La esencia sigue intacta, las fuerzas no
Cuando las fuerzas andan justas, cualquier colina que se sube en bicicleta parece el Tourmalet, o las Tres Cimas del Lavaredo, ahora que es tiempo ... del Giro de Italia. Este Alavés depauperado, aguerrido pero romo, hubiera sido víctima propiciatoria del Athletic en otra circunstancia, cuando el equipo rojiblanco volaba a velocidad de crucero hace un par de meses. Pero ha pasado el tiempo, se acumulan las lesiones y pesan las piernas después de 52 partidos de competición jugados ya. Como cualquier cicloturista experto sabe, los primeros kilómetros de cualquier ruta dominguera se hacen con agilidad, pero si el recorrido se alarga más de lo normal, empiezan a pesar las piernas y hay que subir dientes para poder llegar a casa.
Salvo que estemos hablando de Óscar De Marcos, claro, porque el futbolista de Laguardia sigue siendo una energía renovable en sí mismo. Ernesto Valverde le administra los partidos, porque ya tiene una edad y prefiere no quemarlo, aunque ya solo le queden tres antes de una jubilación qué el mismo ha decidido. Cuando en el minuto 90 seguía desplegándose por la banda solo se podía admirar a un futbolista que, con sus altibajos, como es normal, sigue exprimiéndose todos los minutos que juega, y que son muchos.
Noticias relacionadas
Nombrar al capitán solo es un ejercicio de personalización en un futbolista ejemplar, de lo que es el espíritu general del equipo, que pese al varapalo del jueves en Manchester con la eliminación en la semifinal europea, volvió a San Mamés con el mismo ánimo de siempre. Pese a las importantísimas bajas con las que contaba, que hicieron cambiar la línea delantera de arriba abajo. Están empeñados los jugadores en conservar la plaza que les obligará la próxima temporada a exprimirse en la Champions y no van a desistir en su empeño, lo tienen entre ceja y ceja.
Porque, en realidad, a pesar de que el partido frente al Alavés no pasará a la historia, la entrega de los futbolistas siguió siendo innegociable, ninguno racaneó absolutamente nada, y eso es lo que más agradece la afición del Athletic. En un partido espeso, con tantas ausencias y poca fluidez en ataque –no tanto en medio campo y en defensa–, ese empeño acabó teniendo premio cuando salió al campo una estrella que se puso a brillar según apareció en el césped. Sin Iñaki, sin Nico y sin Berenguer, la aparición de Oihan Sancet resultó capital para el resultado final. El gol se lo metió en propia puerta Manu Sánchez, pero lo fabricó el navarro en una de sus primeras apariciones del partido, dejando claro lo que también representa su ausencia, y cómo se le echa en falta cuando no está.
Quedan tres partidos, todos muy importantes, y aunque lo resultados no están garantizados, porque no los puede garantizar nadie, lo que sí está seguro es que no va a faltar ni un ápice de entrega del grupo que dirige Valverde. Sin los mejores jugadores en el campo, que se jugaban la vida después de unos resultados que no le favorecían nada, la esencia volvió a ser la misma y al final sonrió el resultado. El fútbol no fue el mejor, está claro, pero el marcador sí.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.