

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cuando en abril el Athletic ganó la Copa 40 años después, fueron muchos -y no sólo entre los hinchas rojiblancos- los que consideraron esa victoria un caso de estricta justicia. Y es que en los últimos años ningún otro club había perseguido ese título con ... tanto ahínco y determinación. Por supuesto, yo me encontraba entre los que, consumado el triunfo en la tanda de penaltis ante el Mallorca, no sólo sintieron una especie de felicidad cósmica y un alivio como el del condenado a muerte que recibe el indulto del gobernador cuando ya le están poniendo los electrodos en el pecho, sino también la sensación de que el fútbol había sido justo con el Athletic. Era una sensación paradójica, la verdad, teniendo en cuenta que todos sabemos que el fútbol no sabe lo que es la justicia, que lo único que sabe es provocar emociones, eso sí, algunas tan fuertes que a veces nos confunden hasta el punto cómico de que damos a los resultados de los partidos una dimensión moral.
Es mejor, por tanto, que en este tema tan sensible nos centremos en los datos objetivos: en los tres últimos lustros, el Athletic había acumulado muchísimos méritos para acabar logrando por fin su objetivo de ganar una Copa. Ahí están las cinco finales (2009, 2012, 2015, 2020 y 2021) y las dos semifinales (2022 y 2023) perdidas. Esta estadística demuestra que los rojiblancos nunca perdieron la esperanza pese a sufrir vapuleos ante el mejor Barça de la historia y una cuchillada en el amor propio como fue la derrota contra la Real. Contra viento y marea, no dejaron de llamar a la puerta una y otra vez y, al final, consiguieron que se la abrieran. En ese sentido, la suya en La Cartuja fue una victoria no justa sino lógica, producto de una actitud inmejorable y de la evidencia de que los cántaros se rompen de tanto ir a la fuente.
Con todo lo dicho podríamos hablar de un feliz regreso al pasado, al espíritu copero que fue una de las grandes señas de identidad del club. Como se recordará, hubo un tiempo muy lejano en el que se decía que la final de Copa la jugaban el Athletic y otro más. Esa frase empezó a dejar de tener sentido a finales de los ochenta. Hasta se podría establecer el momento crucial a partir del cual todo empezó a oscurecerse: la eliminación en octavos de final contra el Castilla en 1988, a la que le siguieron otras tres eliminaciones en esa misma ronda en los años siguientes ante el Valladolid, el Barcelona y el Cádiz. El caso es que el Athletic no volvió a alcanzar una semifinal hasta 2002, una satisfacción que no tuvo continuidad, ya que en 2003 y 2004 el equipo cayó ante el Real Unión y el Torrelavega.
Pues bien, en 2009 empezó a cambiar la tendencia con la histórica final en Mestalla, y ya desde 2019 estamos viviendo lo que podríamos llamar un proceso de reencuentro con la vieja leyenda del rey de Copas. En estos cinco años, el Athletic no ha perdido ni una sola de las 22 eliminatorias que ha disputado a partido único, ocho de ellas ante equipos de Primera. Su solidez está siendo espectacular. De ahí que tengamos puestas tantas esperanzas en esta nueva edición de la Copa y que, ya recuperados del susto de Las Gaunas, que fue de los grandes, como ver de nuevo a Jack Nicholson gritando «cabritillos, cabritillos, dejadme entrar» y luego golpeando la puerta con el hacha, afrontemos con tanta ilusión el choque de este jueves contra Osasuna.
Los rojillos son un rival duro y, a diferencia de otros equipos de la zona media de la tabla que pasan por la Copa de puntillas, se toman tan en serio la competición que el domingo en el Metropolitano Vicente Moreno reservó a algunos titulares. Será, pues, un pulso muy duro en el que los rojiblancos tienen que hacer valer su mayor calidad y, desde luego, el efecto de San Mamés, donde la pasada temporada cimentaron su título de Copa, además del quinto puesto en la Liga.
No soy lo que se dice un optimista por naturaleza. Como otros muchos, yo el optimismo me lo tengo que trabajar a conciencia, con mucha gimnasia mental. Para practicarla estos días tengo mi propia tabla de ejercicios: valoro la fiabilidad del Athletic en la Copa, pienso en las eliminatorias de la pasada temporada ante el Barça y el Atlético, rememoro el ambiente volcánico en La Catedral en aquellas citas, me animo recordando la fortaleza que sigue mostrando el equipo en casa y, por último, me estimulo constatando que, de ganar a Osasuna, estaríamos a sólo tres partidos de disputar una nueva final. Cómo no vamos a alegrarnos, en fin, de que el Athletic haya recuperado el espíritu copero que le hizo grande.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.