La renovación de Nico Williams: un gran éxito de Jon Uriarte
El presidente del Athletic ha mantenido la calma y ha dejado claro que iba a fiscalizar todo lo que fuera posible los movimientos y posibles añagazas del Barça ante la Liga con el tema del fair play financiero
El giro de guion en el caso Nico Williams ha sido tan sorprendente que, por encima de la satisfacción que los aficionados del Athletic pudieran ... tener por que el jugador se quede, lo que predominaba en la familia rojiblanca era una especie de curiosidad perpleja. ¿Qué ha pasado?, se preguntaba la gente, como si acabara de ver uno de esos finales de película, 'El sexto sentido' se me ocurre, que nos dejan con la boca abierta. En realidad, la respuesta era bastante fácil una vez superada la primera impresión. Nico Williams, sencillamente, no se ha fiado del Barcelona, como sucedió el año pasado, y esta vez, dadas las circunstancias y dado el nivel de presión al que había llegado la caldera de este caso, ha decidido sacarla del fuego con una renovación hasta 2035 aceptando una cláusula de 90 millones.
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Lo cierto es que en los últimos días al jugador se le había planteado una disyuntiva muy cruda con la que no contaba hace dos semanas cuando comunicó al Athletic, a través de su representante, sus deseos de irse. El Barcelona no le daba garantías para su inscripción. Sólo promesas más o menos gaseosas. Necesitaba un par de traspasos para cumplir el fair play financiero y no los conseguía materializar, al menos en los plazos que deseaba Nico Williams; es decir, con prontitud. Las relaciones de Félix Tainta y Deco comenzaban a tensionarse. El club azulgrana no estaba dispuesto a incluir en el contrato del futbolista rojiblanco una cláusula de liberación en el caso de no ser inscrito. Mejor dicho: para incluir esa cláusula exigía que Nico tuviera que devolverle los 60 millones que habría pagado por él al Athletic.
En los últimos días, comentarios en prensa y redes sociales y declaraciones de algunos futbolistas culés resultaron sospechosos. El propio Dani Olmo, que de problemas de inscripción con el Barça y riesgos de quedarse colgado de la brocha sabe un poco, decidió intervenir, aleccionado o por decisión propia. «Le diría a Nico que al final todo se arregla», comentó. El tema se estaba empezando a ensombrecer. El miércoles empezaron a escucharse tambores lejanos de una supuesta ruptura, pero ésta se antojaba imposible. Las cosas habían llegado tan lejos que no parecía existir la posibilidad de la marcha atrás para ninguna de las dos partes. Ese tren ya no podía detenerse. A esto se aferraba el Barcelona, convencido de que Nico sólo pensaba en cumplir su sueño de ser jugador culé y compartir equipo con su amigo Lamine Yamal, el gran valedor de su fichaje, incluso por encima de Hansi Flick.
Este gol se lo ha marcado el Barça en propia puerta, pero la gestión del Athletic ha sido impecable
El gran error de cálculo de Joan Laporta, la causa de que ahora se tenga que tragar el sapo de este ridículo mayúsculo, la razón por la que este viernes por la mañana se vio obligado a tocar la corneta para que sus terminales mediáticas se lanzaran a degüello contra Nico Williams, autor en su opinión de una ofensa al Barça que él va a considerar siempre un agravio personal, es que no vio que el futbolista sí tenía una salida, una buena escapatoria. Por seguir con el símil ferroviario, Nico podía cambiar de vía in extremis y hacer lo que ha hecho: una larguísima renovación muy bien pagada y con una cláusula muy bien medida. Para el Athletic es una garantía y para el futbolista no es un grillete. O mejor dicho: no es una jaula para un pájaro que siempre ha querido volar y que lo acabará haciendo porque va en su naturaleza. Irse dejando 90 millones, y no al Barcelona, donde ya es persona non grata per secula seculorum, sería una salida muy digna y con posibilidad de regreso, al estilo de la de Aymeric Laporte.
Más allá de la digestión matinal de la sorpresa, lo cierto es que fue un día de satisfacción para el Athletic. Seamos sinceros: el hecho mismo de ver el cabreo monumental del Barça ya es un subidón comparable a una garrafa de Red Bull. Por otro lado, que Nico, en sus primeras declaraciones sobre el caso, saliera diciendo que, a la hora de tomar decisiones, lo que más le pesa a él «es el corazón» nos provocó una sonrisa irónica. Era el día señalado para ese tipo de demagogias. Sólo le faltó salir en Instagram y Tik-tok disfrazado de Pichichi con el pañuelo anudado a la cabeza en la playa de alguna isla exótica. Este negocio es así, oiga.
La satisfacción, en cualquier caso, es el gran éxito que ha logrado el Athletic y que hay que personalizar en la figura de su presidente, Jon Uriarte. Es cierto que este gol se lo ha marcado el Barça en propia puerta siendo el desastre que es. De ser un club serio, Nico ya llevaría un año en Can Barça y su presidente le querría como a un hijo y hasta le habría enseñado las primeras estrofas del 'Virolay de Montserrat'. Ahora bien, la gestión del Athletic no ha podido ser mejor. Uriarte ha mantenido la calma y ha dejado claro que iba a fiscalizar todo lo que fuera posible los movimientos y posibles añagazas del Barça ante la Liga con el tema del fair play financiero. Por otro lado, ha sabido presionar sentimentalmente al jugador, tocarle la fibra sensible, eso que tanto disgustaba al vicepresidente culé. Y al final ha sabido ofrecerle, en el momento exacto, una vía de escape para el lío en el que se había metido.
Uriarte ha conseguido algo muy grande. Y no me refiero sólo a que haya salido vencedor de una operación asombrosa que no se ve en el fútbol español desde que en 1954 el Real Madrid le birló al Barça a Di Stéfano. Lo importante de verdad es que ha conseguido mantener intacta una plantilla de Champions. Esto es algo nuevo en los últimos treinta años. Durante este tiempo, el Athletic ha visto cómo cada vez que el equipo se ponía en el foco europeo se le marchaban la mayoría de sus estrellas. Tras la primera temporada inolvidable de Bielsa, por ejemplo, se inició un desfile que duró varios años: Javi Martínez, Llorente, Kepa, Herrera y Laporte... Conseguir ahora, atadas sus figuras con contratos largos, mantener el grupo e incluso reforzarlo con los fichajes de Laporte y Areso es un paso adelante extraordinario. En cierto modo, es entrar en otra dimensión. Y como tal hay que celebrarlo.
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