Nos vemos en abril
Semifinal ·
Si el Athletic no gana en San Mamés a Osasuna en el partido de vuelta de la Copa no merecerá estar en una nueva final ni probablemente volver a EuropaVolvíamos la gélida madrugada mi hijo y yo por la autovía de la Sakana desmenuzando lo recién vivido en la capital navarra. Aitor, contrariado, leyéndome ... las crónicas del partido, y yo, cosas de la edad, y de la experiencia en el caminar rojiblanco, intentando mantener la llama y la ilusión. Papel que a los aitas nos incumbe con nuestros vástagos que han mamado la fe athleticzale (algo hicimos bien). Mis argumentos miraban para delante, geográfica y temporalmente. En un momento del debate callamos. Y de repente sonó en el coche: «Nos vemos en abril, cuando el invierno empiece a dormir, intento despertar…». Secretos en voz alta, guitarras y armonías conocidas, mandándonos un velado mensaje, que convertimos en sólido asidero. Y me acordé entonces que al bajar las escaleras de El Sadar, mezclados con eufóricos rojillos, una voz gritó de lejos «¡a Sevilla!» a quien sonriente bajaba a mi vera, al que también con una sonrisa miré y le dije por lo bajo: «A Sevilla no, a Bilbao…».
Porque queda nada menos que San Mamés. En Semana Santa. Y San Fermín lo sabe. El mes de marzo va a ser decisivo en la trayectoria del Athletic esta temporada. Un equipo que no está en su momento más dulce, ni de juego ni de resultados, que tiene que mejorar en todos los aspectos, para engancharse de nuevo a Europa, objetivo declarado por los estamentos del club, y para plantarse en la vuelta de la semifinal con la flecha para arriba. Hasta entonces cuatro partidos, cuatro, a sortear en el encierro liguero. Empezando por la difícil salida a Vallecas, donde nos espera la tropa de Andoni Iraola, otra revelación del campeonato. Urge puntuar al sur de Madrid, y urge recuperar ya al Athletic de la intensidad en 90 minutos, al que echamos de menos.
Pero volviendo al enfrentamiento copero, dos reflexiones. La primera sobre el ambiente vivido, encendido pero en general deportivo, más allá de algún exceso y de los tradicionales pitos a los jugadores navarros del Athletic. Como decía Georges Brassens, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe. En todas las casas cuecen habas. Después de unos añitos sin visitar el hoy coqueto campo osasunista, nos sorprendió la importante presencia de ikurriñas entre los locales (alguien ha venido a agitar torpemente la reivindicación), y también del euskera, en la grafía y en la locución.
La segunda reflexión, puramente futbolística. Con la enorme campaña que está haciendo Osasuna, y pese a situarse en estos momentos por encima del Athletic en la clasificación de LaLiga, y de llevar ventaja en la eliminatoria de Copa, el equipo navarro no ha demostrado superioridad. Ni en Bilbao el pasado mes de enero, ni en el choque copero. Es un grupo muy bien trabajado por Arrasate, de brega no exenta de calidad, con jugadores destacados, además de los lugareños Moncayola, Oroz y David García, los extranjeros Abde, Moi Gómez y Chimy Ávila. Pero no ha sido superior al Athletic. El conjunto rojiblanco tiene que demostrarlo, y tiene que hacerlo con eficacia el próximo 4 de abril. Si no gana ese partido no merecerá estar en una nueva final, ni probablemente volver al viejo continente. Así de claro, así de perentorio.
Me manda un amigo un recorte de prensa que data de los días previos a la final de Copa que el Athletic disputó frente al Barcelona en 1984, la última conquistada por los zurigorris. Decía rotundo Javier Clemente: «Vamos a ganar porque somos mejores». Creer es empezar a poder. Mientras, rasgueando una acústica, Álvaro Urquijo, líder de Los Secretos, nos lo auguraba: «Nos vemos en abril, resulta tan difícil esperar…». Un eterno mes por delante. Y luego vendrá mayo, que traerá seguro un color especial.
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