Antes del partido contra el Atlético, Ernesto Valverde habló del trabajo invisible de Iker Muniain. El capitán había anunciado unos días antes su marcha y el entrenador del Athletic, quien definió como «leyenda» al navarro, fue más allá de su rol deportivo para reconocer su ... actitud en el vestuario. «Lo que ha hecho de puertas para adentro es algo increíble. Se lo dije delante de sus compañeros. Cuando llegan estos momentos en los que la gente tan importante deja de participar tanto hay que saber digerirlo, y sobre todo ayudar al equipo. Ha estado más que de diez, tanto en el campo como en el banquillo». Txingurri homenajeó así en público la labor del mediapunta. En el año del adiós al club de su vida, lejos de soslayar las tareas grapadas al brazalete se volcó con el equipo fuera de los focos, un lugar en el que también ha brillado Raúl García. Los dos han estado siempre en los buenos pero sobre todo en los malos momentos, en los que se les necesitaba y supieron estar a la altura de las expectativas.
Los dos navarros asumieron que su cuota de protagonismo en el terreno de juego había bajado de forma notable. No es algo fácil de digerir cuando hasta hace nada habían sido referencias absolutas en el ataque y sus concursos se contaban por titularidades. Pasaron a ocupar un discreto segundo plano en el banquillo, que les quemaba e incomodaba. Un lugar en el que no querían estar, y menos en su último año como rojiblancos. Pero supieron ver la realidad, atender las leyes de la vida y proyectar sus galones en otros ámbitos del día a día. «Han sido un gran apoyo para los jóvenes», se felicitan en el club, porque la labor de Muniain y Raúl en el vestuario se volvió fundamental en una temporada memorable. «Han encajado perfectamente en su papel de capitanes, con una entrega y compromiso admirables», sostienen.
Uno de los ejemplos más ilustrativos de este trabajo intestino tuvo lugar en la final de la Copa. En el descanso, con desventaja en el marcador, el vestuario estaba afectado, preocupado, sumido en el silencio, hasta temeroso. Entonces dieron un paso al frente Muniain y Raúl García, además de Ander Herrera. Ejercieron de líderes, se dirigieron a sus compañeros de una manera contundente y levantaron al equipo. Ninguno de ellos estaba jugando en aquel momento -los dos navarros salieron en la prórroga-, pero vieron que había que actuar porque la situación lo pedía a gritos. La 'charla' dio sus frutos, el Athletic empató y la final llegó a la tanda de penaltis. Ahí, en el punto de cal, Muniain y Raúl García pidieron lanzar y marcaron. Lo hicieron además en el primer y en el segundo lugar, asfaltando el camino para el resto.
Sin calentar para ayudar
Raúl García siempre ha llevado mal la suplencia. Competidor nato, condición que conserva a sus 37 años, quería ayudar en el 'verde'. Y lo ha hecho, como en la final de La Cartuja. Jugar la última media hora de la final y encima marcar el penalti ha contribuido que su paz sea total. «El equipo ha estado bien en mi último año. Me retiro con la conciencia tranquila», dijo en su discurso de despedida. «Me he dejado todo lo que he tenido. Siempre he intentado pensar en mis compañeros y en el club». Una afirmación del todo cierta si se la relaciona tanto con sus prestaciones en el terreno de juego como en el vestuario. «Un referente», coinciden en la caseta, donde el navarro es un ejemplo de profesionalidad y entrega.
Compromiso sin fisuras
También Muniain ha cautivado a sus compañeros con un compromiso sin fisuras. En su último año en el club, el capitán ha sido un apoyo constante para sus compañeros y el cuerpo técnico. Lo fácil hubiera sido echarse a un lado y dejar que el tiempo pasara, pero su actitud ha sido justo la contraria. Otro ejemplo: mucha gente se ha fijado que en San Mamés apenas calentaba antes del partido y en el descanso. ¿Por qué? Porque estaba dentro con el 'staff', aportando al grupo de trabajo de Ernesto Valverde.
Cuando el '10 rojiblanco' habló al día de su despedida, dijo lo siguiente: «Ojalá haya podido ayudaros a crecer a todos a nivel humano y profesional. Con eso me conformo. Y también haberos ayudado a entender un poco más el sentimiento Athletic, lo que supone ponerse esta camiseta todos los fines de semana, respetar al rival, saber ganar y perder». La plantilla rompió en aplausos y luego De Marcos cerró el acto con un breve discurso. Muniain y Raúl García han ejercido de guías en una temporada complicada para ellos. «Han sido lo que tienen que ser, y eso no es nada sencillo», apuntan quienes les conocen. Les han visto empujar bajo los focos y también en la sombra.
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