

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
-Pues no sabes lo que nos ha dicho hace un rato ese que está a tu lado-. Creíamos que ya nada podía sorprendernos a ... esas alturas de la noche, pero quedaba lo mejor. La historia comenzó cuando, pasando por la puerta del Opencor de Alameda Rekalde, un niño con la camiseta del Athletic se acercó a Ramón García. Ramontxu tiene hordas de seguidores. Pero ahora hay que sumar a las nuevas generaciones que han visto por primera vez el Grand Prix. Caminar a su lado por Aste Nagusia es hacerlo a ritmo de caracol y koala. Paso lento y mucho abrazo. Así que parecía una parada más. Pero llevaba sorpresa. El chaval, le calculamos unos 9 o 10 años, tenía un gemelo. También iba con su zamarra athleticzale. Igual que la hermana, un poco más mayor, y que el padre que se sumó al grupo tras ver a sus hijos ante Ramón García. -¿De dónde sois?- preguntó el presentador. -De Murcia- respondieron a coro. Ramontxu quiso saber la razón de su elección futbolística. Y sus respuestas hicieron aflorar nuestras guardadas lágrimas.
Hemos vivido un verano poco alentador en el planeta balón. No solo por el caso del tipo que se toca los genitales en los palcos y besa a sus subordinadas. Que eso ya es para nota. Sino por el habitual mal rollo sobre fichajes, descartes y los primeros partidos de Liga que encendían para mal las tertulias mediáticas y esas redes que yo llamo insociales y cobardes. Empezábamos como acabábamos. Menos mal que, por la parte que nos toca, apareció Unai Simón para hablar de valores y fidelidad a los colores con una claridad que llevaba años sin escuchar. De eso charlábamos esa noche en la que García, somos amigos de toda la vida pero nos seguimos llamando por los apellidos, contaba que Juanjo, el cámara Steady de su programa diario en Castilla La Mancha TV, era de La Puebla de Montalbán, Toledo. Y que era un pródigo de San Mamés. Para subrayarlo mostró una fotografía que le había enviado vía Whatsapp. En ella aparecía posando con su mujer, su hija y su hijo, durante una visita guiada por La Catedral. Caras sonrientes. Todos del Athletic. Quiso el destino que justo en ese momento apareciera la familia murciana. Lo que me lleva al origen de estas líneas. Saber por qué unos chavales que viven a casi 800 kilómetros de Ibaigane han elegido para reír y llorar a nuestro equipo. -Porque son los mejores- soltó la niña. -Porque solo juegan con vascos- añadió uno de los chavales, con acento murciano y para sorpresa nuestra. -Pues porque sí, porque somos del Athletic- sentenció el tercero dejando claro que cualquier otra opción era para ellos algo impensable. Me acerqué al padre y susurró -Es que somos unos románticos-. Reímos. Pero entonces salió la madre de la tienda.
Resulta que no habían encontrado alojamiento en Bilbao y regresaban a Leitza, donde estaban pasando unos días. Intentábamos calcular a qué hora llegarían a la localidad navarra cuando la progenitora le soltó a Ramontx u-Pues no sabes lo que nos ha dicho hace un rato ese que está a tu lado-. Ante nuestro silencio, se respondió a sí misma -Mamá, nosotros hemos nacido en el lugar equivocado. Aquí somos normales. Son como nosotros-. Miramos al niño imaginando lo que tiene que ser ir al colegio o por sus calles con la camiseta del Athletic, rodeado de niños y niñas con colores y dorsales de estrellas de equipos laureados. Mientras los demás celebran Ligas y Copas ellos, como mucho, habrán visto la última Supercopa y algún que otro partido de esos que permiten sacar pecho al día siguiente. Por no hablar de lo difícil que es ver y escuchar cosas sobre cualquier club, salvo los dos de siempre, más allá de nuestra tierra. Por eso afloró la lágrima. Daban ganas de irse a Murcia para que se sintieran acompañados en su pasión y colores. Ojo que la suya es una gran tierra. Y si el niño hablaba del lugar equivocado para venir a este mundo era, solo y únicamente, por su pasión rojiblanca. Pero nos emocionó.
No pretende ser este un texto de exaltación unidireccional. De esos en los que argumentas sin más razón que la sinrazón que tu club es único y que el resto jamás logrará entender tus sentimientos. Respeto a toda persona que ame a su escudo y colores. Sin excepción. Y creo firmemente que, si bien el nuestro carga un plus, todos los equipos tienen su aquél. La endogamia identitaria puede ser letal. Cuidado con eso. Lleva al fanatismo y al paletismo. Pero eso no impide que adoremos el surrealismo pasional. Y de eso, nosotros, sabemos mucho. Por eso ese encuentro nos alegró la noche. Y también los días posteriores. Costará que olvidemos aquello de-Aquí todos son como nosotros. Somos normales-. Como si lo natural fuera ser del equipo de San Mamés. Como su madre y su padre. Como el abuelo. Y como el padre de éste. Al fin y al cabo, en Bilbao o en Murcia, el Athletic es tan singular en filosofía como plural en seguidores. Y quizá sea ese el motivo por el que no he perdido toda la fe en el fútbol. Siendo un mundo previsible y decepcionante, a veces suceden cosas inexplicables. Como que dos niños y una niña de Murcia, o un niño y una niña de Toledo, elijan el camino más difícil. El de convertir en patria una quimera en pantalón corto, al creer que San Mamés es la tierra en la que puedes renacer. Pero sobre todo si aún me gusta el llamado deporte rey es porque, de vez en cuando y en noches como esa, alguien nos recuerda que el Athletic sigue siendo una cuestión de familia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.