El Madrid más peligroso
Nunca hay que fiarse de los blancos y mucho menos cuando parecen más dubitativos y, por tanto, más asequibles
Reconozco que no termina de convencerme demasiado este ambiente de cierto optimismo con iluminación navideña que se está viviendo estos días ante la visita del ... Real Madrid. Soy consciente de que mi incomodidad es un problema personal, pero estoy seguro de que lo comparten bastantes aficionados del Athletic. Y me explico para que no haya malentendidos. Lo que estoy diciendo no significa que, a la hora de analizar el partido de esta noche, tengamos que negar las evidencias para afirmar nuestras supersticiones. Cómo no vamos a valorar la fortaleza competitiva de la tropa de Ernesto Valverde y sus impresionantes números como local en los últimos quince meses. Y cómo olvidarnos de que el equipo de Ancelotti está mostrando puntos débiles en lo que va de curso y llega a Bilbao con bajas importantes.
Nuestro recelo hacia el optimismo que se ha abierto paso después de las tres últimas victorias consecutivas de los rojiblancos tampoco significa que tengamos miedo. No, no es que, cuando nos dicen que viene el Madrid, pensemos ya que viene el lobo. No es para tanto. Por mucho que llevemos una mala racha de nueve años sin ganar este gran clásico en la Liga, la realidad es que, como locales, la estadística histórica nos acompaña: 59 victorias, 21 empates y 49 derrotas en 128 partidos oficiales. Lo que significa nuestra prevención, sencillamente, es que conocemos muy bien al Real Madrid. Y como le conocemos tanto y desde hace tanto tiempo hemos crecido con la completa seguridad de que no hay que fiarse nunca de él y todavía menos -y esto es lo importante- cuando puede parecer más débil, dubitativo y, por tanto, asequible. Que es lo que ocurre en este momento.
En el cruce de Copa de 2022, el Madrid fue mucho menos intenso que el Athletic y lo pagó caro
La prudencia incluso excesiva a la hora de enfrentarse al Madrid la aprendimos muchos, como tantas cosas, en la infancia y la adolescencia. En mi caso, todavía recuerdo un gol de Aguilar en el descuento que supuso un 3-3, cuando ya celebraba la victoria dando saltitos. O lo felices que nos las prometíamos cuando Dani abrió el marcador en el minuto 2 -la hemeroteca me informa que fue en 1981- y cómo Gallego y Santillana en un pispás nos amargaron la fiesta. Y no sigo escarbando en la lista de disgustos.
Estoy hablando de unos años en los que se hizo muy popular la serie 'Hombre rico, hombre pobre'. Para quienes no tengan noticias de ella sólo les recordaré que había un malo malísimo con parche en un ojo llamado Falconetti, cuya característica esencial no era tanto su maldad absoluta, que tenía algo de ridícula por lo exagerada, sino su asquerosa vitalidad. Aquel tipejo parecía inmortal. No moría ni a tiros. De ahí que para algunos el Madrid, como máxima expresión de la resistencia a la derrota, se convirtiera en cierto modo en nuestro particular Falconetti deportivo. (Ahora lo sería también de los hinchas del PSG, el Chelsea, el Manchester City, el Liverpool y demás víctimas de sus victorias y remontadas milagrosas en la Champions).
Todo lo dicho no significa que haya que rebajar la ilusión. Al contrario. De hecho, lo mejor de estos partidos, lo que les hace tan especiales, es precisamente su extrema dificultad, lo que tienen de reto mayúsculo. Son duelos en los que no hace falta mentalizar ni a los jugadores ni a los aficionados porque todos están descontando las horas, como en una apasionante cuenta atrás, para calzarse las botas o sentarse en su localidad. Son partidos para darlo todo, superarse a uno mismo y acabar convirtiendo el sufrimiento en una fiesta. Y desde luego son partidos para ser inteligente.
Ante el Madrid la inteligencia pasa por tener muy claro que los blancos van a querer responder al Athletic replicando su misma intensidad en el juego. Es algo que vienen demostrando en sus últimas visitas a San Mamés. La de la pasada temporada fue muy clara en ese sentido. De ahí sus resultados tan favorables. No es casualidad que su única derrota desde 2015 llegara en el cruce de Copa de 2022, cuando los de Ancelotti salieron a verlas venir, destensados, y acabaron tirados en la cuneta. No creo que esta noche cometan ese error. Sospecho que, durante los noventa minutos más el descuento, no dejará de escucharse el ruido de los escudos al chocar. Y que ganará el mejor, el más acertado e intenso.
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