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El partido de Old Trafford había terminado hace casi media hora. Solo quedaba la afición del Athletic en una esquina. 4.000 gargantas que pese a la derrota no se han roto. Cantaban, gritaban, no han parado de animar desde el final del duelo. De repente, del vestuario surgen varios jugadores, primero Lekue, Guruzeta, Paredes, Vesga... Y luego se han unido el resto. Querían devolver a la gente su cariño y la hinchada ha querido reconocer su esfuerzo: «Eskerrik asko, Athletic, eskerrik asko».
Los futbolistas han querido entregar sus camisetas, pero los agentes de seguridad no han querido bajar la red. En un primer momento ha habido tensión con los miembros de seguridad que, con la intervención del presidente Jon Uriarte, han accedido a que los jugadores se acerquen a la grada y les den sus prendas a los hinchas. El rifirrafe no ha pasado a mayores y los afortunados se han quedado con esos tesoros.
A partir de ahí, el ritual de gritos. El txoria txori, gritos de Athletic, Athletic y demás. Los futbolistas aplaudían y la hinchada cantaba en un campo vacío. Impresionaba. Como la petición a De Marcos para que se quedase, el respaldo a Agirrezabala y Berenguer. Y por supuesto «eskerrik asko, Athletic eskerrik asko».
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