregunta. ¿Y sabiendo que tenía ese contrato, el que le despide por qué lo hace si era una persona cuyo trabajo era satisfactorio?
Declaró nada más acceder a Ibaigane que al socio no se le había trasladado «la auténtica realidad de la situación económica». ¿Tan mal estaban las arcas del club?
El momento era bastante malo. Es muy difícil evaluar lo que había entonces con lo que hay ahora, pero el Athletic llevaba varios años con déficit estructural. El contrato de televisión era entonces de unos 9 millones de euros.
¿Cuál fue su primera decisión de calado como presidente?
Las primeras decisiones fueron económicas. Había que equilibrar ingresos y gastos.
La verdad es que no tuvo un mandato tranquilo. Meses después de asumir el cargo, Ernesto Valverde anuncia que dejará el club a final del curso. ¿Por qué se marchó?
Con Valverde siempre he tenido buena relación. Le hice una oferta de renovación abierta, para hablarlo. Él decidió marcharse del Athletic, dimos una rueda de prensa conjunta y creo que él lo decidió por motivos personales. Quizás porque pensaba que se había acabado un ciclo suyo en el Athletic y porque tenía que tomar aire en otro sitio.
¿No congeniaban?
Lo que se habló de que le echamos, de que no teníamos buena relación, eso no sucedió. Ernesto no tendrá queja de mi trato y sabe que le hicimos una oferta de renovación. Le intenté convencer durante varias horas de que siguiese, pero hay que ser respetuoso con la gente que piensa que su vida tiene que tomar otra dirección. Lo mismo con los entrenadores que con los jugadores.
¿Quizás los objetivos que se marcaba la junta eran muy ambiciosos? Alguno de sus directivos sostenía que la meta de aquel equipo era entrar en Champions.
El Athletic tiene que tener los pies en el suelo, pero también debe ser ambicioso. Tiene que estar tensionado, porque si no corres el riesgo de conformarte. En los últimos años el equipo ha tenido una presión y los jugadores han asumido esa exigencia. Ya hablan de entrar en la Champions. Cuando estábamos nosotros se ponían un límite mucho más bajo. El Athletic es una enorme institución, con historia, con una afición muy importante, con unos recursos económicos muy importantes, y, con independencia de los jugadores que tenga en cada momento, tiene que tensionar para salir a ganar y no caer en el acomodo.
Termina la campaña de Valverde y hay que designar nuevo entrenador. Elige a Mendilibar. ¿Por qué?
Fue una apuesta bastante meditada. Ernesto había sido un entrenador de la casa y José Luis también lo era. La temporada que hizo en el Eibar fue muy importante. Pero sobre todo nos convenció el hecho de que gran parte de los jugadores de la primera plantilla él ya los había tenido en las categorías inferiores.
Su pensamiento era tener un entrenador para varios años, pero el equipo de Mendilibar no funcionó y tuvo que destituirle.
Es el momento más difícil de un presidente. Yo tuve que destituir a dos entrenadores (Mendilibar y Clemente) y ahora son dos grandes amigos. Ni siquiera mi dimisión me pareció un momento tan duro. Con la perspectiva del tiempo probablemente en el caso de Mendilibar hubiera reaccionado de una forma diferente, y con Clemente también. Pero estábamos en una posición difícil en la tabla, no estábamos acostumbrados a estar ahí desde la época de Stepanovic y había mucho nerviosismo en todos los estamentos.
Y llegó Clemente.
De la misma forma que el Athletic durante muchos años ha pensado en un perfil de jugador, también tendría que existir un tipo de entrenador que nazca en la casa. Tiene que haber una cantera de entrenadores porque son los que mejor conocen el club. Y Clemente conocía el club y sabía motivar. Además, estábamos en una situación complicada. En equel momento hubiera sido impensable traer un entrenador que no fuese de la casa.
Clemente acabó la campaña y la idea era mantenerle. Sin embargo, aquella rueda de prensa incendiaria en la pretemporada de Benasque, en la que, entre otros asuntos, cuestionó el fichaje de Javi Martínez le costó el puesto.
Fue un día muy triste. Yo estaba en el Mundial de Alemania. Fue una situación rara. Yo había hablado con él del inicio de la nueva temporada y de que en la comunicación externa todo lo que pudiera suscitar algún tipo de discrepancia se tratase en casa. Nosotros habíamos hecho un gran esfuerzo negociador con Javi Martínez. Nos llevó casi dos meses convencerle. Y se dio aquella rueda de prensa y el tema se torció. Fue una pena porque pienso que Javi (Clemente) hubiera conseguido hacer un equipo armado.
El club pagó a Osasuna 6 millones de euros por Javi Martínez, un chaval de 17 años. Es evidente que se acertó con su fichaje, pero fue una operación arriesgada.
El Athletic tiene la obligación de estar atento a todos los jugadores vascos que hay en el mundo. Se hizo un informe desde Navarra en el que se instaba a fichar a Javi Martínez. Era un jugador diferente. Hicimos una apuesta que era muy arriesgada pero que había que hacer.
