Berenguer lanzó el penalti en la semifinal de Copa en el Metropolitano ajustando el disparo a su izquierda. Marcó y ganó el Athletic. Llegó la ... final y en la tanda volvió a repetir la ejecución. Otra vez ajustado y al mismo lado. Marcó y el Athletic acabó con cuarenta años de sequía copera. Contra el Girona cambió de técnica. Disparó por el centro y se lo sacó Gazzaniga. Perdió el Athletic… de penalti en el descuento. Ayer, en Glasgow, volvió a tirarlo por el centro y se lo adivinó Kelly. Al menos, el partido acabó en empate.
¿Por qué cambiar lo que está bien hecho? Esa es la pregunta sin respuesta. El tercer empate a cero rojiblanco empieza a preocupar, no porque el equipo no muestre empaque en el campo, sino porque empieza a dar la sensación de que los rivales se conocen los trucos, así que habrá que intentar otros nuevos.
Pero tomémoslo por el lado positivo. El empate a cero en Glasgow, pensado con objetividad, es un resultado positivo por mucha frustración que genere que el Athletic haya jugado contra diez durante 95 minutos y contra nueve el resto hasta los 112, que el árbitro rumano no ha querido alargar más pese a que tenía motivos. De hecho hubo cambios de por medio y una lesión que retrasó dos minutos la reanudación del juego. Hecho está. El empate fuera siempre está bien, y eso empujará a los aficionados a dar el 120% en San Mamés. Posiblemente eso no es algo que vaya a amedrentar a los escoceses, criados en ambientes similares, pero seguro que empuja un poquito más a los rojiblancos en sus afanes.
También se traducirá en un ambiente extraordinario en la ciudad desde los días previos, el de las grandes ocasiones, y los jugadores deberán mentalizarse todavía más en que nadie regala nada en Europa y que el Rangers, a pesar de que se mostró como un equipo inferior al Athletic, aprovechará cualquier ocasión que se le presente.
Además, el partido del Ibrox deja una lección importante, la que dio el equipo escocés, que no se descompuso en absoluto con un jugador menos. Jugó con orden, haciendo lo que sabía y sin intentar lo que no sabía. Muchas veces se ha criticado al Athletic por venirse abajo con una expulsión, pero tal vez tiene todavía más carencias, que salen a flote, cuando es el contrario el que juega con un hombre menos.
El partido de vuelta hará saltar chispas, porque el Rangers ve ahora una oportunidad que creía lejana cuando se quedó sin Pöpper en el minuto 12. En San Mamés volverá a ser un equipo con once jugadores desde el inicio, aunque lo más normal sería que el Athletic hiciera valer su factor campo, y también la UEFA, claro, porque no le vamos a pedir que intervenga, pero sí que mande a La Catedral un árbitro como el de anoche, parecido, por cierto, al que dirigió el Roma-Athletic. Todas las pequeñas cosas que sucedieron en el Ibrox Stadium las pitó a favor de los escoceses, tal vez por la mala conciencia de haberles dejado con un jugador menos. Repasen, si no, alguna de las tarjetas que vieron los jugadores rojiblancos.
Acabo estas líneas y me voy a la cama un tanto cariacontecido, como todos los seguidores del Athletic, pero acuérdense cuando arrancar un empate fuera de casa sabía a gloria. El nivel de exigencia sube, y eso es muy bueno.
Que la fiesta de los escoceses en la vuelta solo sea en la Sonora.
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