La obligación de hilar fino
Agirrezabala se ha revalorizado con Valverde en la última temporada y el club debe gestionar muy bien ese valor
Como en los últimos días el caso Nico Williams ocupa todos los focos, el que afecta a Julen Agirrezabala y su posible marcha al Valencia ... está pasando más desapercibido de lo que debería. Al fin y al cabo, estamos hablando del portero titular del Athletic en su último título de Copa, el héroe de los penaltis en La Cartuja, y el que ha seguido defendiendo la portería rojiblanca durante la pasada Europa League, que tanta ilusión había generado entre la hinchada bilbaína por la final en San Mamés. En realidad, estamos hablando del guardameta que ha disputado los partidos más apasionantes del equipo en los dos últimos años: los cuartos de final contra el Barça, las semifinales contra el Atlético y la final contra el Mallorca la pasada temporada en la Copa; los dos últimos partidos de Liga en el Bernabéu; los octavos de final de Copa contra Osasuna y los catorce que ha jugado en su regreso a Europa.
Agirrezabala no es que haya contado con la confianza de Valverde. Es que le ha dado exactamente la misma que a Unai Simón. Para Txingurri, sus dos porteros han sido intercambiables por mucho que, de puertas para afuera, la jerarquía de ambos fuese tan diferente. Uno, el titular del Athletic y de la selección española en el último lustro, ganador del trofeo Zamora y considerado uno de los mejores arqueros del mundo. Y el otro, un joven canterano muy prometedor, dos veces internacional sub'21.
La apuesta por la alternancia de Valverde con Simón y Agirrezabala ha sido muy discutida. De hecho, ha sido uno de los escasísimos debates un poco serios que se han producido en un club convertido en una balsa de aceite. Cada vez que el Athletic ha comenzado su periplo en la Copa o cuando en enero Simón ya estaba recuperado y pudiendo jugar la Europa League se quedó en la reserva, se ha agitado el debate. La mayoría de los aficionados no entendía a su técnico. Su falta de entendimiento se basaba en un precepto elemental del fútbol: que la obligación de un entrenador es poner a los mejores en cada partido, y especialmente, en los más importantes. No hacerlo era atentar contra la lógica y el sentido común. Ahora bien, Valverde no se había vuelto loco. Lo que ocurría, sencillamente, es que para él un portero no era mejor que el otro.
El caso es que el guipuzcoano se ha revalorizado mucho en estos dos últimos años. El hecho mismo de que dejara en el banquillo a Unai Simón en tantas grandes citas ya era de por sí una confirmación 'urbi et orbe' de su valía. ¿O acaso Txingurri se iba a disparar tiros al pie? Si le ponía es que tenía que parecerle buenísimo, se decía en el mundillo del fútbol. El Athletic, por otro lado, no ha dejado de alardear, y con razón, de tener tan bien guardado un puesto emblemático en este club. Y no sólo eso: también ha alardeado de la modélica deportividad con la que los dos porteros han sabido cohabitar.
Siendo así las cosas, que Agirrezabala se vaya a marchar provoca una situación delicada y confusa. Lo primero que se pregunta el athleticzale es qué ha pasado para que esa famosa cohabitación ya no sea posible o se prefiera abandonar. ¿Por dónde se ha roto la cuerda? ¿Ha tenido que ver con alguna decisión de Valverde o con alguna exigencia de Simón o del propio Agirrezabala de cara a la próxima temporada? A saber.
El club, por otro lado, no lo tiene fácil. Está obligado a hilar muy fino. Porque, claro, el guipuzcoano se ha revalorizado tanto con Valverde que el Athletic está obligado a gestionar muy bien ese valor. De hecho, traspasarlo ahora de repente sería difícil de argumentar, salvo que el Valencia tire la casa por la ventana, algo que no parece probable. En realidad, no parece posible. ¿Cesión con opción de compra? Es la que más suena, pero lo cierto es que tampoco es fácil ver al club ché pagando el precio que Agirrezabala se ha ganado en el mercado.
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