2004-2006
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Fernando Lamikiz (Gernika, 1959) llegó a la presidencia del Athletic en 2004 tras ganar unas elecciones a las que también se presentaron Juan Pedro Guzmán y José Alberto Pradera. Tuvo tres entrenadores de la casa, José Luis Mendilibar, Javier Clemente (a los que destituyó) y Félix Sarriugarte, pero el equipo no funcionó y se movió en la zona baja. Durante su mandato se fichó a Javi Martínez e Iban Zubiaurre. Dimitió de su cargo en 2006.
Lo que se convirtió en un quebradero de cabeza fue el fichaje de Iban Zubiaurre. ¿Se precipitó en su presentación?
Zubiaurre era internacional sub'21 y lo había sido en todas las categorías. Era una apuesta de futuro y teníamos muy buenos informes de él. A mí me lo proponen en marzo desde los servicios técnicos del Athletic y yo les digo que no quiero ningún problema con la Real, que quiero que sea una operación limpia. Me lo vuelven a a proponer en junio y me dicen que el tema ya estaba solucionado. Llegó un fax en el que se decía que le podían dar la baja por 300.000 euros. Había otros dos equipos interesados, el Betis y el Deportivo. Nosotros llegamos a un acuerdo con él, pero no firmamos nada. A partir de ahí se producen una serie de errores, mezclado con que si en vez de venir al Athletic se va a otro club la Real no hubiese dicho nada. Hubo errores, se formó una bola de nieve... Yo me reuní discretamente con dirigentes de la Real para solucionar el asunto, pero tenían miedo a su propia afición.
El asunto coleó durante años hasta que el Athletic perdió en los tribunales y tuvo que pagar cinco millones de euros. ¿A día de hoy se arrepiente de aquel fichaje?
Le hubiese fichado igual. Ahora, visto lo visto, lo hubiésemos hecho de otra forma. Con total seguridad. Hubo una concatenación de errores por parte de todo el mundo.
Dio la baja a Julen Guerrero, un símbolo del club. Me imagino que tendría que escuchar de todo.
Hablamos con él y con su padre. Entendimos que lo mejor para el jugador y la institución era hacerlo con normalidad. Un futbolista que había representado tanto para el Athletic no podía acabar jugando de manera testimonial.
En el verano de 2006, tras el cese de Clemente, usted mira al Bilbao Athletic y decide darle una oportunidad a Félix Sarriugarte como entrenador del primer equipo.
Otra apuesta. Todos los entrenadores que estuvieron conmigo fueron de la casa. Sarriugarte había hecho un gran trabajo en el filial. Quizás lo cómodo hubiera sido poner un escudo, fichar a un técnico de primerísmo nivel y pagarle un dineral, pero... Si con Sarriugarte hubiéramos venido de una temporada normal habría sido diferente. Pero veníamos de una temporada convulsa, con la gente inquieta y con un nerviosismo latente.
¿Cómo se sentía en aquellos momentos? Lo digo porque los aficionados se giraban una y otra vez hacia el palco de San Mamés y en alguna ocasión tuvo incluso dificultades para abandonarlo.
Aquel año adelgacé veinte kilos. La temporada salió mal, yo lo pasé fatal, vivía con la clasificación en la cabeza todo el día hasta que nos salvamos en La Coruña. Es una tensión que no se la deseo a nadie. Que los socios te piten va en el cargo.
Su mesura en el terreno profesional se convierte en pasión desbordante en el Athletic. ¿Es difícil compaginar ambos estados de ánimo en la presidencia?
Todos los socios del Athletic tienen un punto de forofo. Yo en el palco no he mostrado ni el más mínimo rictus por respeto al contrario. Pero tú lo sientes, lo llevas dentro.
Al final tuvo que presentar la dimisión. ¿Es lo más duro que le ha ocurrido en la vida?
No. Yo la decisión la medito mucho, hablo con mucha gente del fútbol que ha estado en situaciones similares a la mía. Lo mejor para el Athletic era que dimitiera. El ambiente estaba tan crispado, una crispación sobre todo centrada en mi persona, que lo mejor entonces era que dejara el Athletic. Di la cara porque tomé la decisión en la asamblea de compromisarios. Y a partir de ahí desaparecí de escena y no he tenido ningún mono de volver a Ibaigane. Al día siguiente de la dimisión ya tenía el chip cambiado.
¿Se sintió muy solo cuando bajó por última vez las escalinatas de Ibaigane?
No, para nada. A mí lo que me quitaba el sueño era que el equipo pudiese bajar, no la dimisión.
¿Va a San Mamés? ¿Ha disfrutado con el equipo esta temporada?
Voy a San Mamés de vez en cuando porque van mis hijos. Desde la exhibición de Old Trafford, el Athletic lleva bastantes años en una situación dulce en todos los sentidos: campazo, no hay problemas entre los socios, bonanza económica, se juega en Europa regularmente, el equipo está jugando muy bien... Ganar al Athletic es dificilísmo. Y hemos ganado la Supercopa, y nada menos que al Barcelona.
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