Izeta y Unai Gómez corren a celebrar con Berenguer el gol de la victoria. Ignacio Pérez

Tres puntos para recuperar la autoestima

Sábado, 6 de diciembre 2025, 23:55

El desastre del miércoles pasado había dejado muy mal cuerpo a la familia rojiblanca. Ya se sabe que el fútbol son resultados y una derrota ... como la que sufrió el Athletic era de las que hacen mucho daño, no solo por la amplitud del marcador sino por la forma en la que se produjo. No es extraño que el personal se presentara en la grada con la mosca detrás de la oreja, tratando de encontrar alguna razón objetiva a la que aferrarse para mantener viva la esperanza. El recuerdo del último espectáculo de los de Valverde presentaba un panorama bastante sombrío y, lo que es peor, no se adivinaba la forma en la que el equipo pudiera darle la vuelta a la situación porque el Atlético no es precisamente el invitado más cómodo.

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Pero esto es fútbol y éste es el Athletic. Este juego siempre está abierto a lo inesperado y la historia nos dice que este equipo siempre ha sido capaz de resolver sus problemas apelando a sus virtudes ancestrales. Se les podrá reprochar muchas cosas, pero los que visten la camiseta rojiblanca, ayer, hoy y, confiemos en que también mañana, al final terminan siendo fieles a unos valores que hacen a este equipo diferente.

Cuando más empinada se presentaba la cuesta, reapareció el Athletic que tanto estábamos echando de menos esta temporada. El equipo que se podrá equivocar muchas veces en el campo, pero que no deja de intentarlo, por muy complicadas que estén las cosas o por malos que sean los augurios.

Con el timorato Athletic del pasado miércoles todavía en la retina, solo cabía esperar un arranque de orgullo y amor propio. Tardamos muy poco en comprobar que el Athletic de este sábado no tenía nada que ver con el último que habíamos visto, más allá de que había otros protagonistas como Paredes, los dos laterales y Sancet.

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No era tanto una cuestión de nombres sino de actitud, y la puesta en escena del equipo anunció que veríamos un partido muy distinto. Los rojiblancos salieron a morder al rival con una presión mucho más coordinada. Esa fue la primera buena noticia de la noche. Había que esperar a comprobar si tendría continuidad ante un rival que no rehúye la pelea en los términos que propusieron los de Valverde y que, además, tiene calidad individual de sobra, en el campo y en el banquillo, para que un solista rescate al coro cuando no está afinado.

La lesión de Laporte fue el enésimo episodio de infortunios que está padeciendo el equipo este año. Pero no fue suficiente para arredrarle. El partido ya estaba lanzado para entonces y el plan del Athletic estaba siendo suficiente no solo para mantener a raya al Atlético sino para que los de Simeone se sintieran amenazados.

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Se sucedían las buenas noticias en el bando rojiblanco. Areso, ¡por fin!, recordaba a aquel lateral de Osasuna por el que se había pagado un buen dinero. Subía la banda y ponía centros más que aprovecharles. Otra cosa era que Sancet o Guruzeta no acertaran a rematarlos como se merecían, pero al menos se veía que los leones conocían el camino hacia la portería de Oblak.

Sancet también aportó visión y movilidad y aunque todavía esté lejos de su mejor nivel, el equipo agradece su trabajo por lo que facilita la vida a sus compañeros. El intermitente Nico también emitía algunas señales positivas y el derroche generoso de Jauregizar sostenía todo el entramado. Era un partido de alternativas, en el que el mando cambiaba de manos en cuestión de un par de jugadas. Teniendo en cuenta de dónde veníamos, ya era un éxito que el Athletic tuteara a uno de los equipos más poderosos de la competición.

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Quedaban muchas dudas al descanso, claro. Por ejemplo, cuánto le podría durar el gas al equipo o el efecto que tendrían los cambios cuando los entrenadores decidieran mover sus banquillos, claramente superior el colchonero en calidad y variedad de recursos.

Y lo cierto es que el gas se fue agotando, pero en los dos lados. El choque perdió en intensidad pero no en emoción, porque se jugaba en el filo de la navaja. Por una vez, la moneda cayó de cara para el Athletic. A Berenguer se le ocurrió que era un buen momento para estrenarse como goleador una veintena de partidos después y su zurda descerrajó un partido que seguía cerrado en medio de una batalla que se disputaba metro a metro.

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Decía Valverde la víspera que tenía un equipazo en sus manos. Sus palabras se interpretaron como un mensaje de consumo interno para levantar la moral de una tropa que había tocado fondo tres días antes. Resulta que esa tropa demostró anoche que sigue siendo un equipo capaz medirse con cualquier rival.

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