Funcionó la fórmula de toda la vida: al asalto
Consciente de que era su última oportunidad de seguir vivo en Champions, el Athletic jugó al asalto, el método que suele funcionarle
Los primeros tres puntos de la Champions cayeron en un charco de sudor. El Athletic tuvo que apelar a todas sus señas de identidad para ... amarrar una victoria que era imprescindible para seguir pintando algo en una competición que no hace prisioneros. Los leones se desmelenaron y sacaron las garras para propinar un zarpazo letal a su rival. Pueden añadir todos los lugares comunes acuñados a lo largo de una historia repleta de noches épicas como la de ayer.
Publicidad
Enfrente no había un rival de los que habitan en otra galaxia, pero no por ello el partido deja de tener un hermoso relato, uno de esos que tanto disfrutan los aficionados. Enfrente estaba un equipo con poco nombre, pero bien organizado y con un plan de juego que le estaba dando réditos. Y le hubiera podido seguir resultando muy rentable si no se llega a encontrar con un equipo tan motivado y revolucionado como este Athletic que saltó al campo consciente de que era su última oportunidad para seguir vivo en la competición, y con la vieja fórmula que tantas veces ha dado la vida a este equipo: al asalto.
Lo bueno de que te metan un gol en el minuto uno es que te queda todo el partido por delante para solucionar el problema, incluso cuando la mayor parte de la responsabilidad de ese tanto le corresponde a uno mismo. No se habían sentado todavía los espectadores más rezagados cuando Nico Williams se fue enredando en la banda intentando salir de la presión con un lujito. Cedió a Simón quien, presionado, golpeó mal a la tribuna principal. El saque de banda culminó el despropósito: Laporte no llegó de cabeza, Paredes, que había ido al mismo balón, se lo encontró encima y el rebote llevó el esférico a las botas de Andrade, que tuvo el tiempo justo para asimilar las dimensiones del regalo y fusilar a Simón.
Si el partido ya era una final, el Athletic se vio obligado a caminar sobre el alambre desde el minuto uno. Para que una noche de fútbol acabe en un cantar de gesta el argumento tiene que incluir dificultades abundantes antes de que la historia desemboque en un final feliz. Pocas cosas complican tanto como encajar un gol en el primer minuto. Los de Valverde tuvieron que escalar el partido por su cara norte.
Publicidad
Y se pusieron a la tarea con entusiasmo. Apenas se permitieron unos pocos minutos de desconcierto antes de recomponerse y lanzarse al asedio. Primero de forma sincopada, a tirones, sin mucho fundamento a decir verdad. Pero no tardaron en coger el hilo para imponer un ritmo feroz que no dejaba espacio para exquisiteces ni virguerías técnicas. Vamos, lo que ha hecho el Athletic toda la vida cuando lo ha necesitado.
Empezaron a llegar las ocasiones, unas por elaboración, la mayoría por narices. Los azeríes, que habían amagado con un par de contras más preocupantes que peligrosas, fueron cediendo metros hasta verse encajonados detrás de la muralla que levantaron a diez metros de su área.
Publicidad
El relato entonces era una sucesión de lamentos rojiblancos, que alcanzaron la cumbre dramática con la lesión de Iñaki Williams. Que el futbolista de acero tenga que dejar el campo por segunda vez merecería al menos una pensada. Pintaba la cosa bastante gris porque los minutos corrían y el tremendo esfuerzo de los rojiblancos no encontraba recompensa.
Pero el fútbol es así. Guruzeta, que llevaba una temporadita larga siendo un futbolista trasparente, se hizo carne y después de fallar un par de ocasiones, acertó por fin a embocar en un mano a mano con el portero al que le llevó un pase delicioso de Jauregizar. A cinco minutos del descanso, el tanto de Guruzeta no era un simple gol; era el famoso tanto psicológico, ese que tantos partidos ha volteado a lo largo de la historia. Con el valor añadido que tiene para un goleador el reencuentro con el gol.
Publicidad
El Qarabag quiso seguir a lo suyo, pero el que se salió con la suya fue el Athletic, con un segundo gol que volvió a caer como agua de mayo en San Mamés. Nico Williams, que había aportado más bien poco, ya estaba fundido cuando escuchó los primeros pitos de San Mamés. Su sustituto, Robert Navarro, llegó al rescate con el golazo que volteó el marcador. El chaval marcará pocos, pero los que hace son un espectáculo.
Lo mejor de que te marquen en el minuto uno es que tienes todo el partido para corregir. El Athletic necesitó setenta minutos. Le sobraron veinte para que Guruzeta redondeara su noche con un doblete que devolvió el resuello al personal después de que Yuri se jugara el penalti primero y salvara en la raya después el empate.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión