Garitano se gana dos bolas extras con el empate ante el Valencia
El entrenador sacó su perfil más conservador en el tramo final para amarrar un punto que le permite llegar a los partidos ante Madrid y Huesca y aparcar por ahora el debate sobre el futuro
Cada vez que se ve contra las cuerdas, Gaizka Garitano sale airoso. Como si su libro de cabecera fuera el Manual de resistencia de Pedro ... Sánchez. En Mestalla estaba por tercera vez esta temporada en el alambre. Sobrevivió en el campo con el 4-0 ante el Betis. Lo hizo también en la sala de reuniones de la directiva tras el 0-2 ante el Celta cuando Aitor Elizegi impuso su criterio ante los directivos del ala dura que forzaron una junta extraordinaria para pedir su cese. Ayer también estaba en entredicho. Y de nuevo sale del atolladero. Lo hace con su mejor partido del curso lejos de San Mamés y una imagen que por fin satisface a sus hinchas. Sólo dos errores de Dani García y Unai Simón le impidieron ganar. El empate le permite sentarse en el banquilllo el martes en la visita al Madrid y el viernes ante el Huesca.
Los directivos críticos piden a Garitano que ponga en valor a la camada de jóvenes que tiene a su disposición. Pero el día en el que volvía a estar en el alambre, el técnico sólo colocó a uno de ellos en el campo, Villalibre. Y a lo largo del partido no salió ninguno más. Además, envió al banquillo a Vencedor para devolver al once a Dani García. Una alineación que hubiera sido utilizada en su contra en caso de juicio por la derrota.
Para agravar su posición, fue el de Zumarraga el que cometió el doble fallo que significó el 1-0. A un mal despeje siguió un penalti por llegar tarde ante Carlos Soler. Garitano no podría haberse agarrado a la excusa que tanto molestó a los dirigentes críticos la pasada semana, que jugar con jóvenes tiene el peaje de los errores. El del primer gol fue cometido por uno de los principales integrantes de la 'vieja guardia'. Y, para que aquellas manifestaciones del entrenador siguieran frescas, el autor del gol del empate fue uno de los meritorios, Villalibre.
Garitano puede decir con razón que su equipo fue más ambicioso que nunca. Además, que acertó con su primer cambio. Qutó a Vesga en el descanso después de que el vitoriano se jugara un par de veces la expulsión. Salió Unai López y cambió el partido. Conectó enseguida con un activo y brillante Muniain y el equipo rojiblanco fue otro. Además, con el 1-1 fue ambicioso y buscó el triunfo.
Una soberbia jugada que Muniain sacó de la nada significó el penalti que dio paso al 1-2. El Valencia, en los huesos por la marcha de sus principales jugadores y con cinco ausencias ayer, era una ruina. El triunfo parecía en el zurrón rojiblanco. Hasta que llegó el grave error de Unai Simón. El excelente portero rojiblanco está en ese momento de la carrera de todo guardameta en el que falla en un gol tras otro. A su error ante el Celta unió en Mestalla una pésima salida en una falta, que por cierto no era. El caso es que está en la racha de quitar puntos en lugar de darlos.
El entrenador quería amarrar el valioso triunfo con una defensa de tres centrales en los últimos minutos. Su idea era quitar a Muniain para meter a Nuñez. Recibió el 2-2, pero aún así siguió con el plan. Al Garitano más ambicioso del curso le sucedió como al escorpión del cuento. Al final le pudo su naturaleza y le salió su lado más conservador para sujetar un empate que le da dos bolas extra y unos días sin preguntas sobre su futuro. Eso sí, jugó con fuego. Una derrota en los últimos instantes habría dado mucha munición a sus críticos para volver a la carga sobre su continuidad.
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