Bizi ametsa

Gracias a soñar conseguimos nuestro primer balón, conocimos el amor e incluso tuvimos a nuestros hijos. La fase REM, ese movimiento rápido de ojos, energiza nuestro cerebro y nos invita a soñar cada noche. La gran mayoría no puede recordarlo, en el Athletic es imposible de olvidar. Sueño con un Athletic campeón, eso ya de momento no me lo quita nadie.

Incluso el club ha tuneado un autobús para que la afición viaje con el equipo. Es una hermosura percibir la expresión de los niños cuando lo ven pasar y la cara de sorpresa de un socio que cree verse entre el gentío de una enorme fotografía de la hinchada rojiblanca que decora los laterales y el techo junto con ese lema: 'Bizi ametsa'.

Desde fuera siempre nos ven como exagerados y fanfarrones, qué sería de un bilbaíno que no ha visto a millones de amigos en un autobús junto a un enorme león que ruge ante una Copa que quiere devorar. En el bus se refleja también el palmarés del Athletic. A otros equipos les quedaría sitio para escribir sus títulos y el 'Quijote' en un utilitario.

Pero no debemos confundir soñar, esa palabra que llena la fachada de un edificio industrial en el número 46 del Camino de la Ventosa visible desde el corazón de Bilbao, con estar dormido. «Nessun dorma», ordena Turandot para que nadie duerma en Pekín. Debemos estar bien despiertos, zarandear a los jóvenes porque lo último que deseamos es tener una pesadilla por una mala cabezada en la que caemos por un barranco o nos levantamos al baño de la realidad. Si no nos gustase el final siempre nos quedará Calderón, porque todo en la vida es sueño.