Ziganda se dispone a rematar en el gol que clasificó al Athletic. José Luis Nocito

Una oportunidad en Saint James Park

El Athletic puede volver a ser un equipo competitivo y sugerente si sale victorioso del histórico estadio del Newcastle

Martes, 4 de noviembre 2025, 01:19

Cuando en el sorteo de la Champions salió el nombre del Newcastle como rival del Athletic muchos aficionados rojiblancos, desde luego casi todos los de ... mi generación, nos llevamos una alegría. De repente, teníamos un buen motivo para recordar una eliminatoria feliz que ha pasado a la historia del Athletic de un modo extrañamente poderoso. Lo digo porque no pasaron de ser unos dieciseisavos de final de un torneo en el que los leones cayeron en la eliminatoria siguiente, contra el Parma. Vamos, que aquella no fue la primera de una serie de gestas que les llevaron a una final, ni nada parecido.

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Me he preguntado muchas veces qué tuvo de especial aquel cruce para que se haya quedado grabado en nuestra memoria con tinta indeleble, que diría un clásico. Yme he respondido que se dieron varias circunstancias combinadas. Para empezar, que aquella era la temporada del regreso a Europa después de cinco años de ausencia, de modo que había mucha ilusión concentrada en el ambiente. Por otro lado, el rival no sólo era un gran club inglés, algo que en Bilbao siempre resulta motivador, sino que en ese momento era el líder de la Premier. Con estos dos únicos condimentos ya se podía hacer un buen guiso, pero había más. Aquel Athletic de Irureta, que en la primera eliminatoria de la UEFA había tenido que sudar sangre para eliminar al Anorthosis tras perder 2-0 en Larnaka, estaba diezmado por una grave plaga de lesiones. Jabo echaba un vistazo a la enfermería de Lezama y le venían a la cabeza imágenes de películas con heridos en hospitales de campaña. Para el partido de ida el 18 de octubre de 1994 le faltaban Larrainzar, Lakabeg, Urrutia, Goikoetxea, Guerrero y Valverde.

Los rojiblancos, por tanto, viajaron a Newcastle como víctimas propiciatorias. No es que nadie diera un duro por ellos, pero hasta los quinientos hinchas que se desplazaron al norte de Inglaterra eran conscientes de que las 'urracas', aquella tropa dirigida por Kevin Keegan en la que destacaban Beardsley, Albert, Fox y Cole, eran una cima casi inexpugnable. Ver a su equipo en una posición débil siempre activa en los hinchas un mecanismo automático de instinto paternal. Así se explica que, cuando en el minuto 57 el Newcastle se puso 3-0 y todo parecía perdido, se pusieran a animar a sus jugadores. Querían que se esforzaran para evitar una debacle y, de paso, ofrecerles un consuelo. Y así se explica también que estallaran de orgullo y alegría cuando, en contra de todas las previsiones y dejando las gradas de Saint James Park en un silencio helador, sus jugadores acortaron distancias con dos goles de Ziganda y Suances que dejaron abierta la eliminatoria; tan abierta que el Athletic la superó en San Mamés con un gol del Cuco.

Por supuesto, estoy recordando esto con la vista puesta en el partido de mañana. Creo que en estos tiempos de cierta tribulación para el equipo de Valverde puede ser un buen espejo en el que mirarse. Hace 31 años, y ante uno de los equipos de moda en Europa, un Athletic diezmado tuvo personalidad para levantarse cuando parecía muerto y a punto de ser enterrado. Lo tenía todo en contra y resurgió.

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No es que mañana los leones encaren el choque en una situación tan dramática como la que vivían con aquel 3-0 y unas gradas inglesas rugiendo como un batallón de fusileros saliendo de la trinchera. No. El Athletic, sencillamente, atraviesa una crisis que le empieza a amargar lo que hasta hace un par de meses era una existencia placentera. Ahora bien, mañana, como hizo entonces, necesita resurgir, recuperar el color, dar la sorpresa con una actuación convincente que levante su autoestima. Puede que esté equivocado, y me pueda lo que uno de Newcastle llamaría 'wishful thinking', pero estoy convencido de que con dos buenos resultados, acompañados de un buen fútbol, este Athletic puede volver a ser un equipo competitivo y sugerente. Pienso, por ejemplo, en cómo estaría el vestuario rojiblanco si gana al Newcastle. Imagino los gritos, los abrazos entre compañeros, la rabia desahogada, la alegría general. Yme digo que esos jugadores le ganan al Oviedo seguro. Y que todo puede volver a ser, poco a poco, como antes.

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