¿A qué se debe ese mal estado físico de los jugadores?
Desde que en septiembre al Athletic le cayó el cielo sobre la cabeza, catástrofe singular que tanto temía Abraracúrcix, no ha dejado de hablarse del ... mal estado físico del equipo. Es lógico, por tanto, que tras la penosa actuación ante el Getafe ese debate se haya recrudecido. Y es que la imagen de blandura y apatía que ofrecieron los rojiblancos no sólo causó malestar sino, sobre todo, asombro. Ese Athletic, sencillamente, era irreconocible. No podía distinguirse en él ninguna de las virtudes, muchas de ellas vinculadas a su poderío físico, que le han adornado y llevado al éxito en las dos últimas temporadas.
A la afición rojiblanca le asaltan estos días dos preguntas de esas que van encadenadas, como dos presos que comparten las mismas esposas. ¿La crisis del Athletic se debe a su mal estado físico? Y si es así, ¿a qué se debe ese mal estado? Por lo que se oye y lee por ahí hay algunos que lo tienen clarísimo. Es más, no tienen ni una sola duda y son capaces de señalar a distancia a los culpables y pedir para ellos la picota. Para otros, entre los que me encuentro, las respuestas no son tan fáciles. Y me explico.
Que en algunos partidos al Athletic le ha faltado la chispa a la que nos tiene acostumbrados es evidente. También lo es que, sin esa energía explosiva, los rojiblancos bajan mucho su nivel. ¿Cómo no iban a bajarlo si su estilo se basa, precisamente, en esa fortaleza? Ahora bien, una cosa es estar un poco bajo físicamente y otra la imagen que dieron ante el Getafe o incluso contra el Elche después de dos semanas de descanso. Lo del sábado no fue un bajón físico, una caída de tensión consecuencia del desgaste de la Champions. Ese tipo de desgaste lo sienten los equipos en febrero, no en octubre después de sólo tres partidos europeos en dos de los cuales Valverde hizo rotaciones masivas.
Lo del sábado, a mi juicio, fue sobre todo mental, un decaimiento anímico producto de las dudas agobiantes en su juego que está empezando a tener el equipo debido a las lesiones o a la baja forma de futbolistas trascendentales, sobre todo los del frente de ataque. Hay un partido que recuerdo con frecuencia, el de Villarreal el pasado 27 de septiembre. Pese a la derrota, la imagen del Athletic ante uno de los mejores equipos de la Liga fue magnífica. Perdió, sencillamente, por la falta de acierto de Sancet, Guruzeta y Williams, que fallaron todo lo que podían fallar en sus remates y centros dentro del área.
Hace un mes
Extraigo de la hemeroteca un párrafo de la crónica de aquel choque. «Fue doloroso ver cómo la gran personalidad del equipo de Valverde, su nivel para presionar de forma furibunda y sostenida –Vivián la representó mejor que ningún otro–, meter a la tropa de Marcelino en la madriguera y no dejarle salir, se quedaba en nada. En el minuto 37, se conoció un dato muy revelador: 5 remates del Villarreal por 11 del Athletic». Conclusión obligada: el Athletic que conocemos existía hace un mes. Existía un equipo que, pese a condenarse por su falta de gol, presionaba «de forma furibunda y sostenida». ¿Puede ahora, cinco partidos después y con un parón entre medio, estar derrengado, hecho una piltrafa como denuncian algunos? No lo parece, desde luego.
Dicho esto, creo que hemos llegado a un punto en el que son necesarias un par de puntualizaciones. La primera va en descargo de Luis Prieto, al que algunos cráneos privilegiados están atizando con saña, acusándole de ser el gran culpable de lo que ocurre. Por lo visto, el preparador de Dima, como es muy malo y soberbio, ha hecho de su capa un sayo, ha sepultado la línea que marcó Pozanco y ha dejado a la plantilla tan debilitada que no aguanta ni una partida de mus. Es como para comer cerillas. ¿Pero qué tontería es esta? La preparación física del Athletic sigue siendo básicamente la misma, la que Valverde quiere desde hace años y, por tanto, la que Prieto pone ahora en práctica como antes lo hacía su antecesor. Y es la misma que el doctor San Millán sigue intentando maximizar en el centro de alto rendimiento de Lezama.
Otra cosa diferente y de la que se habla poco –y esta es la segunda puntualización necesaria– tiene que ver con las consecuencias que puede estar teniendo en el estado físico de los jugadores las tres temporadas que el Athletic lleva al galope, siendo uno de los equipos de Europa que juega a más intensidad, recorre más kilómetros y recupera más arriba. Esta sí es una cuestión sobre la que conviene reflexionar. Los rojiblancos vienen de una campaña durísima, cargada de partidos (55) y de enormes expectativas. Es decir, vienen de sufrir un gran desgaste físico y anímico, algo que sí puede estar notando en estos dos últimos meses en forma de lesiones, de bajo rendimiento de futbolistas clave, de un cierto cansancio mental y de una evidente falta de chispa y mordiente en algunos partidos. Nada que no tenga solución, vaya.
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