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La gabarra adelantó ayer su aparición por Erandio. Estaba previsto que pasara por el municipio sobre las cinco y media de la tarde, pero pasaban ... unos minutos de y cuarto cuando la primera trainera que escoltaba al Athletic encendió los ánimos de los presentes. Miles de athleticzales se concentraron en el muro que da a la ría, poco antes del puente de Rontegi, para ver de cerca aquello de lo que los aitites les habían hablado y enseñado fotos, pero que nunca habían observado con sus propios ojos.
Hasta tres generaciones de la misma familia acudían a la llamada de los leones y, aunque los más mayores ya habían vivido alguna, la esperaban con la misma ilusión de la primera vez. «Recuerdo perfectamente la última gabarra, mi hija tenía un año y la trajimos, y ahora hemos venido con mi nieto», contaba Mari Carmen Etxebarria antes del gran momento.
Otros, como el joven Aingeru Santamaría, aseguraba que «he oído muchísimas historias, pero ya era hora de que pudiéramos verla nosotros y vivirla como ellos». Sobre las cinco y diez ya se empezaba a escuchar el aviso de «que viene, que viene», que muchos no se tomaron en serio. Pero minutos después, ahí estaba, tal y como se la habían descrito los aitites a los nietos. «Mira, que está llegando», decía una pequeña a su aita, mientras señalaba a la ría subido encima de sus hombros.
«Hemos estado esperándola 40 años, había que estar aquí con los niños», apuntaba tras el paso de los jugadores Kepa Arrizabalaba, athleticzale que acudió acompañado de sus hijos, June y Aitor. Los tres llegaron desde Bermeo, por lo que no era de extrañar que al primero que buscaron en la gabarra los pequeños fuera a «Unai Gómez», decían los txikis ilusionados.
Unos metros más allá, Isusko Arteaga y su sobrina Sara Isasi volvían a casa después de haber asistido a un momento histórico. «Esta es la primera gabarra para los dos, porque de la última no tengo recuerdos, así que lo vivimos con mucha ilusión». La pequeña Sara se había pasado «toda la semana haciendo carteles y pósters» para este momento tan especial.
Las horas de espera y el calor se iban notando con el paso del tiempo, pero nadie en Erandio quería perderse el evento. Tras la gabarra, llegaba el turno de descansar un poco después de una jornada en la que tocó estar de pie de forma estoica. Alfredo Arredondo y Marisol García descansaban en un banco del centro una vez los jugadores terminaron su recorrido por el agua a la altura del municipio. Ambos, ya abuelos, no tienen que hacer mucha memoria para traer de vuelta la última gabarra. «Aquello fue fabuloso», contaba García, «pero lo de hoy ha sido impresionante», subrayaba. En aquella del 84, acompañaron a sus hijos cuando eran pequeños y, en esta, «ya les tocaba a los nietos», apuntaba.
García dejaba en el aire una reflexión que se repetía ayer entre los presentes. Eso de que «el Athletic es más que un equipo». «Es una religión, una filosofía, una forma de vida», decían otros yendo más allá. Pero si algo avala a los seguidores de este club es su entrega por el escudo y los colores. «Lo que mueve el Athletic no lo mueve nadie y en ningún sitio te vas a encontrar un espectáculo como este», cerraba García.
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