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El Athletic había hecho lo más difícil después de sufrir dos desgarros en forma de goles en la primera parte: levantar un 0-2, empatar ... entre el final de la primera parte y el comienzo de la segunda y meter a Osasuna en su área, con llegadas en oleadas y ocasiones que no paraban de sucederse. Entonces Julen Agirrezabala cometió un grave error –se le escapó una pelota fácil que cazó Budimir y no perdonó– que condenó a los rojiblancos a la eliminación. De esta manera terminó una racha histórica, que parecía eterna e inamovible, de 26 cruces de Copa a partido único sin perder. Hasta este jueves, los bilbaínos habían superado todas las rondas disputadas en este formato con un balance de 22 victorias y cuatro empates, resueltos de manera satisfactoria en la prórroga o la tanda de penaltis. Pero los rojillos dinamitaron esta serie memorable y dejaron a los de Ernesto Valverde sin la posibilidad de defender el título conquistado el año pasado en Sevilla.
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La última vez que el Athletic mordió polvo en una eliminatoria a partido único en la Copa fue el 7 de octubre de 2003, hace más de 21 años, cuando cayó en El Malecón contra la Gimnástica Torrelavega (2-1). Entonces también estaba en el banquillo Valverde, quien desde aquel momento no ha parado de repetir con mayor o menor frecuencia que este tipo de enfrentamientos le daban «pánico». Se refería sobre todo a choques contra rivales de categoría inferior a domicilio –como por ejemplo el de la UD Logroñés, de cuarta división, resuelto en la tanda de penaltis–, pero también podía ampliarse el temor a todos los contrarios en duelos sin red. Osasuna volvió a amargar una noche copera a los bilbaínos, como en 2023, pero esta vez en 98 minutos y en la mismísima Catedral.
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Javier Ortiz de Lazcano
No hay ninguna duda de que el Athletic apuesta como pocos por la Copa, una competición en la que suma 25 títulos y defendía el conquistado el año pasado en La Cartuja tras cuatro décadas de espera. Después de eliminar a la UD Logroñés con muchos apuros en la ronda de dieciseisavos, en la que hubo que sellar el pase desde al punto de cal, los bilbaínos estaban a solo cuatro partidos de volver a otra final. Hubiera sido la cuarta en los últimos seis años. Una auténtica barbaridad que impidieron los rojillos, que además de poner fin a una racha impresionante dejaron en la cuneta muy pronto a los hombres de Txingurri. Tanto es así que no caían a estas alturas del torneo desde hace seis años. Fue en la campaña 2018-2019 cuando se despidieron en octavos superados por el Sevilla. Perdieron en San Mamés (1-3) y ganaron en el Sánchez Pizjuán (0-1), insuficiente en clave de remontada.
Porque anoche muy pocos dudaban de que el Athletic iba a dar la vuelta al marcador. Incluso con el 0-2, que supuso un auténtico mazazo en la recta final de la primera parte, la familia rojiblanca confiaba en su equipo y en el embrujo de San Mamés. Un campo en el que los rojiblancos solo habían perdido un partido en toda la temporada, aquel accidente frente al Atlético. Si se amplía el foco de búsqueda, el radio de análisis, no está de más recordar que además de los 'colchoneros' solo el Real Madrid había conseguido vencer en La Catedral desde agosto de 2023. De ahí que la fe en el fútbol de los bilbaínos y en la fortaleza del estadio permanecía intacta pese al marcador adverso. Pero Osasuna supo jugar con la ansiedad de los leones, castigar sus groseros errores defensivos y acabar con una racha que llevaba vigente más de dos décadas.
No hay que soslayar el hecho de que el factor campo era clave a la hora de avanzar y más en el caso de los rojiblancos, poderosos en San Mamés, donde han derribado a auténticos gigantes como Real Madrid y Barcelona –a los culés tres veces en los últimos cuatro años–. Desde que iniciaron su exitosa racha en La Albuera de Segovia, interrumpida ahora por los rojillos, los bilbaínos habían completado 20 cruces a domicilio –18 contra rivales de categoría inferior y dos de la misma– y seis en La Catedral –ante equipos de Primera–. En este último caso, la suerte les ha sonreído porque cuando les ha tocado medirse a un contrario de élite como ellos, seis de los ocho compromisos han sido en casa. El de Osasuna fue el séptimo de nueve, pero el desenlace resultó ser diferente y doloroso, saldado con una eliminación prematura.
En poco más de dos décadas de eliminatorias a partido único –las hubo entre 2004 y 2006 y luego se reanudaron en 2019–, el Athletic se ha enfrentado a un rival de sexta división (Rubí), ocho de cuarta (Gimnástica Segoviana, Sestao –dos veces–, Mancha Real, Alzira, Eldense, Cayón y UD Logroñés), seis de Tercera (Cultural Leonesa, Real Unión, Ibiza, L'Hospitalet, Alcoyano y Eldense), tres de Segunda (Elche, Tenerife y Eibar) y nueve de Primera (Barcelona –tres veces–, Real Madrid, Betis, Espanyol, Valencia, Alavés y Osasuna). De todos ellos, solo los navarros han sido capaces de ganar a los bilbaínos y de profanar La Catedral. Hay que poner el contador a cero y arrancar de nuevo. No en Europa, donde debe seguir corriendo a favor de los rojiblancos, invictos, y con hambre de gloria.
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