El mejor disfraz de los pasados carnavales se lo vimos a un niño con poblada barba negra de pega, vestido con una camiseta de Athletic ... y con la ikurriña a modo de capa tocando una trompeta. Mientras escribo estas líneas escucho el vinilo 'Kind of Blue' porque me gusta el jazz y disfruto con los solos legendarios, como los de Louis Armstrong, el primer ciclista de color que pisó la Luna tocando este instrumento. Mi tercer trompetista favorito es el búfalo de Gernika, Asier Villalibre. Un jugador con una cara de póquer que no sabes si está celebrando o un gol o le han sacado la del juicio, y duro como una piedra de amolar.
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Observo en las calles de Bilbao cierta desgana a la hora de prepararse para la primavera de Ibaigane, que puede ser de las más sonadas en nuestra historia. No percibo aún el ambiente de otras ocasiones en las que íbamos a jugar la final de Copa, se presiente una falta de júbilo debida al fútbol pandémico y a no poder preparar el viaje 'comme il faut' con la cuadrilla o familiares, pero creo sinceramente que toda una nueva generación de jugadores merece que desde la calle se empiece a sacudir el tinglado, que se les acompañe de otras múltiples maneras, con todas las medidas de prevención que se nos ocurran pero desde luego que, si bien una trompeta sirve para alentar a nuestra caballería, no la usemos para tocar retirada.
Hay que pensar en los que se suman a este nuevo capítulo y en los que vienen empujando. Vamos a ver a nuestros dos equipos favoritos en La Cartuja: al Athletic y al Bilbao Athletic. Los cachorros que han pegado el estirón se merecen una versión actualizada de los once aldeanos y, por supuesto, el clamor de su afición. Si algo nos ha motivado a los aficionados es ver el crecimiento de un león. Supondría un éxtasis pleno verlos en el campo en esta ocasión singular disfrutando de una victoria y levantando la copa al cielo de Sevilla. Tócala de nuevo, Asier; los balcones adornados, los colores rojiblancos por las calles y un 'brainstorming' por los pueblos de Bizkaia tirando de imaginación que nada malo puede infectar. La afición es un aerosol que solo contagia alegría.
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