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Iñigo Pérez (Pamplona, 32) es un hombre feliz. No para de sonreír a la vida y la vida le sonríe. Le golpeó con dureza en ... el pasado, con saña, pero consiguió salvar todos los obstáculos y salir de un túnel lleno de sombras. El excentrocampista del Athletic, ahora en Osasuna, recibe a EL CORREO en El Tajonar. Amable y buen conversador, el navarro hace un repaso a su trayectoria, habla con pasión del fútbol, pone por las nubes al club rojiblanco y se sincera por primera vez sobre una «enfermedad relativa a la mente» contra la que batalló durante más de diez años. ¿Resultado? Ganó por goleada. Ahora es solo un mal recuerdo, que no logra apagar la luz de un hombre que brilla con luz propia y está en el mejor momento de una carrera que quiso dejar «miles de veces». No lo hizo, y acertó. Hoy estará en San Mamés para verse las caras con sus antiguos compañeros. «Tengo muchísimas ganas».
- Han pasado más de seis años desde que se marchó del Athletic. ¿Cómo le ha tratado la vida?
- Es un balance satisfactorio a nivel deportivo y personal. Salí de Bilbao y me fui al Numancia, donde estuve cuatro temporadas. Crecí en todos los sentidos. Soria fue una experiencia positiva. Este es mi segundo año en Osasuna. En el primero logramos el ascenso y ahora... diría que vamos muy bien. ¿Por qué? Porque nuestro objetivo es la salvación y contamos con un buen colchón.
- Acaba de cumplir 32 años, de los cuales 11 los pasó en el Athletic. ¿Mereció la pena?
- Claro que sí. Mi etapa en el Athletic ha sido importantísima. Llegué con 13 años y ahora que soy padre me doy cuenta de cómo el Athletic cuida a sus niños. Es de agradecer. Llegué a la Primera División, jugué en Europa, conocí a gente importante, me enfrenté a ídolos. Pero sobre todo estoy agradecido al club a nivel personal. El camino que te marca el Athletic es el correcto.
- ¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de su paso por Lezama?
- Lo mejor es que hay personas normales en el club. Con el paso del tiempo, me doy cuenta de que lo que transmiten es real, que no hay superficialidades. ¿Lo malo? Quizás, y no solo hablo del Athletic porque es algo extendido, la excesiva presión que se mete a chavales de 12, 13 o 14 años. Se deja de lado el juego y se les profesionaliza demasiado pronto.
- Cuando ve a chicos tan jóvenes con agentes, firmando contratos y cobrando, ¿qué piensa?
- Que es desmedido. En los últimos años todo se ha acelerado demasiado y se están comiendo edades en las que los niños tienen que jugar. Tienen que jugar donde sea, en el equipo que sea, pero disfrutando. Si aceleramos tanto el proceso, el niño puede decirte con 14 años: 'El fútbol no me gusta'. Se les profesionaliza muy pronto. Es excesivo.
- ¿Se liberó al salir del Athletic?
- No. Nunca diré que el Athletic es una burbuja, pero para un jugador es un club casi utópico. Las condiciones que tiene allí el futbolista son las mejores. No hablo solo de las instalaciones, sino del nivel de los cuidados.
- Jamás ha escondido su cariño y admiración por Marcelo Bielsa. ¿Qué le enseñó 'El Loco'?
- Marcelo te ayuda a bucear y profundizar en los aspectos fundamentales de la vida. Los jugadores estamos más en la superficialidad y nos mantenemos fuera de estos temas. Me refiero a los valores esenciales de la vida. Él te lo hace ver de un modo aplicado al fútbol y el alto rendimiento, con una exigencia máxima. Llega al rendimiento a través del conocimiento de las personas.
- En un entrenamiento chocó con Iraizoz y empezó a sangrar en abundancia. «¿Puede seguir?», le preguntó Bielsa. «Si usted quiere, sí», le respondió. «No se preocupe, si se muere la responsabilidad será mía», le dijo 'El Loco'. Este diálogo le describe a la perfección.
- En aquel momento lo ves y piensas que es una barbaridad. Pero Marcelo crea un vínculo contigo, una especie de responsabilidad, y te hace sentir que si te vas del entrenamiento le estás fallando. Yo estaba grogui, me dieron 18 puntos de sutura en el labio y entonces me dije: 'Me tengo que quedar. Si me dice que si me muero la responsabilidad es suya eso quiere decir que está a un nivel de pasión de trabajo que yo tengo que igualar'. Luego, en el vestuario, nos reunió a todos y me puso como ejemplo de valentía y coraje. Los compañeros y el cuerpo técnico me firmaron un balón que aún tengo en casa.
- En el Mallorca lo pasó mal. En un partido se le vio salir con lágrimas en los ojos. ¿Por qué a la gente le cuesta entender que un futbolista también sufre?
- Quizás por los estereotipos. El futbolista crea una imagen ante las personas. Se convierte en jugador profesional, algo muy complicado, y luego consigue logros deportivos. Desde pequeños los idolatramos. Es por eso por lo que no entendemos que alguien que consigue cosas difíciles puede salir llorando del terreno de juego. Ensalzamos demasiado la figura del futbolista. Tiene cualidades para dedicarse a este deporte, pero no salva vidas, no educa, no es tan importante.
- Dani García confesó que sufría episodios de ansiedad e Ibai también habló de sus miedos, de que hubo momentos en los que rezaba para que el entrenador no le sacara. ¿Les entiende?
- Mi caso... Nunca he contado lo que me pasó. No me gustaría... Sufrí una enfermedad relacionada con la mente durante más de diez años. Cuando estuve en Mallorca todo explosionó. Nadie lo sabía. Lo había mantenido en secreto. Hubo un momento en el que no pude hacerle frente y tuve que contarlo (a su gente).
