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Jon Agiriano
Martes, 4 de marzo 2025, 00:51
Es bien sabido que Italia es uno de los mejores destinos del mundo siempre y cuando no sea para ver a tu equipo batirse el ... cobre contra otro de ese país. En ese caso, suele convertirse en un lugar desagradable al que no entran deseos de volver. Salvo excepciones, la tensión y el sufrimiento suelen estar garantizados ante rivales que saben conjugar el verbo competir en todas su formas posibles y ante aficiones que te hacen ver desde tu llegada que te has colado en su casa sin permiso. Es cierto que con el nuevo fútbol, más políticamente correcto, aséptico y fiscalizado por el VAR, Italia ha perdido parte del fulgor amenazante que tenía en el pasado. Ya no hay tanto temor a encerronas y emboscadas. Ahora bien, sigue infundiendo mucho respeto.
Viene esto a cuento, por supuesto, de la visita del Athletic al Olímpico de Roma, la segunda en lo que va de temporada por ese tipo de casualidades absurdas que provoca el nuevo formato de la Europa League. La primera fue el pasado 26 de septiembre y se recordará porque los 'giallorosso' se adelantaron pasada la media hora con un gol de Dovbyk, porque Aitor Paredes empató en el minuto 85 y porque entre los más de 63.000 espectadores presentes en el estadio hubo media docena de integrantes de Herri Norte que decidieron montarla lanzando bengalas.
Ese partido también podría recordarse por otra circunstancia que conviene resaltar ahora que se está hablando tanto, con un cierto temor, de la magnífica racha que lleva la Roma desde la llegada en diciembre de Claudio Ranieri: en aquel duelo, correspondiente a la primera jornada de la Europa League, el Athletic jugó sin De Marcos, Jauregizar, Sancet, Berenguer y Nico Williams en su once titular. Es decir, que si los romanos no eran entonces lo que son ahora, los bilbaínos tampoco fueron lo que podían ser.
Sea como fuere, el partido del jueves nos obliga a recordar las experiencias italianas del Athletic, que han sido unas cuantas. El país transalpino, de hecho, es el más visitado por los rojiblancos en competiciones europeas. Han jugado allí en once ocasiones. La primera de todas ellas, en 1956, fue la final de la Copa Latina, un torneo internacional que, desde 1948, disputaban los campeones de Liga de España, Italia, Francia y Portugal. Los rojiblancos perdieron 3-1 contra el Milán. En Inglaterra, su segundo destino histórico, el Athletic ha jugado nueve veces y su estreno, en febrero de 1957, también dejó un recuerdo triste. El equipo de Dauzik, que había ganado en casa por 5-3 en el famoso partido de la nieve, perdió 3-0 y cayó eliminado de la Copa de Europa.
A los enfrentamientos de los rojiblancos contra equipos italianos les advierte un mismo patrón. Y es que el factor campo tiene una influencia enorme. Sólo el Torino ha sido capaz de ganar en La Catedral tras haber pasado por ella Juventus, Milan, Parma, Sampdoria, Napoli y Sassuolo. El problema es que, en sus once visitas a tierras del antiguo imperio al Athletic también le ha ido mal. Ha perdido seis veces, ha empatado cuatro y sólo ha ganado una. Hablamos del famoso 1-2 contra la Sampdoria en Génova de la temporada 1997-98. Los pupilos de Luis Fernández hicieron un partido muy serio, se adelantaron con un gol de Ríos en el minuto 18 y ampliaron su ventaja con un tanto de Larrainzar a la hora de juego que el futbolista navarro, en una imagen que quedó para la historia, celebró simulando que tocaba el violín. Aunque el equipo de César Luis Menotti acortó distancias no pudo impedir la victoria del Athletic, que se repitió dos semanas después en San Mamés.
Momentos históricos
Tras la final de la Copa Latina, el Milán volvió a ser repetir como enemigo del Athletic dos décadas después. Fue en aquella histórica Copa de la UEFA de la temporada 1976-77. Esta vez, el equipo de Koldo Aguirre salió airoso. Pasó por encima de los 'rossoneros' en San Mamés (4-1) y luego defendió su ventaja sufriendo una agonía en San Siro, donde con 3-0 en contra y la tierra abriéndose bajo sus pies el Athletic salvó el cuello con un penalti forzado por Txetxu Rojo y transformado por Madariaga. Fue aquel un cruce inolvidable, como lo sería, cinco meses después, la famosa final contra la Juventus en la que los turineses, tras ganar en su campo por 1-0 con un gol de churro de Tardelli, acabaron llevándose el título por el valor doble de los goles en campo contrario. Lo hizo Bettega en el minuto 6 y, aunque lo mereció con creces, el Athletic no pudo pasar del 2-1.
Tuvieron que pasar 10 años para que los rojiblancos volvieran a Italia, otra vez ante la Juve, que le goleó 5-1 en la UEFA. Y ocho años después se llevaron otro nuevo disgusto. Dirigidos por Irureta, ganaron al Parma en San Mamés (1-0), pero cayeron en el Ennio Tardini por 4-2 con una exhibición de Dino Baggio. Tres años después llegó la eliminatoria ya citada contra la Sampdoria y, a partir de ahí, se dio otro salto en el tiempo. La historia ya es muy reciente, tanto que en los cuatro duelos restantes –Napoli, Torino, Sassuolo y Roma– ya está presente Ernesto Valverde como inquilino del banquillo rojiblanco. La suerte ha sido desigual, desde un gran éxito superando el play off de la Champions ante el Napoli al tremendo disgusto contra el Torino, tras haber empatado allí, pasando por una victoria en casa y una derrota muy chunga fuera contra el Sassuolo. La historia, que continuó escribiéndose con el empate en septiembre, tendrá otro capítulo este jueves.
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