La gran conclusión de Valdebebas: solo con atrevimiento el Athletic es competitivo
El Athletic afronta mañana un duelo crucial con una sensación agridulce tras el choque con el Real Madrid
Hubo momentos, durante el partido del martes, en los que fue inevitable preguntarse cómo era posible que un equipo que se estaba mostrando tan competitivo ... como para plantarle cara al Real Madrid en su campo y con un jugador menos desde el minuto 13 se encontrase a un paso del fondo de la clasificación y tuviera a su técnico en el disparadero. A un espectador que no supiera nada de los rojiblancos, desde luego, le hubiera resultado muy extraño. Y es muy probable que sintiera curiosidad por conocer la compleja realidad del equipo de Garitano, que pasa en primer lugar por una urgencia inmediata. Tras sumar sólo dos puntos en los cuatro últimos partidos, mañana está obligado a ganar al Huesca. De lo contrario, podría caer a puestos de descenso.
Este imperativo no admite discusión ni medias tintas. Los tres puntos son obligados porque, de no sumarse, la crisis que lleva arrastrando el Athletic desde principios de temporada entraría en una dimensión crítica. Dicho esto, hay que volver a poner el foco en el equipo. Y más concretamente en una realidad que volvió a quedar patente en Valdebebas y ya no admite discusión por mucho que los partidos ante los grandes nunca sean muy representativos: la de que la competitividad de los rojiblancos depende, en gran medida, de su atrevimiento en el campo. Podríamos decirlo de un modo infantil, aún a riesgo de parecer poco serios en una situación tan compleja como la actual. No hay mejor mensaje para los jugadores del Athletic antes de un choque que un sonoro «Al ataque, mis valientes».
El Athletic debe sumar mañana tres puntos si no quiere que la crisis entre en una dimensión crítica
cLasificación
Habrá quien ponga esto en duda teniendo en cuenta una realidad también indiscutible: que la gran diferencia de esta temporada respecto a la anterior está siendo la solvencia defensiva y, más concretamente, la cifra de goles en contra que llevan los rojiblancos. Han pasado de 8 a 17 en los 13 primeros partidos. Corregir esta estadística es una prioridad, sin duda, pero vincular la forma de hacerlo a extremar las precauciones y ser más contenido en el juego de ataque se antoja un error mayúsculo. Y desde luego resulta contradictorio si se piensa -y es una realidad- que el aumento de los goles en contra ha tenido más que ver con graves errores individuales que con averías en el sistema defensivo propiamente dicho.
Del partido del martes en Madrid, aparte de esta gran conclusión ya citada, nos han quedado muchas imágenes. Casi mejor no volver a ver la jugada del penalti de Carvajal a Williams para no hacernos mala sangre. Tampoco es agradable detenernos en las imágenes de las tres faltas consecutivas que le costaron la doble amarilla a Raúl García. Mucho mejor centrarnos en las primeras llegadas del Athletic a la portería de Courtois en el arranque del partido, en el gol del empate de Capa y en los arreones finales que culminaron con la gran ocasión de Vesga en el descuento. Se vio entonces a un Athletic con carácter, orgulloso, atrevido, sin complejos ni sentimientos de inferioridad, convencido de lo que estaba haciendo. Un equipo feliz y competitivo.
El equipo agradece el regreso de De Marcos, que ante todo representa una actitud indomable
el jugador
El paradigma
La figura de Óscar de Marcos alcanzó en Valdebebas un valor paradigmático. Su aparición repentina, cuando ya casi hablábamos de él en pasado, como un jugador que se estuviera despidiendo, martirizado por sus sucesivas lesiones de tobillo, ha sido una magnífica noticia. Y es que, desde que Marcelo Bielsa le ahormó como es debido, el futbolista de Laguardia ha representado, ante todo, una actitud visceral e indomable. Cuando está en forma, todo a su alrededor se vuelve más eléctrico e impredecible. En Valdebebas jugó de interior y mezcló muy bien con Capa, que no deja de ser otro futbolista sediento de aventuras. Como lo es Berchiche en el otro costado y algunos otros más. Lo cierto es que en la plantilla rojiblanca hay un buen surtido de futbolistas que ofrecen su mejor versión cuando el equipo juega no sólo con mucha intensidad -esto es innegociable-- sino con valentía, sin complejos.
Un buen número de rojiblancos dan su mejor versión cuando el equipo juega sin complejos
la plantilla
Garitano se encuentra así ante un dilema que quizá explique los bandazos que sufre su equipo, esa irregularidad machacona que le persigue como una sombra y que le ha llevado a la actual situación de alto riesgo. El deriotarra es un amante del rigor, un defensor a ultranza del equilibrio. Metódico y pragmático, huye de cualquier riesgo que pueda resultar oneroso. Seguramente, su ideal de equipo sería uno duro e impenetrable en defensa y con un par de jugadores letales a la contra. Poco vistoso, aburrido muchas veces, pero fiero y eficaz. Algo parecido al Atlético de Simeone en su mejor versión, por ejemplo.
Lo cierto es que, en sus momentos álgidos, el equipo de Garitano se dio un aire a ese Atlético. El problema es que mantener esa pretensión es imposible y conduce a los rojiblancos a la frustración de quien pretende ser lo que no puede ser, al menos durante poco tiempo. Es una cuestión de la naturaleza de los jugadores. En el Athletic no abundan precisamente los futbolistas calculadores y rebosantes de oficio, fríos en cada contienda y cerebrales en todas sus decisiones. Al revés, abundan los que son todo corazón, impulsivos y sensibles, siempre dispuestos a ser los primeros voluntarios en un abordaje. No conviene meterles demasiadas ideas en la cabeza, ni mucho menos ponerles ataduras. Digamos que hay que animarles a que jueguen como son. Nadie dice que con ello vayan a hacer heroicidades, ya que la calidad es la que es, pero sí que no estarán pendientes del descenso y, desde luego, serán mucho más divertidos.
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