Ella quiere ir a la final
Análisis ·
Nikole y otros muchos pequeños seguidores rojiblancos garantizan que el Athletic tiene savia para ratoLa primera vez que Nikole fue a San Mamés se pasó el partido enganchada al pecho materno. Entre toma y toma lo miraba todo. Quiso ... su ama, a aita no le quedó otra, que su bautismo en La Catedral fuera más pronto que tarde. Con tales mimbres normal que el cesto saliera rojiblanco. Total que ahí la tienen. Preparada para Sevilla. La vistieron así tras eliminar al Atlético. No se enfadó porque no le pusieran el uniforme del Athletic. Ese que exige llevar incluso estando recién lavado y aún húmedo. Ni los trajes de arrantzale, de aldeana o ese otro de Epi que tanta gracia hace a los adultos. Con año y medio no estás para elucubraciones, pero algo intuye. Por eso quiere ir a la final. Como tantas personitas menudas que vemos enfundados en nuestra zamarra con tal orgullo que logra hacernos sonreír hasta en los días más grises. Es lo que tiene la pasión. Se contagia. Sobre todo en momentos así. Me lo decía una persona muy metida en el mundo del fútbol. «Todos los años dos equipos juegan la final de Copa. Cuando vais vosotros parece que jueguen cien». Por eso estas líneas. Para que cuando ella sea mayor nos perdone porque no la llevemos. Y eso que lleva más partidos en San Mamés que muchos socios.
Ya sabe cuándo hay que aplaudir, ondear la bufanda y comer el bocata. Y pese a los infames horarios, aguanta sin bostezar. Alguna vez se ha pegado una cabezada, coincidiendo con un rato en que no pasa nada interesante, pero enseguida se repone. Y le encanta. Por eso, al ver a esa niña y a otros pequeños entendemos que el Athletic tiene savia para rato. Basta con ver a quienes aguardan en el césped para sacarse la foto junto al equipo para darse cuenta de que se lo toman en serio. Por eso nos da pena que no pueda ir a Sevilla. Pesan el peligro de aglomeraciones y las dudas sobre cómo entraremos a La Cartuja. Además están las entradas como para utilizar una para llevar a una criatura de año y medio. Pero que no se preocupe. Se lo vamos a contar. Esta vez te tocará quedarte con los aitites paternos y con la amama materna. Os imagino ante la tele sentados en el sofá. Así vieron tus tíos la final contra el Betis. Por entonces vivía tu otro aitite. Que, por cierto, no le habló a amama durante una semana porque a ella, justo antes de que Dani chutara el penalti, no se le ocurrió otra cosa que decir «lo va a fallar». Después Esnaola se la paró a Iribar, pero para entonces el enfado ya estaba asentado.
Fue la última final que vio tu aitite paterno. En la gabarra del 83 ya no estaba. Y en la final del 84 ama era poco mayor que tú. Así que se quedó en casa mientras sus hermanos viajaban a Madrid. Ya sabes que la primera palabra que dijo amatxu, aunque hay quien lo discute, fue 'Goiko'. Normal teniendo en cuenta que los osabas se pasaban el día con aquello de «¡Dale Goiko, dale Goiko!». Pasaron los años y tu ama pudo ir a todas las finales que hemos disputado desde entonces. Ya sabes que es la más forofogoitia de la familia. Cuando pocos cargaban ilusiones en aquel partido de ida de la Supercopa de 2015 frente al Barcelona, ella estaba en San Mamés para disfrutar del 4-0. De hecho va a partidos a los que no acude ni el utillero. Cosa que tampoco extraña. En tu casa las neskas son las más incondicionales. Como este año. Van todas. Con entrada o sin ella. Y con la ilusión de que esta vez es posible.
Jugamos contra un equipo humano y no frente a una selección mundial. Tampoco llevamos carga extra por la proximidad del rival. Es, simplemente, una final. Si ganamos no dudes de que estarás en el recibimiento. Pero hay algo más importante. Pase lo que pase, habrá más Finales. Y entonces tú serás la que vaya. Primero con tus aitas, luego con tus amigas y después con tus hijas y nietos. Así ha sido desde hace 126 años y así seguirá siendo. Llevaréis otros trajes y acudiréis a otras ciudades. Lo sé. Porque estás impregnada de nuestra bendita locura. Pedía Groucho que le trajeran un niño de cuatro años para entender un documento. A nosotros nos basta una niña de año y medio para comprender toda una vida. Por eso, te lo prometo, la próxima vez irás a la final.
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