El delantero que domina los cielos
Joselu, máxima amenaza del Espanyol, se curtió en el extranjero antes de explotar en el Alavés, donde su salida manchó una etapa brillante
Joselu Mato, la máxima referencia de un Espanyol que mañana se juega ante el Athletic el pase a cuartos de la Copa, es gallego. Por ... mucho que su DNI diga que llegó al mundo en la ciudad alemana de Stuttgart en marzo de 1990. «Por circunstancias, mis padres tuvieron que irse a trabajar y nací allí, pero soy gallego», explicaba en 2019 en una entrevista con EL CORREO. De Silleda, un pequeño puedo del interior de Pontevedra. «Mi madre tenía un bar en el centro del pueblo y yo siempre salía con la pelota, los vecinos siempre lo recuerdan», contaba. Entonces acababa de fichar por el Deportivo Alavés. El club que ha cambiado su vida deportiva.
Hasta ese momento, Joselu apenas había jugado una veintena de partidos en La Liga. Era, sobre todo, un trotamundos. Con experiencias en Alemania -Hoffenheim, Eintracht de Frankfurt y Hannover 96- e Inglaterra -Stoke City y Newcastle- que le hicieron futbolista. En la Bundesliga le tocó aprender a trabajar. Tras años en la cantera del Real Madrid, a donde llegó desde el Celta con 19 años, en su fútbol no entraba esa faceta. Se terminó de curtir, por obligación, en la Premier. «Uno de los partidos que más recuerdo es un Brighton-Newcastle, contra dos centrales ingleses de 1'97. Tienes que aprender a meter cuerpo porque, si no, te comen», narraba.
Ahí perfeccionó la que ahora es su gran virtud: un juego aéreo demoledor. En toda la temporada pasada ganó 284 duelos; es decir, 7,6 por partido. El segundo, Unal, se llevó 'solo' 146. Este año vuelve a liderar la tabla y suma casi un centenar. Por alto, Joselu es demoledor. Su capacidad, de espaldas a portería, de aguantar el choque, ganar el hueco y bajar el balón para luego descargarlo a un compañero es infinita. Un balón de oxígeno cuando a su equipo le cuesta jugar en corto. Importante para el Espanyol a la hora de lanzarse al juego directo. Pero en un Alavés corto de talento individual su presencia era imprescindible. Como albiazul, además, explotó en su faceta goleadora. La misma que encandila ahora al Espanyol. Sus diez goles le tienen segundo en la batalla por el Pichichi. Son casi la mitad de los veintiuno que lleva su equipo.
El año pasado marcó catorce, también cerca de la mitad de todos los albiazules. Once, en cada una de las temporadas anteriores. Es el máximo goleador histórico del equipo en Primera. Pero la que debería ser una leyenda indiscutida dejó en Vitoria un poso final amargo. Todo, por un traspaso en el verano de 2021 que nunca se dio, pero que lo cambió todo. Entonces, con un año de contrato por delante en el Alavés, lo quiso el Sevilla. Pujó por él, pero se topó con la exigencia negociadora de la directiva albiazul, que pedía una elevada suma para poder acudir al mercado con garantías. No hubo acuerdo. Entre medias, unas supuestas declaraciones de su agente a un medio sevillano lo dinamitaron todo. En el texto, aseguraba que el club lo tenía «secuestrado» por no querer dejarle marchar. Él negó haberlas pronunciado, pero el Alavés llegó a sacar un comunicado de condena.
Joselu se quedó, respondió con goles, pero no perdonó. Antes del mismo cierre del traumático mercado, tras un partido, denunció que «se han prometido cosas que no se han cumplido». Sin señalar a nadie en concreto, pero con el palco como indisimulado receptor. El club, con el fin de destensar la situación, le retiró la cláusula de renovación automática que tenía, pero nada fue lo mismo. La relación estaba rota. Él siguió marcando, aunque fue absorbido por el bajón general del equipo ya a las puertas del descenso. Una vez consumado, ni siquiera fue convocado para la última jornada junto a varios compañeros. En teoría, por molestias. «El umbral del dolor, el sacrificio y el esfuerzo lo tiene cada uno», declaraba días después el director deportivo albiazul, Sergio Fernández. Y un mensaje sorprendente: «Su rendimiento no es el que esperábamos o necesitábamos», decía el mismo Fernández sobre la temporada del delantero. Él, que ya tenía su marcha decidida hace meses, se despidió por redes sociales. En el Espanyol buscaba recuperar la paz. La encontró solo en parte, porque de nuevo se ha visto inmerso en otra pelea por al permanencia. Paradójicamente, cuando atraviesa el mejor momento de su carrera.
«En Liga ya ganamos en San Mamés, ojalá repitamos en la Copa»
En el Espanyol ya piensan en la eliminatoria de octavos de final de la Copa del Rey que disputarán mañana en San Mamés. «Unos octavos de final de Copa del Rey son muy bonitos y más en un campo como San Mamés, y más si consigues pasar de ronda», reconoció Joselu, quien recordó que en Liga «ya ganamos en ese campo. Fue en el debut de Braithwaite. Marcó y todo. Habrá que meterle caña a Martin para que vuelva a marcar y repitamos el mismo resultado».
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