Elegir es renunciar
El Athletic pasó a cuartos de final de la Copa con cierta comodidad,
ante un Espanyol que seguramente estaba pensando más en otra cosa, por ... ejemplo, en su inquietante clasificación en la Liga. El Athletic ganó bien en dos tiempos muy diferentes. En el primero impuso un alto ritmo de juego, y en el segundo se acomodó a otro más pausado. Lo cierto es que nunca pareció peligrar el resultado, en su doble sentido, no pareció que el Espanyol pudiera dar un susto, a pesar de que tuvo más posesión en la segunda parte -en realidad no tiró a puerta en todo el partido-, pero tampoco el Athletic, aunque fuera siempre más incisivo hasta las cercanías del área rival, tuvo ocasiones claras de gol, algunos golpeos blanditos no llegaron a la categoría de ocasión.
En un partido tranquilo, jugado con cierta superioridad, cabe destacar en la primera parte la vivacidad que imprime Zarraga al juego, si bien todavía le queda un trecho para mejorar en cuanto a la precisión. Justo la antítesis de Ander Herrera, quien salió al fin unos minutos y dio un recital de juego preciso al primer toque. Sancet volvió a estar bullicioso, técnico e inteligente, especialmente en el pase de gol, mientras Muniain pareció algo consternado por su nueva condición de suplente: intentó manejar el balón, pero ya como si no estuviera tan seguro de sí mismo. En cualquier caso, junto con Vesga, que parece el medio centro indiscutible para Valverde, los cinco pueden formar en un centro del campo de garantías, donde no desentonarían, en su caso, Dani García y Vencedor. No quiero decir que necesariamente haya que conseguir una formación titular, puede que convenga alternarlos dependiendo de los partidos, es decir, de los rivales, y del momento de cada partido, pero no se diría que el Athletic esté carente de mano de obra en esa posición. Ahora bien, ya se sabe que, en el fútbol y en la vida, elegir es renunciar a las otras alternativas.
En un partido más fue muy ostensible no solo la falta de gol, sino también la falta de remate. Diecisiete saques de esquina desaprovechados son un síntoma muy poco alentador. Se echó de menos el toque de Muniain, que tanto ha mejorado en los lanzamientos, y los remates de Iñigo Martínez, o de Raúl. Pero si estiramos la argumentación habría que preguntarse de qué sirven no solo los centros a balón parado, sino tantos pases cruzados al área, en jugada, tan habituales, podría decirse casi sistemáticos, en busca del hombre invisible. El gol no llegó de ese modo, sino como consecuencia de un gran pase interior. No cometeremos el error de elevar la anécdota a categoría, pero tal vez podría servir de reflexión respecto de la sobreabundancia de centros inocuos. Dependerá otra vez de los partidos, es decir, de los rivales, y también de las características técnicas de los distribuidores del balón y los rematadores por los que se apueste en cada partido. Da la impresión de que Nico Williams está a falta de encontrar su lugar óptimo en el esquema de juego, algo parecido a lo que sucede con Berenguer, siendo ambos tan talentosos.
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