Otro Athletic-Betis festivo
Tras la victoria en Pamplona, los rojiblancos reciben esta noche al cuadro sevillano como colofón de la Aste Nagusia
Tras la solvente y tranquilizadora victoria de Pamplona, afronta esta noche el Athletic su partido ante el Betis, colofón que va a ser a la ... Aste Nagusia bilbaína 2023. Momento para recordar otro encuentro con los verdiblancos en San Mamés, en el que se viviría, también, un ambiente festivo, eso sí, en un contexto histórico muy distinto.
Nos situamos en 1966, año en el que el entonces Atlético de Bilbao alcanzaría la final de Copa del Generalísimo, a la que no llegaba desde hacía ocho temporadas, acostumbrado como había estado a visitar a Franco con frecuencia y repetidos éxitos. Y nos retrotraemos a las semifinales de aquel torneo copero, ventiladas frente el Betis, que, si bien acababa de descender a Segunda División, se plantó meritoriamente en la antesala de la final. El partido de ida se jugó el 19 de mayo de 1966 en La Catedral, un jueves a las 19.30 horas, con retransmisión en directo por TVE, lo que no restó asistencia al partido, ante la ilusión de la afición por alcanzar una nueva final de 'su' campeonato. De hecho, la presencia televisiva condicionaría lo ocurrido dentro y fuera del estadio.
El once que alineó el técnico Piru Gainza mezclaba a 'aldeanos' supervivientes como Orue y Koldo Aguirre (autor del gol atlético) con ídolos emergentes como Iribar, Fidel Uriarte o Antón Arieta. El duelo fue muy disputado y terminó con empate a uno, adelantándose los béticos con tanto de Rogelio hasta que en el tramo final el de Sondika igualara el marcador. En Sevilla hablaron de gran partido de los suyos, y se las prometían felices para arribar a la final de Madrid. Tres días más tarde, el 22 de mayo, domingo, se celebraría la vuelta con claro triunfo rojiblanco, 1-4, lo que llevó a los leones al Bernabéu una semana después.
Pero volvamos a aquella primaveral tarde bilbaína. Cuentan las crónicas clandestinas de la época que el realizador de la retransmisión televisiva tuvo que cortar el audio porque se escuchaban en San Mamés chistus y coros en vascuence con proclamas subversivas. Y es que el gobernador civil Candón Calatayud tuvo que introducir a 'grises' entre músicos y orfeonistas, donde destacaba una pancarta con el lema 'Eusko Gazteak Irabazi', cuyas siglas se llegaron a divisar en los hogares españoles del blanco y negro. Estamos (recordamos) en 1966. La fiesta siguió hasta concluir el partido con las susodichas tablas. Lo peor vino después.
A la salida una alegre biribilqueta se extendió por todo Indauchu, hasta que en la calle Diputación hicieron acto de presencia dos autobuses con cincuenta policías armados que confrontaron, a la local, la cultura del mamporro, produciéndose unas treinta detenciones e interrogatorios, incluido el chistulari municipal Bonifacio Fernández. La operación de asimilación cultural la comandó el tristemente conocido teniente Escobar, que no buscaba precisamente su carro sino a los insurrectos del tamboril. Las consecuencias no quedaron ahí, porque pocos días después, con el Athletic clasificado para la final, se sucedieron las acciones de represión ante lo sucedido y ante el previsible masivo desplazamiento.
Los viajes a Madrid sólo podrían hacerse a través de compañías 'oficiales', con topos infiltrados, estando prohibido vestir kaiku (prenda separatista) y ocupar taxis sin comprobación previa de la autoridad. El número 24 de éstos estaba ocupado por 'secretas', a los que ya se notaba su poca efusividad futbolera. Hasta el sesenta por ciento de la plantilla de secretas de las jefaturas de la península fueron movilizados para el evento. De las 30.000 entradas distribuidas en Bilbao sólo 18 estaban situadas en la tribuna del Caudillo, destinadas a los jefes locales del 'movimiento', pese a su poca dinámica deportiva. Con todo, en la capital y en el propio Chamartín extrañaba observar a aficionados vestidos de blanco, otros de verde, y otros de rojo, en singular combinación, lo que no pudo evitarse con eficacia por los cabos y sargentos que cada treinta metros salpicaban las gradas vascas. Menos mal (pensaron) que el partido lo perdieron los norteños por 2-0 ante el Zaragoza, pues ello evitó euforias posteriores. Otros tiempos, otra manera, diríamos hoy, de vivir la fiesta del fútbol.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión