El míster de la Parroquia de Careñes está a un paso de la santidad. Le ha cogido el vicio al modelo Athletic y se siente ... como Pedro por su casa, no en vano creció y se hizo jugador en la cantera del Sporting. Los que hablan de flores deberían revisar manuales de jardinería porque un floricultor les diría que hay que cultivarlas y mimarlas a diario, quizá este capítulo de su nuevo libro de conducta sea el que más ha cuajado en el espíritu de los jugadores. La psicología de un futbolista no solo depende del dibujo en una pizarra, necesita un mensaje claro y positivo de que es el amo.
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Marcelino, que vino estudiado desde el minuto uno de su rueda de prensa de presentación, porque sabía que su foto había estado en algunas dianas de dardos al estilo de las películas italoamericanas, se ha metido de momento a la parroquia en un bolsillo y esa tarea es muy complicada en un club como el de Ibaigane. Tras ganar la Supercopa a dos ogros como Real Madrid y Barcelona, el de Villaviciosa ha dibujado una palabra en la puerta del vestuario: ilusión. Podría poner un cartel: 'Prohibida la entrada a pesimistas y perdedores'. De momento ha sido mano de santo. Leyendo su trayectoria como entrenador, lo de la flor de Marcelino se ve que no es de crecimiento espontáneo.
Imanol Alguacil, por su parte, no ha salido de San Sebastián, pero tiene mucho mérito. Su película de 'Solo en casa' es una trilogía, ya que tras subir del filial al primer equipo se vio forzado por decisión de la directiva a regresar al 'B' aun haciéndolo bien, esperando a que la hora de su oportunidad llegase; lo hizo tras la destitución de otro Garitano y bien que la está aprovechando. La afición realista tiene la costumbre de jalear las acciones de Alguacil cantando el estribillo de la canción 'Imanol' del grupo de rock Platero y tú, pero le aprieta de lo lindo y él mismo sabe que está a un paso de pasar a la historia. Será un duelo de dos pistoleros que no quieren hacer prisioneros, algo que no pudieron conseguir en sus combates abiertos convencidos entrenadores rojiblancos como Caparrós, Bielsa y Valverde. Marcelino goza de dos bolas de partido para convertirse en santo.
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