La mejor versión de Raúl García, Muniain y Williams
La Supercopa saca el mejor fútbol de un trío atacante que ha pasado del letargo a su versión más eléctrica en dos partidos para la historia
El que dijo que el fútbol es un estado de ánimo dio en el clavo. Porque lo es, tan sensible a los cambios ambientales y ... a los detalles más íntimos que en cuestión de segundos cambia ciclos vitales. Joaquín Caparrós lo definió a su manera con aquel «en el fútbol se pasa de puta a monja en cinco minutos». Un buen ejemplo de ello es el Athletic, que transitó de un estado depresivo a la euforia en cuestión de días. La razón principal hay que buscarla en los jugadores, que con la llegada de Marcelino García Toral afilaron sus sentidos y se hicieron con la Supercopa en 72 horas, tiempo en el que se sacudieron de encima al Real Madrid y ejecutaron al Barcelona en la gran final. Brillaron todos, con más o menos luz, pero especial atención merecen Raúl García, Iker Muniain e Iñaki Williams. Despertaron de su letargo y ofrecieron su versión más eléctrica para hacer historia. Ya están en ella.
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LAS CIFRAS
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2 goles de Raúl García en la Supercopa. El navarro recuperó su mejor fútbol, doblete incluido ante el Madrid y un tanto anulado por un fuera de juego milimétrico con el Barça.
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1 gol de Iñaki Williams en la Supercopa. Fue el de la victoria y supuso la conquista del título. También asistió a De Marcos en el 1-1. La Cartuja debe significar su despegue.
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2 pases de gol de Iker Muniain. El primero de ellos quedó invalidado por el fuera de juego de Raúl García, y el segundo valió para que Villalibre forzara la prórroga ante el Barça.
Williams marcó el gol de su vida en La Cartuja. Hasta entonces, llevaba cuatro en 18 jornadas de Liga y no terminaba de echar a volar. El año anterior acabó con seis en 38. ¿Su récord? Los 13 de la campaña 2018-2019. Con la definición como asignatura pendiente -su media histórica es de un tanto cada cuatro partidos-, el delantero se disfrazó de héroe y se inventó una pequeña obra de arte que Ter Stegen solo pudo admirar. Antes regaló una asistencia que De Marcos tradujo en el empate a uno. Pero su remate a la escuadra dio la vuelta al mundo y fue narrado en decenas de idiomas. Había avisado a los culés en San Mamés, donde hace un par de semanas galopó e hizo el 1-0 que el Barça remontó. En Sevilla explotó en la prórroga y dio el título al Athletic.
Rápido y vertical, Williams se había apagado en los últimos meses -llegó a encadenar 15 partidos sin marcar-. Resurgió definitivamente en la Supercopa, que debe usar como pista de despegue. Bien calibrado, el delantero es un arma poderosa. Indiscutible para todos sus entrenadores, con 175 jornadas seguidas jugando, el bilbaíno ha subido la intensidad de su luz en La Cartuja. También lo ha hecho su amigo Iker Muniain, quien jugó un muy buen fútbol en Andalucía. El capitán hizo una gran final, lideró al equipo, puso centros exquisitos -uno de ellos sirvió para que Villalibre forzara la prórroga- y defendió como si le fuera la vida en ello. Presionó, hizo faltas, se tiró al suelo innumerables veces para parar a los Messi y compañía, forzó libres directos, volvió loco a Mingueza y no paró de trabajar.
«A veces toca meterse en la trinchera y esperar». Cuando salió fue para marcar y ganar
raúl garcía
La resurrección de Raúl García
Muniain se ubica ahora por la izquierda en el 4-4-2 de Marcelino, pero es solo su punto de partida. No deja de meterse por dentro, entre líneas, donde caracolea feliz amargando a los rivales. Cuando está a un buen nivel, el equipo lo agradece. Lleva cuatro goles en lo que va de temporada y, lo que es más importante, en Sevilla exhibió su mejor fútbol. La versión mostrada en La Cartuja es la que se espera de él, la de un futbolista 'estratégico', que aparece cuando se le necesita, lidera, pide el balón cuando quema y da soluciones cuando más aprieta el contrario. Sin duda, una gran noticia para Marcelino, quien ve en el capitán a una pieza fundamental para su puzle.
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Raúl García es otro elemento que ha encajado a la perfección en el molde del técnico asturiano. Un ejemplo de lo que significa perder el puesto, verse alejado de su mejor nivel, seguir trabajando y recuperarlo en todo su esplendor. No sería exagerado decir que la resurrección del navarro -si alguna vez ha estado sin pulso- fue una de las grandes noticias de la Supercopa. Con Gaizka Garitano dejó de ser titular, no veía la portería -un gol en 17 partidos- se pasó de revoluciones en Valdebebas, donde vio dos amarillas en 13 minutos, y cargaba con la culpa de la roja. «Me equivoqué. Estaba en deuda con el grupo», dijo después de su doblete en Málaga ante el Madrid. «A veces toca meterse en la trinchera y esperar». Salió y ganó.
Incluso marcó en la final, de cabeza, gol anulado por un fuera de juego milimétrico. «Estoy al servicio del colectivo. La victoria es felicidad para el equipo. Siempre he confiado en este grupo. Ahora y hace meses». Raúl García salió de su trinchera y disparó con munición de verdad. Levantó el octavo título de su carrera de cinco competiciones diferentes. Los que le conocen dicen que ya piensa en el noveno.
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