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Feliz por una victoria en Balaídos que vuelve a poner a su equipo en el carril de los buenos resultados, Ernesto Valverde aseguró que ser cuartos y ocupar por tanto un puesto de Champions es «un sueño». Lo que dijo el técnico rojiblanco es verdad, pero su afirmación sería más exacta añadiéndole un matiz: el de que el Athletic se encuentra en esa posición de privilegio no sólo soportando el desgaste añadido de estar jugando la Europa League sino manteniéndose invicto y coliderando esa competición. Y esto es clave. Porque si los rojiblancos no tuvieran un calendario más duro que la campaña anterior su cuarta posición tampoco sería exactamente un sueño. No podría hablarse de ella como un deseo fantástico hecho realidad.
Lo decimos porque, hace justo un año, cumplida también la jornada 20, los rojiblancos eran terceros con 41 puntos, dos más que ahora, y también iban empatados con el Barcelona, aunque es cierto que los culés llevaban un partido menos, el que les faltaba por jugar con Osasuna y que acabaron ganando. Quiere esto decir que el Athletic no es un recién llegado a la zona noble de la tabla. La pasada temporada, sin ir más lejos, acabó quinto, pero estuvo peleando por la cuarta plaza hasta las últimas jornadas. De hecho, en la 33, jugó contra el Atlético en el Metropolitano algo parecido a una final.
Las cosas como son: si los rojiblancos no acabaron el curso pasado en zona Champions fue por la aparición en ella de un inquilino inesperado y fascinante: el Girona de Michel. Lo que hizo ese equipo se valorará en su justa medida con el paso de los años. Recordemos que acabó la Liga tercero con 81 puntos y que, en la jornada 20, era líder con 49; es decir, 21 más de los que lleva ahora. Digamos que el Girona ha desaparecido de la ecuación en lo que a la pelea por la Champions se refiere. En estas circunstancias, el cuarto puesto deja de ser un sueño para convertirse en un objetivo ineludible del Athletic. Y no se trata de elevar la exigencia de un modo exagerado, como lo hacen quienes consideran no ya posible sino casi una obligación la pelea por el título de Liga. Se trata de una cuestión de sentido común si uno analiza el rendimiento de los rojiblancos y el de los rivales que podrían disputar esa gloria.
Un ritmo magnífico
Respecto al nivel del Athletic, ahí están los datos, reveladores de un ritmo de puntuación que, en las actuales circunstancias, es un pasaporte directo a la Champions. En sí mismos, los 39 puntos actuales son una base muy sólida. Hablamos del 65% de los disputados. Proyectado ese porcentaje sobre el total de puntos en juego en la Liga (114) daría una cifra de 74 al final del campeonato. Pero si nos centramos exclusivamente en las 16 últimas jornadas, es decir, descontando las cuatro del mes de agosto que pillaron al equipo sin ajustarse, casi de pretemporada, los números estallan casi como fuegos artificiales: 10 victorias, 5 empates y una derrota, la ya famosa de Montilivi. Es decir, 35 puntos de 48 posibles: un 72,9%. Proyectado este porcentaje sobre el total de la Liga daría lugar a 83 puntos.
A la tropa de Valverde, en fin, no hay que pedirle ni siquiera que mejore. Con que mantenga su actual ritmo es más que suficiente. Y lo cierto es que no hay ninguna razón para pensar que no vaya a hacerlo. Sin la Copa, el calendario se ha aligerado y el hecho de que el pase directo a los octavos de la Europa League esté casi asegurado –mañana podría estarlo de forma matemática–, garantiza un febrero relajado, centrado exclusivamente en los cuatro encuentros de Liga de ese mes: Betis (fuera), Girona (casa), Espanyol (fuera) y Valladolid (casa).
Respecto a los rivales que pueden discutirle al Athletic la cuarta posición la lista ha quedado muy reducida, prácticamente limitada al Villarreal y el Mallorca. La Real está ya muy lejos –once puntos– y encima tiene el desgaste de Europa. Y el Girona, también a once puntos, no parece que esté en ninguna rampa de lanzamiento: ha perdido tres de sus cinco últimos partidos. Por otro lado, no hay que hablar sólo de la situación clasificatoria. La realidad es que los leones están muy por encima de sus perseguidores en estabilidad y regularidad. Están, sencillamente, a otro nivel. Su equilibrio como equipo es incomparable. El Villarreal, por ejemplo, tiene mucha pólvora pero es un colador en defensa, todo lo contrario que la Real, un muro en su zaga –el segundo equipo que menos encaja (14)– y una calamidad en ataque, siendo el tercero que menos marca (17), sólo por encima de Valladolid y Getafe.
El regreso a la Champions es pues una prioridad para un Athletic que no juega la máxima competición del fútbol europeo desde 2014, es decir, hace once años. Como se recordará, Ernesto Valverde era también el entrenador. Acababa de regresar esa temporada para cumplir su segundo ciclo en el banquillo de San Mamés. El equipo terminó cuarto con 70 puntos, por detrás del Atlético, el Barça y el Real Madrid, y celebró la clasificación para la Champions en la jornada 36 en Vallecas. Quién dice que este año no vaya a ocurrir lo mismo.
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