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Los designios de los entrenadores son inescrutables, bíblicamente misteriosos. Anoche, sin ir más lejos, Valverde decidió agitar la coctelera para presentar una alineación de esas ... que suelen jugar la primera ronda de Copa en el campo de hierba artificial de un equipo de Primera Federación. A estas alturas, con la Copa en las vitrinas y el pasaporte europeo en el bolsillo, el aficionado, siempre ávido de novedades, agradece que se aprovechen estos últimos partidos para dar alguna oportunidad a los que menos han jugado, así que a falta de un mayor interés clasificatorio para el Athletic, el partido ganó el atractivo de ver tanta cara diferente sobre el terreno de juego desde el arranque.
Es perfectamente razonable que el entrenador, teniendo en cuenta además que estamos en una semana de tres partidos en el décimo mes de competición, quiera ver también la respuesta de determinados jugadores con los que contará la próxima temporada… o no. Aunque tampoco está claro que a estas alturas necesite de pruebas para terminar de tomar alguna decisión al respecto.
Si la alineación de Valverde ya fue rompedora, el cambio de Unai Simón en el minuto 61 certificó que los rojiblancos están a otra cosa desde hace unas cuantas semanas. El portero titular se fue con su portería a cero, manteniendo por lo tanto intacto su dividendo pero añadiendo un punto más al divisor, lo que mejora su porcentaje y le acerca al Trofeo Zamora. Cumplidos los grandes objetivos colectivos, nunca está de más que se busquen también las metas individuales.
Ya es sabido que a estas alturas de la temporada un partido puede pasar de mero divertimento a tragedia griega en un instante. El gol que marcó el Cádiz a última hora en Sevilla dio otra dimensión al choque de Balaídos, porque el Celta saltó al campo con tan solo dos puntos de ventaja sobre los andaluces, que marcan la frontera entre el cielo y el infierno.
El equipo gallego acusó el estado de angustia con el que empezó el partido pero, sobre todo, echó en falta a jugadores clave de su estructura. El gol olímpico de Berenguer al portero suplente pudo definir el partido si el Athletic hubiera sabido aprovechar el estado de shock en el que entró su rival, pero bastante premio fue ese gol para un equipo que apenas pisó el área rival y que compitió sobre todo en errores.
El Celta tenía muy mala pinta en la media parte, pero regresó con otra cara gracias a los tres cambios que introdujo Giráldez. Recuperó el color y el ánimo, afrontó la segunda parte con la determinación de los desesperados, de los que ya no tienen nada que perder y lo tienen todo por ganar. El Athletic siguió a lo suyo, fallando en todas las suertes y sostenido a duras penas por un Berenguer que, además de marcar un golazo, era el único que intentaba poner algo de pausa en el correcalles, tratando de dar sentido y cohesionar el deslavazado ir y venir de sus compañeros. A duras penas lograron los rojiblancos alcanzar la hora de juego con Simón imbatido. Puede sonar exagerado pero sus últimos minutos en el campo sobrevoló sobre Balaídos la posibilidad de que en cualquier momento la jugadita del Zamora podía acabar mal.
Seis minutos habían pasado desde que Simón se sentó en el banquillo cuando el Celta consiguió empatar en una jugada en la que los atacantes, Hugo Álvarez en la banda y Starflet en el remate, pusieron más fe y determinación que Imanol en el inicio de la jugada y Lekue en el remate. Tres minutos más tarde, el propio Hugo Álvarez hacía el segundo.
También Valverde recurrió a sus clásicos pero ya era demasiado tarde. A última hora también el árbitro quiso participar en la fiesta anulando a Raúl García un gol por una presunta falta previa al defensor más que sospechosa.
Entre pitos y flautas, el Athletic sumó un nuevo fiasco a los muchos que ha sufrido desde el seis de abril. Solo ha ganado un partido desde entonces. Los seis puntos sumados de los últimos dieciocho disputados después de la final desactivan cualquier debate. El tramo final de la Liga ya se está haciendo un poquito largo. Menos mal que ya solo quedan dos partidos para terminar de amarrar el Trofeo Zamora. Es lo que hay.
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