El broche a una semana redonda
Tras el esfuerzo que supuso eliminar al Barça en la Copa, el Athletic demuestra que tiene fondo de armario en el banquillo
Los partidos en Vallecas siempre suelen tener una cierta complicación añadida. De la mano de Iraola, el Rayo se ha convertido en un equipo temible ... en su estadio. Hasta ayer solo había cedido dos empates, contra el Celta y el Betis. La victoria del Athletic tiene, por lo tanto, el añadido de que los de Marcelino han sido los primeros en doblegar a un equipo que juega bastante más de lo que puedan decir su nombre y su nómina.
El Athletic ha cerrado una semana fantástica que empezó el jueves con la inolvidable eliminatoria ante el Barcelona. El joven Nico Serrano, la novedad más llamativa de una alineación con siete cambios, se encargó de poner el broche con un gol que vale tres puntos en su estreno como titular. El suyo fue un dechado de técnica individual, en el control y en el posterior remate, una volea cruzada imposible para cualquier portero.
La paliza copera ponía a prueba el fondo de armario del Athletic. Marcelino solo mantuvo a su pareja de centrales, Iñigo Martínez y Vivian, y modificó prácticamente todo el equipo, desde el portero hasta el delantero centro, pasando por los laterales y el centro del campo. El resultado pone de manifiesto que el técnico cuenta con los suficientes mimbres para maniobrar según las exigencias del calendario, sin necesidad de dejarlo todo en manos de un reducido ramillete de jugadores hasta su extenuación. Marcelino tiene para elegir y en Vallecas se comprobó que podemos ver muchos equipos distintos en un mismo Athletic.
Estaba claro que el partido de Vallecas y el del jueves ante el Barcelona se iban a parecer como un huevo a una castaña. Esta vez el triunfo se volvió a basar en un gran trabajo defensivo ante un rival que, por momentos, llegó a embotellar al Athletic, sobre todo durante la segunda parte, cuando a las piernas de los rojiblancos les empezó a faltar frescura y el reloj impelía al equipo local a lanzarse al abordaje.
Y como en otras tantas ocasiones, el Athletic, que rozó la excelencia en su propia área, volvió a desperdiciar oportunidades para remachar el marcador. Porque es verdad que el Rayo dominó, pero la única parada de Unai Simón se produjo en una jugada que ya estaba invalidada, lo mismo que el único susto, aquel balón que sacó Iñigo Martínez jugándose la rodilla, que llegó tras un fuera de juego de esos que ahora se señalan en diferido.
En cambio, en cada una de las pocas ocasiones en las que los de Marcelino lograron pisar el área contraria, se vieron las costuras de la defensa rayista. El propio Nico Serrano pudo hacer historia marcando el segundo, pero el balón se le fue un poquito alto. A Iñaki Williams y a Raúl García les faltó la pausa que sí tuvo el debutante para golear.
Se podía haber evitado la angustia de los últimos minutos, pero ya hemos quedado en que la parroquia del Athletic ha venido a este mundo a sufrir. Esta vez los sudores fríos tuvieron la recompensa de los tres puntos y la constatación de que este equipo tiene una variedad de recursos suficiente como para compensar ausencias de peso, de titulares indiscutibles, de esos que nunca faltan en las alineaciones de Marcelino y que en Vallecas no estuvieron por causas de fuerza mayor. La entrada de los jóvenes en la dinámica del primer equipo es un hecho incuestionable. El Athletic de los Nicos ya está aquí.
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