El club de la lucha

La contraseña para poder entrar en el círculo privado debe ser sencilla: Argote, por ejemplo. Pertenecer a este club es amar en los tiempos del cólera y supera a todo lo imaginable si la piel se queda en el campo; el ejemplo más notorio sería el del día de la Juventus. Mi única duda de cara al partido que vamos a ganar es si ponerme la camiseta oficial o una roja de entrenamiento que siempre me ha dado buena suerte, porque de esto también hace falta.

Una actuación arbitral más permisiva con unos que con otros por el valor de los cromos no debe distraernos, aunque enfurezca, porque es como el IVA de los libros. El Barcelona es el barco varado en el canal Suez que nos impide llegar a Europa, habrá que desencallarlo con una buena gabarra para que llegue a Bilbao a tiempo nuestra preciada mercancía.

Esta quincena hemos estamos pertrechados en un hospital de campaña bajo bandera blanca mientras recuperábamos a los heridos, pero hay que acudir al frente de batalla con toda la infantería bajo el lema 'Semper fidelis'. Lo haremos entonando nuestras viejas canciones de guerra que sirven para aplacar los miedos y enaltecer la valentía. La música ayudó a los británicos al ir al frente francés su conocida 'It's a Long Way to Tipperary'.

No confundamos de nuevo la emoción con la euforia, disimulemos para que no se nos note tanto la felicidad que supone ganar este trofeo, porque la obligación pesa como una mochila llena de piedras. Un gurú nos aconsejaría hacer un poco de yoga antes de poner la tele. Hasta el mejor boxeador necesita descansar, ejercitar su juego de piernas, pero sabemos que un 'uppercut' les puede llevar a la lona… Vamos Athletic!