A la directiva del Athletic ya no le vale dar la callada por respuesta
El insólito cruce de comunicados deja por los suelos la imagen del club y abre un nuevo cauce a la fractura social que se empieza a abrir en la masa social
Aunque a veces la memoria sea frágil, no se recuerda en el Athletic nada parecido al cruce de comunicados entre el club y un jugador ... en los últimos cuarenta años. El anterior que pervive en el recuerdo es aquel penoso episodio en el que estuvieron involucrados Clemente, Sarabia y la propia institución, que significó el final abrupto del último equipo campeón y el comienzo de una crisis y una fractura de la masa social que se prolongó durante un par de décadas. Es obvio que la salida de Iñigo Martínez no es comparable a uno de los capítulos más nefastos de la historia del club, pero algunos modos y maneras no auguran nada bueno.
La cuestión nuclear que se ha venido planteando desde hace meses es si el club ha hecho todo lo posible para que el central se quede o, si por el contrario, se ha limitado a dejar que la situación se pudra sin hacer oferta alguna porque a los dirigentes actuales las condiciones económicas de Martínez le parecen inasumibles.
Estamos pues ante dos versiones del mismo hecho. Este martes, por fin, y después de un silencio inaceptable que ha durado toda la temporada, solo roto por alguna declaración tan tangencial como gratuita afirmando que el club quiere disponer de los mejores jugadores a su alcance –¿hay algún club que quiera lo contrario? – el Athletic se descolgó con un comunicado tan sibilino en su contenido y de una argumentación tan frailuna, que resulta sencillamente increíble. No hace falta ser un lince ni un especialista en la hermenéutica para concluir de un vistazo que el texto no miente, pero tampoco dice la verdad.
Minutos después, nos encontramos con un comunicado de respuesta, sin firma y cuya autoría se adjudica el 'entorno' del jugador, como si Iñigo Martínez fuera un señor particular que pasaba por aquí y le han pillado en medio. Mucho más conciso, tajante y con algún calificativo contundente, el texto desmiente de arriba abajo el publicado por el club, con una mayor credibilidad si comparamos la precisión de sus términos con el estilo manierista del redactor del comunicado oficial.
El insólito cruce de comunicados deja por los suelos la imagen del club y abre un nuevo cauce a la fractura social que se empieza a abrir entre quienes defienden a la actual directiva con la incondicionalidad de las afiliadas de aquellos clubes de fans de los cantantes pop setenteros, y la parte de la masa social, cada vez más numerosa, que empieza a tener serias dudas ante la sucesión de decisiones equivocadas y fracasos deportivos nunca suficientemente explicados ni desde Ibaigane ni desde Lezama, siguiendo la política de comunicación que se atribuye a los royals británicos: «no quejarse nunca, pero tampoco dar explicaciones».
Lo peor de este asunto de Iñigo Martínez es que se he creado un problema que afecta a la credibilidad y la imagen del club por una gestión pésima de una situación que ni es nueva ni irresoluble por vías más racionales. El central no es el primer jugador, ni será el último, que llega a su último año de contrato sin renovar. Y ni es el primero ni será el último que no alcanza un acuerdo y se termina marchando.
El club podía haber hecho algo tan sencillo como una oferta en tiempo y forma que dejaba la pelota en el tejado del jugador. Según el entorno del futbolista esa oferta no ha existido, así que toda la responsabilidad pasa automáticamente al otro lado de la mesa y el silencio de los dirigentes se contradice con sus manifestaciones antes e inmediatamente después de las elecciones. Pero además interpela su aptitud para gestionar un club de fútbol cuando se sabe que rechazaron una oferta de veinte millones (15 fijos y cinco variables) por un jugador con el que como hemos visto a posteriori, no contaban. Hasta aquí se podría incluso conceder el beneficio de la duda y hasta se podía haber solventado con un comunicado de despedida al uso, de esos llenos de buenos deseos y buenas palabras y vacíos de contenido. Pero que una dirigencia que lleva un año callada se descuelgue ahora poniendo al jugador a los pies de los caballos afirmando que «después de diferentes intentos de negociación en las dos últimas temporadas, Iñigo Martínez ha mantenido su rechazo a la oferta del Club para ampliar su contrato», es una invitación a la respuesta del interesado en los términos en los que se ha producido y abre un escenario de crispación que es lo que menos necesita el Athletic en estos momentos. La comparecencia del presidente anunciada para este viernes adquiere una nueva dimensión.
Tiene mucho que explicar y aclarar y ya no vale ni con los discursos sinuosos que confunden interesadamente privacidad con opacidad, ni con dar la callada por respuesta.
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