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Una semana. Una jornada de Liga ha tardado el estamento arbitral en volver a quedar en evidencia. Cuando pitaron el ya famoso penalti de Yuri en el Athletic-Villarreal de la anterior jornada, todos nos preguntamos cuánto tardarían los colegiados en arbitrar una jugada similar ... con un criterio distinto. Pues no hemos tenido que esperar mucho. Siete días exactamente. El domingo en Mendizorroza primero el árbitro de campo y después el del VAR juzgaron una mano de rebote con un criterio radicalmente opuesto al que lo hicieron una semana antes en San Mamés. Eso sí, nunca falta una explicación para explicar lo inexplicable.
El brazo despegado del cuerpo «haciéndose grande el jugador» en el caso de Yuri, estaba igualmente despegado el cuerpo y hacía grande a Azpilicueta en el Alavés-Atlético de Madrid. En ambas situaciones, el brazo estaba en una posición antinatural según los árbitros, sin prejuicio de que nadie sepa cuál es la posición natural del brazo que pende de un cuerpo en movimiento y, probablemente, en equilibrio inestable. En las dos jugadas, el balón golpeó en el brazo después de rebotar en la pierna de Yuri en un caso y en la cabeza de Azpilicueta, en el otro, y en ambas acciones el árbitro veía la jugada de cara, a cuatro metros de distancia Cuadra Fernández, algo más alejado, aunque con buena visión, Gil Manzano.
Hace siete días Cuadra Fernández no apreció nada punible. El domingo Gil Manzano señaló el penalti sin dudarlo. Hace una semana el VAR llamó a Cuadra Fernández para hacerle ver su error. Esta última jornada, también llamaron a Gil Manzano para advertirle de que estaba equivocado. Una misma jugada, dos decisiones distintas y dos rectificaciones en sentido opuesto. Hay una coincidencia en ambas jugadas: la sugerencia del VAR persuade al árbitro en los dos casos.
En aquel insólito comunicado del CTA respondiendo a las declaraciones de Valverde y algunos jugadores del Athletic, los árbitros afirmaban que la mano de Yuri era sancionable «porque el brazo del defensor ocupaba un espacio de manera antinatural, haciéndose más grande, antes de que el balón le golpeara en el cuerpo, por lo que este rebote era intrascendente para la acción y no le eximía de la falta».
El brazo de Azpilicueta también está extendido antes de que golpee el balón de cabeza y ocupa un espacio de manera antinatural. Afinando mucho, la diferencia puede estar en que el brazo de Yuri estaba por encima del hombro y el del defensa colchonero está a su altura y paralelo al suelo. Pero son dos acciones tan distintas como un salto vertical o un desplazamiento horizontal casi a ras de suelo, en ambos casos con la misma intención: despejar el balón.
Pero discutir estos detalles es ocioso. Los árbitros se han inventado una jerga para hacer lo suyo más incomprensible, para que parezca que lo que se traen entre manos solo está al alcance de unos pocos elegidos -ellos y sus exégetas- y que el resto de los mortales, incluidos futbolistas y entrenadores, somos unos pobres ignorantes que no entendemos nada. Así que escuchando la conversación entre el árbitro y su colega del VAR nos pudimos enterar de que en la neolengua arbitral lo de Azpilicueta fue un 'play the ball', ¡qué cosas tiene el fútbol de hoy en día!, lo que le eximía del castigo del penalti. En cambio, Yuri, que bloqueó un remate, no 'jugó el balón'. ¿Cómo le llamarán los árbitros en inglés a lo que hizo Yuri?
Y a todo esto, la mejor Liga del mundo vuelve a quedar en entredicho, incapaz de saber si el balón entró o no en una portería del Bernabéu cincuenta y ocho años después del histórico gol de Inglaterra a Alemania en Wembley en la final de la Copa del Mundo. Ya ha llovido desde entonces, y las ciencias han adelantado tanto, que ya existe un sistema que avisa automáticamente al árbitro si la pelota ha entrado o no. Lo utilizan en cuatro de las cinco grandes Ligas de Europa. Cuesta entre tres y cuatro millones de euros al año y Tebas dice que no merece la pena por la relación entre el precio y el número de veces que se usa. Ahora que la polémica se ha producido en un Real Madrid-Barcelona y Laporta amenaza con el apocalipsis, a lo mejor también cambia de criterio. Si algo tenemos de sobra en el fútbol español, es criterio; lo tenemos variado, para todos los gustos y en diferentes idiomas.
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