Nada que celebrar: el equipo se le está desmontando a Valverde
Partidos como el de este sábado hacen pensar que es mejor que lleguen las vacaciones
Las caras en el banquillo eran un poema entre los jugadores del Athletic, no era para menos. Recibir cinco goles cuando juegas para buscar una ... plaza europea es un palo muy gordo, pero como todo salió mal desde el principio, ahí están las consecuencias. Todo: hasta la elección del uniforme con el que se presentó el Athletic en La Cerámica. Es la primera vez en la historia en la que, con el Villarreal enfrente, el equipo rojiblanco no juega precisamente de eso, de rojo y blanco. Sin excusa alguna para cambiar de camiseta, porque no existe ninguna coincidencia con el equipo amarillo, sólo se puede achacar la decisión –mala decisión– a una supuesta superstición. Como los últimos partidos con la segunda equipación no han sido malos para el Athletic, la usamos para ver si esta vez también pasa lo mismo.
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Pues quien ha tomado la decisión se ha columpiado. Los partidos no se ganan por cambiar de colores, sino jugando mejor que el rival. Y si no eres mejor, teniendo más eficacia que el otro equipo. Ninguno de los dos condicionantes se dio en el partido contra el Villarreal, un equipo con mucha calidad y con bastante mejor relación con el gol que el Athletic, que para el minuto 15 ya nos había hecho tirarnos de los pelos después de las ocasiones que fallaron los hermanos Williams en situaciones más que propicias.
Está bastante claro ya que Europa es prácticamente una entelequia, por mucho que los números digan otra cosa, porque el Girona, que hace algunas semanas peleaba por el descenso, ya está delante; Osasuna, que en teoría tendría que haber notado el bajón por la final de Copa perdida, ya está a nuestra altura, y habrá que ver qué sucede con el Sevilla de Mendilibar, que une a su eficacia de las últimas semanas, una fortuna infinita que le estás acompañando en muchos de los partidos que ha jugado desde la llegada a su banquillo del técnico vizcaíno.
Así que, tal como andamos, habrá que empezar a pensar en hacer borrón y cuenta nueva, y pensar en la próxima temporada, y deberemos aprender a no ilusionarnos, como sucedió antes del partido contra el Sevilla, en el que con una victoria habríamos adelantado al Betis y al Villarreal de un plumazo para colocarnos en una mágica quinta posición que ahora es un sueño irrealizable. Los amarillos, después de la goleada, le sacan diez puntos al Athletic, y quedan doce por disputar.
Pero lo peor es pensar en qué nos podrá deparar la campaña que viene. No hay jugadores apetecibles a la vista; todos los datos indican, a falta de una confirmación oficial, que Iñigo Martínez, el mejor defensa que tiene el equipo, que mejora la línea en cada actuación, dirá agur para buscar otro vestuario, y ya se vio en La Cerámica, el desastre que nos podemos encontrar cuando el futbolista internacional no está en la alineación.
De hecho, basta con repasar las últimas alineaciones y los últimos resultados. Lo peor de todo, es que la directiva de Uriarte sigue sin decir nada, ni sobre Iñigo, aunque sólo fuera para salvar sus propios muebles, ni sobre otras cuestiones preocupantes. Ahí siguen, callados todos, como si su único objetivo hubiera sido llegar a la presidencia y, a partir de ahí, creer que las cosas fluyen.
Desde el paripé de aquella rueda de prensa en la que se fijaron los objetivos de la temporada, y que probablemente acabarán en papel mojado, pocas cosas, salvo tal vez la renovación de Sancet, hemos tenido para celebrar, al margen de algunos buenos partidos que han servido, entre otras cosas, para que a estas alturas de la temporada, el Athletic no esté sufriendo, porque, imagínense a este equipo con unos cuántos puntos menos y la racha de resultados primaverales,
En fin: partidos como el del Athletic en Villarreal hacen pensar que el equipo se le está desmontando a Valverde, y que es mejor que lleguen las vacaciones cuanto antes, porque el fútbol rojiblanco se está convirtiendo en una broma pesada, en una inaguantable sucesión de decepciones de las que nos recuperaremos en verano para volver la temporada próxima con otros bríos. Al menos los aficionados.
De momento, ya digo, no hay nada que celebrar.
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