- Está superado.
- Sí. No quiero hablar de ello porque se daría mucho bombo. Tampoco me apetece. Pero claro que entiendo a Dani García y a Ibai. Yo padecía mis miedos. Llegué a tener miedo en los partidos. Te bloqueas, incluso te evades de esa realidad. No estás en el partido, sino dentro de ti mismo.
- Volvió del Mallorca antes de tiempo.
- Siempre estaré agradecido al Athletic. Estaba cedido y podrían haberme dicho que me quedara, pero anularon la cesión. Ernesto (Valverde), quien decidió que deportivamente no estuviese en el Athletic, es una de las mejores personas que me he encontrado en el fútbol.
- Le arropó.
- Podría haberme dicho que me entrenara aparte, pero desde el minuto uno dejó que me entrenara con el equipo. Me hicieron el dorsal, el número 3 de Iñigo Pérez, que no he usado nunca porque yo no quería competir. Ernesto me decía que me veía muy bien, pero en aquel momento yo estaba fuera del fútbol. Me planteé mil veces dejarlo.
- ¿Quién le convence de lo contrario?
- Vuelves, empiezas con el tratamiento, me rodeo de amigos. Con Ernesto (Valverde) hablaba muchísimo y eso que no podía contar conmigo. Quiero dejar claro que en aquella fase de mi vida Ernesto y el Athletic me ayudaron mucho. Siempre les estaré agradecido.
- ¿Qué hizo para salir adelante?
- La primera persona a la que le conté lo que me pasaba era Marcelo (Bielsa).
- ¿En serio?
- Sí. Hubo un episodio y se lo conté. Mi relación tan personal con él se forja ahí. No lo sabía nadie. Fue el primero en enterarse, antes que mi mujer y mis padres. Me ayudó en prácticamente todo. De ahí mi admiración hacia él, al margen de lo deportivo. Sabía que estaba en un proceso personal grave, pero cuando salíamos al campo se acababa todo. ¡Eso me encantaba! Cuando se lo conté, pensé: 'Espero que esto no me condicione favorablemente. Igual siente lástima por mí'. Nada de eso. Marcelo no entendía de victimismos. Me dio seguridad. Me ayudaba fuera del campo, pero en los entrenamientos me exigía como al que más.
- ¿Cuándo pasó todo? ¿Cuándo vio que estaba bien?
- Con Bielsa noté una mejoría muy grande. Necesité años, pero con él iba mejor. Luego fui a Mallorca, regresé... El primer año del Numancia fue clave para saber si estaba bien. Gracias a Dios, ya estaba todo olvidado.
- Lleva más de una década como profesional. ¿El fútbol es como se lo imaginaba de niño?
- No. Te llevas una pequeña decepción, pero aprendes a llevarlo. Lo que más me gusta del fútbol es que es un juego. Y estar con los compañeros, disfrutarlo.
- ¿El dinero ha acabado con la esencia del fútbol?
- Generalmente, el dinero acaba con cualquier tipo de pureza, con cualquier causa noble, con el romanticismo. Es necesario para que los clubes se mantengan a flote, los jugadores. Tampoco vamos a ser hipócritas y decir que es excesivo y que no es necesario, pero es verdad que todo esto se nos está yendo de las manos.
- ¿Si volviera a tener 13 años haría todo igual?
- Creo que sí. Un niño se ilusiona y sueña con cosas que le generan felicidad, y a mí me hizo muy feliz (la llamada del Athletic) porque quería jugar al fútbol. Para un niño, el acceso a la felicidad es lo más bonito que hay.
- Vienen de perder contra el Madrid y el Athletic, tras caer en el derbi, ganó al Granada en la Copa. ¿Quién llega mejor?
- El Athletic tiene 31 puntos y nosotros 28. En cuanto a la tabla, ellos llegan un poco mejor.
- Los rojiblancos llevan ocho jornadas sin ganar.
- Sí, conozco los datos. Estamos a un nivel parejo. Es verdad que con la última victoria y el estímulo copero, que conozco bien, la confianza del Athletic se ha reforzado. Llegan con un pelín de autoestima elevado.
- Y más cansados.
- Sí, es verdad. Pero están bien a nivel de alegría y de confianza. Una victoria estimula el cuerpo. Nosotros llevamos unos partidos perdiendo, pero el equipo está bien.
- ¿Le hace ilusión jugar en el nuevo San Mamés? Será su primera vez.
- ¡Sí! Estuve allí cuando se empezó a hacer y ahora será mi primera vez.
- ¿Cómo se lo imagina?
- He visto partidos. No me va a sorprender porque conozco la afición, el estadio es precioso, sé la forma de sentir que tienen los jugadores del Athletic. Son intensos y tienen mucho ritmo. No hay más que ver la primera parte que hicieron contra el Granada. Tengo muchísimas ganas.
- ¿Qué queda de aquel Iñigo que llegó a Lezama como cadete?
- Queda todo. Solo que uno va incorporando experiencias. El amor por el juego, la pasión por jugar al fútbol, más allá del envoltorio, se mantiene intacto.
«Los niños tienen que jugar» «Se mete excesiva presión a chavales de 12, 13 o 14 años. Se les profesionaliza demasiado pronto»
Millones y el fútbol «El dinero acaba con cualquier tipo de pureza, con cualquier causa noble, con el romanticismo»
Envoltorio del fútbol «Ensalzamos demasiado la figura del futbolista. No salva vidas, no educa, no es tan importante»
Lezama y Tajonar
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