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Una de las tribunas prácticamente vacía en el partido del domingo.

San Mamés es muy grande... y caro

La enorme capacidad del estadio y el elevado precio de las entradas provocan un frío ambiente en las gradas, donde el domingo acudieron unas 9.000 personas

laura gonzález

Lunes, 7 de septiembre 2015, 16:23

Una semana de lo más ajetreada para San Mamés terminó ayer con fiesta en el terreno de juego. Después de que más de 50.000 personas hicieran cola en los últimos días para fotografiarse con la Supercopa, el título que ha devuelto a la gloria al Athletic 31 años después, en el mismo escenario los sucesores de los que protagonizaron esta gesta sumaron su primer triunfo de la temporada después de regresar a Segunda. Fue ante el Mallorca, y con remontada incluida. Otro hito más. Pero eso solo se palpó sobre el césped, y en el vestuario.

En su estreno en La Catedral hace un par de semanas los del Cuco Ziganda habían conseguido reunir en las gradas a unos 8.000 aficionados, que se hicieron notar durante gran parte del duelo. En esta ocasión la cifra aumentó, sumando en torno a un millar más. Muchos se dejaron caer por el estadio con hambre de fútbol, debido al parón liguero del primer equipo. "Un fin de semana sin Athletic se hace muy raro ahora que ya ha empezado la liga así que nos decidimos por venir a ver a los cachorros. Luego lo celebraremos con unas rabas", comentaban entre risas Patxi y Pascual, vecinos de Erandio, en las inmediaciones de una de las puertas de acceso. La hora, las doce del mediodía, invitaba a que las localidades se llenaran de color, y sobre todo de familias. Y las hubo, pero el ambiente que se vivió siguió siendo frío.

Lo cierto es que el templo rojiblanco ofreció de nuevo un aspecto bastante desangelado, con aficionados dispersos por todo el graderío. El himno volvió a atronar San Mamés, como en la jornada del estreno del filial, pero no se escucharon los típicos gritos de 'Athletic, Athletic' hasta el minuto 72, justo antes de que llegara el segundo tanto rojiblanco, obra de Seguín aunque en la megafonía y en el videomarcador se lo otorgaron en un principio a Unai López. Se repitieron instantes antes de que una falta de Bianchi le costara su expulsión por doble amarilla, lo que acto seguido convirtió la arenga en ensordecedores pitos. Los aplausos tuvieron nombres propios. Fueron sobre todo para Lekue y sus internadas por la banda, para las ocasiones falladas por Iturraspe y Vesga, para Remiro y sus paradas y para los goleadores de la mañana. Los elevados precios de las entradas, que alcanzan hasta los 80 euros, echan para atrás a muchos y propician que, las colas vistas en los últimos días, no se formen también para impulsar a los cachorros.

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