El Athletic no sale de su laberinto
Vuelve a caer en el campo del Espanyol, siempre maléfico, y agrava una crisis de juego y resultados que empieza a alcanzar registros históricos y enciende las alarmas
Nunca hemos podido entender bien el maleficio del Athletic en el campo del Espanyol, esos veinte años sin poder ganar en Liga a un ... equipo muchas veces del montón que, sin embargo, ante los rojiblancos se convierte de repente en un reloj suizo. Esta temporada, sin embargo, se nos ha hecho más fácil comprenderlo y este lunes encajamos casi con naturalidad, no exenta de un mosqueo del calibre 33, un durísimo 1-0. Y es que la diferencia entre los dos contendientes saltaba a la vista. Los periquitos lo están haciendo muy bien de la mano de 'Rubi'. Son segundos y rebosan confianza. Los leones, en cambio, se encuentran en una situación crítica en lo que a fútbol se refiere. Han perdido su estilo y se han convertido en un bloque agónico que ya solo piensa en pelear y salvar el pellejo de cualquier manera. Pero hasta para la supervivencia, un objetivo tan pobre que ni se planteaba este verano, van a tener problemas si no dan un giro radical a su producción ofensiva. Cero goles ante el Valencia y nuevo rosco ayer en los dos encuentros jugados con la nueva armadura que tanto reclamaban algunos. Y diez partidos seguidos ya sin ganar, una racha nunca vista en el club.
Berizzo aseguró el domingo que el equipo podía «sufrir matices» en su alineación respecto al partido ante el Valencia y así fue. De Marcos entró por Capa y Williams por Susaeta. Matices, efectivamente. Lo sustancial, lo medular, se mantenía: Dani García, San José y Mikel Rico componían la medular. Y Aduriz jugaba en punta. La apuesta siderúrgica, digámoslo así, volvió a fracasar. Y no solo lo decimos por la derrota sino por el balance defensa-ataque. El Espanyol pudo marcar varios goles, sobre todo en la segunda parte, y el Athletic, que perdió a Yeray al cuarto de hora, apenas inquietó a su rival en dos acciones al término de la primera parte y luego en un tirito de Aduriz en la segunda. Si esta triste jugada, en el minuto 62, no fue el epitafio del delantero donostiarra al menos así lo pareció. Dieron ganas de llorar. Por lo que ha perdido nuestro equipo y nunca volverá.
Espanyol
Diego López; Javi López, David López, Hermoso, Dídac; Darder, Marc Roca, Granero (Víctor Sánchez, min.87); Sergio García (Puado, min.78), Baptistao (Piatti, min.64) y Borja Iglesias.
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Athletic
Herrerín; De Marcos, Yeray (Unai Núñez, min.17), Iñigo Martínez, Yuri; Daniel García; Williams, San José, Rico (Muniain, min.63), Raúl García y Aduriz (Susaeta, min.70).
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Gol : 1-0, min.42: Borja Iglesias
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Árbitro : González Fuertes (asturiano). Amonestó a San José (min.20), Dani García (min.48), Granero (min.66) y Unai Núñez (min.76)
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Incidencias : partido correspondiente a la undécima jornada de LaLiga Santander disputado en el RCDE Stadium ante 14.328 espectadores.
Versión esperada
No puede decirse que el Athletic sorprendiera a nadie. Empieza a ser lamentablemente fiable. Desde el pitido inicial, ofreció la versión esperada. Nadie podía confiar en algo que no fuese pelear bajo la lluvia y apretar arriba al Espanyol, que es un equipo que gusta salir con el balón jugado pero no porque esté de moda o por retórica, sino porque quiere atraer al rival a su campo y de este modo encontrar más espacios para sus transiciones rápidas. Los rojiblancos embistieron. Algunos más que otros, sin duda. Aduriz ya no está para acudir a muchas muletas y Williams se pasó flotando cuarenta minutos, hasta que marcó el Espanyol y quizá se sintiera un poco culpable por no haber visto y apretado a Didac, el autor del pase que Borja Iglesias envió a la red. En realidad, los que apretaban las tuercas eran Dani García, San José y, sobre todo, Mikel Rico.
Al de Arrigorriaga se le podrá discutir. Ahora bien, siempre con la boca pequeña y algo parecido al pudor. Y es que el hombre hace todo lo que puede y más. Ayer, durante la primera media hora, hubo un momento en el que Rico pareció estar dotado del don de la ubicuidad. Lo mismo aparecía robando un balón en el córner de la banda derecha, que presionando al portero rival o iniciando una arrancada por la izquierda. Era impresionante verle estar en todas partes. De hecho, cuando tuvo que cambiarse las botas se hizo extraño que no apareciese él mismo entrando a todo correr a los vestuarios y luego saliendo como una flecha para intentar rematar un córner o atender a Raúl García de un golpe en el tobillo. Semejante omnipresencia, sin embargo, lo decía todo sobre el juego del Athletic, que era una sucesión de carreras y choques, un espectáculo deprimente por lo que tenía de laborioso e inocuo. Se hace duro ver a un equipo cavar y cavar para nada, y en esas estuvo el grupo de Berizzo durante casi toda la primera parte, hasta el 1-0.
Eso sí, al menos tuvo el partido controlado ante un Espanyol que tampoco atinaba a dar tres pases seguidos y acercarse a la portería de Herrerín. Tanto él como Diego López podían haberse ido a un ambigú del estadio a tomarse algo y a hablar de sus cosas de porteros, sin duda interesantes. Nadie lo habría sentido. Llegó un punto en el que el aburrimiento empezó a tener una consistencia mineral y muchos de los espectadores presentes se preguntaron qué hacían allí en Cornellá, a esas horas, en una noche tan desapacible, viendo aquella cosa tan pesada.
El gol de cabeza de Iglesias en el minuto 42 sacó al partido de su bruma. El Athletic reaccionó como si le hubieran clavado una banderilla. Se revolvió, tiró hacia arriba y mereció empatar en dos buenas ocasiones de Williams -su derechazo se estrelló en el poste- y Raúl García. Estas dos oportunidades permitieron imaginar una segunda parte mejor y más punzante de los rojiblancos, tan exigidos como estaban con el resultado. Pues bien, la decepción fue tremenda. El equipo se fue descascarillando, como una pared a la que se le cayera la pintura vieja. No es que le faltara voluntad. Le faltaba acierto, tensión, calidad a partir de los tres cuartos de campo. Su ausencia empieza ser dramática.
El Espanyol, por el contrario, se sintió en su salsa. Únicamente la impericia de Sergio García, solo ante Herrerín en el minuto 54, y más tarde de Darder y Borja Iglesias impidió a los blanquiazules aumentar su renta y cerrar el partido ante un Athletic que solo fue capaz de poner empeño. Las entradas de Muniain y Susaeta no sirvieron de nada a un equipo que se ha metido en un laberinto de lo más peligroso.
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