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La renovación de Unai Simón es una gran noticia para el Athletic. Que prolongue su contrato hasta 2029 y además sin cláusula de rescisión es ... la ratificación de un compromiso de fidelidad al que el portero se ha referido cada vez que ha tenido ocasión. Por encima de los títulos y de la posibilidad de militar en uno de los grandes transatlánticos que navegan siempre hasta los últimos confines de la Champions, Unai Simón antepone su deseo de permanecer en el Athletic mientras el club lo considere necesario.
A estas alturas de la vida encontrarte con un futbolista profesional que anteponga esos valores a cualquier otra consideración es más raro que cruzarte con un unicornio azul en un semáforo de la Gran Vía. Aunque alguien pueda pensar que era una renovación fácil para el club por la voluntad manifestada públicamente por el jugador, los responsables rojiblancos han hecho muy bien en no perder el tiempo y anticiparse a la inminente Eurocopa para oficializar que el deseo de permanencia de su portero es una realidad plasmada negro sobre blanco en un contrato. Que el club emita señales como esta es el mejor combustible para alimentar la ilusión del personal de cara al futuro del equipo a corto y medio plazo.
Unai Simón es un portero llamado a hacer historia en el Athletic en la línea de otros grandes guardametas que le precedieron. Hablamos de un club que puede presumir de haber contado en sus ciento veinticinco años de trayectoria con algunos de los mejores especialistas bajo los palos. Desde los legendarios Ispizua y Blasco, pasando por Lezama, Carmelo e Iribar, que cubrieron cuatro décadas, hasta Zubizarreta, aunque tuviera un recorrido como rojiblanco mucho más corto del previsto cuando se incorporó a Lezama.
A sus veintiséis años, con seis temporadas ya en el primer equipo, traducidos en 194 partidos oficiales, a Unai Simón le quedan por delante los mejores años para un portero, esos en los que ya acumula una experiencia importante y en los que el paso del tiempo todavía no ha hecho mella en la condición física. Hemos visto excelentes actuaciones suyas pero nos quedan por ver muchas más.
Y si bajo los palos es una garantía, qué decir del papel que sin duda jugará, si no lo está haciendo ya, en el vestuario y en la iconografía rojiblanca. Unai Simón es el prototipo de futbolista del Athletic que espera encontrar el seguidor rojiblanco de toda la vida. Un tipo sensato que siempre dice cosas interesantes y llenas de sentido común cada vez que le ponen un micrófono delante.
Su sentido de la disciplina de equipo se ha vuelto a poner de manifiesto esta misma temporada. Siendo la Copa la competición en la que el Athletic tiene posibilidades de éxito, no solo asumió de buen grado ver toda la competición, incluida la final, desde el banquillo, sino que dio una lección de compañerismo y lealtad en los momentos más decisivos de la noche de Sevilla. Se requiere un talante muy especial para admitir permanecer en un segundo plano en el partido más importante del año, en ese en el que el equipo puede sumar un título, siendo indiscutible en el Athletic y en la selección.
Talante, saber estar y sangre fría son tres de las principales características que definen a Unai Simón desde su improvisada llegada al primer equipo cuando se disponía a cumplir un curso cedido en el Elche. La lesión de Herrerín, la salida de Kepa y el comportamiento de Remiro le asignaron de pronto una responsabilidad que asumió sin pestañear mientras duró la lesión de Herrerín, con 21 años recién cumplidos y sin más experiencia que dos años en el Bilbao Athletic en Segunda B.
Como sin pestañear encajó aquel fallo ante Croacia en los octavos de final de la Eurocopa de 2021, más que un fallo, una cantada que los porteros no contemplan ni en sus peores pesadillas. Cualquiera que no tuviera su temple se hubiera hundido. Simón aguantó impertérrito, hizo un par de paradas que evitaron males mayores y la selección salvó el compromiso en la prórroga.
Unai Simón tiene hoy la oportunidad de lograr un premio individual que ningún portero del Athletic ha conseguido desde que hace medio siglo lo alcanzara Iribar. Conseguirlo sería como si el mito vivo que ya tiene una estatua frente a San Mamés traspasara el testigo al sucesor que tanto tiempo llevamos esperando.
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